Wednesday, August 06, 2008

ROSAS COLOR VIOLETA




Se miraron y no sabían qué decirse, tendidos al costado de la ruta, esperaban el auxilio de las ambulancias.
Los automovilistas que pasaban por el lugar ayudaron a correr los cuerpos, cercanos uno del otro.
El pavimento estaba húmedo, una tenue llovizna los salpicaba , el frío era intenso, ninguno de los dos había tomado la precaución de colocarse el cinturón de seguridad.
Como pudo el extendió su mano hasta encontrarse con la de ella, quería darle calor.
Ambos amaban la velocidad, tal vez para escapar de los recuerdos.
El silencio de la madrugada fue cortado por el ulular de la sirena de una ambulancia, los médicos los inmovilizaron, decidieron llevarlos al mismo centro de salud, en la misma unidad, el gélido amanecer no permitía esperar otro vehículo.
Rapidamente los ingresaron en la guardia, por fin sentían el calor de las frazadas, aparentemente solo tenían golpes, estarían en observación mientras les practicaban los exámenes de rigor.
Fueron derivados a otro centro asistencial que contemplaban las medicinas prepagas.
Quiso el destino que fuera el mismo sanatorio el que los albergara.
Inquieta ella quería levantarse, preguntaba por la suerte que había corrido ese desconocido que conoció la noche del accidente.
La enfermera le aseguró que estaba bien, mientras acomodaba la ropa de cama, en ese instante una mucama acercó un ramo de flores, en la tarjeta se leía una sola palabra “perdón”.
Contenidas en un florero, el aroma de las rosas inundaba la habitación.

Nunca había visto rosas de ese color, pétalos violetas salpicados de rocío despertaban los latidos de su corazón dormido, volvía a soñar.
Pidió un espejo quería comprobar que el accidente no había lastimado los finos rasgos de su belleza, tomó una mecha de sus cabellos para anudarlo en la nuca.
Por la tarde golpearon la puerta, un enfermero empujaba la silla de ruedas, él sonreía, quería contarle que había recibido el alta, no deseaba perder el contacto, intercambiaron teléfonos y correos.
Prometieron volver a encontrarse fuera del hospital.
Aún debilitada por el accidente concurrió a la cita apoyada en un bastón.
Él la esperaba en una mesa, por el ventanal podía observarse la playa desierta.
Se contaron sus vidas, para ninguno de los dos había sido fácil.
Hoy comparten una casa cercana a la playa del primer encuentro, los pesares quedaron atrás.
Juntos seguirán construyendo un destino donde tenga prioridad el amor.

1 comment:

Viviana said...

Hermosa historia de amr Agus, me encantan tus finales felices, llenos de esperanza y proyectos. Te estas convirtiendo en mi Corin Tellado de la adultez. Y te digo algo: estás superando el de mi adolescencia, no es poco halago, te aseguro.
Un abrazo grande, feliz día para tus niños y claro, para vos.
Muy buena la decoración del blog!
Besosmuchos más.
Vivi