Wednesday, January 30, 2008

PEQUEÑA VENGADORA ( El final de la historia)

Hoy es mi cumpleaños número veintiuno, quizás muchos te Ustedes no me recuerden, soy la hija de la última víctima del “Asesino noctámbulo”.
Quiero que sepan que no maté por gusto, quería vengar la muerte de mi madre y la de otras víctimas inocentes.
Mamá era un ser delicioso, éramos amigas, la arrebataron de mi lado cuando era una niña.
Todos estos años viví con mi abuela en una zona rural, tuve que dejar la escuela, a los doce años comencé a trabajar en el taller de costura de mi abu.
Aprendí a confeccionar vestidos que lucirían mujeres bellas, mi pasión era bordar con cristales y lentejuelas los corset de los vestidos de fiesta.
Enhebrar cuentas me llevaba cerca de mi mamá, ella nunca pudo lucir un bonito vestido.
Sola, me crió la abuela .
No me arrepiento.
Hace años maté a un hombre que gozaba quitándole la vida a las mujeres que trabajaban de noche.
Era un ser despiadado, aún en pesadillas recuerdo sus ojos claros llenos de odio, rencor.
No tuve fiesta de quince, las ganancias del taller no lo permitían, fui feliz a mi modo.
Siempre acerqué flores a la tumba de mi madre.
Hace un tiempo, conocí a un joven, la atracción parecía querer llamar al amor.
Cuando lo veía mi corazón brincaba de alegría.
Aparentemente no iba a visitar a ningún ser querido, simplemente paseaba por el cementerio, dejaba flores en lugares diferentes.
Con el envoltorio de las flores en instantes confeccionó una para regalarme.
La llovizna persistente, llamó al viento, éste hacía gritar los truenos, sobre mis hombros puso el piloto, nos dirigimos a su casa, quedaba enfrente del cementerio.
Mientras él preparaba un té para agasajarme, sobre el hogar donde crepitaban los leños, encontré un portarretratos.
Desde la foto, esos ojos pedían venganza, no fue difícil reconocer al asesino de mi madre.
Al principio nuestra relación de amistad era sencilla, me cuidaba, pero para mi era una tortura ver la foto de su padre, revivía los últimos minutos de vida de mi madre, el ser que más amé.
Sin explicaciones quise irme, me llevó a mi casa.
Mi vida era sufrimiento, por un lado quería unirme a ese hombre, pero los sentimientos encontrados hicieron nacer la desconfianza.
Igual que el asesino noctámbulo, no tenía trabajo fijo, sin embargo el dinero parecía sobrarle.
Hoy se cumple otro aniversario del fallecimiento de mi madre, mientras arreglo las flores, el agua se tiñe de rojo, tengo miedo, estoy arrodillada, le suplico a mamá que me proteja, sé que ella me escucha.
Una mano hace presión en mi hombro, es Él, acaricia mi rostro, sus manos vigorosas, se aproximan a mi cuello, las caricias se convierten en tormento.
Me falta la respiración, observo su mirada helada, no es la misma que conocí, lágrimas heladas cubren mi cara.
No recuerdo nada más.
Mi madre me recibe en sus brazos, nos rodea una paz infinita.
Aquí, tal vez, comience a repetirse la historia.

Tuesday, January 29, 2008

PEQUEÑA VENGADORA

En apariencia era un hombre como todos, vivía en un departamento en las afueras de Londres, no tenía un trabajo fijo, pero siempre encontraba alguna tarea para sobrevivir y mantener su misteriosa vida.
Amable con los vecinos, siempre estaba dispuesto a abrir las puertas del ascensor cuando veía a una vecina llegar al edificio cargada de paquetes.
Curiosamente los niños eran sus amigos, quizás le recordaran la única época en la que sintió verdadero cariño, nunca supo de la existencia del padre, la mamá cumplía todas las funciones, padre, hermanos , y toda la familia que él nunca conocería.Tal vez ello haya marcado su destino.
La madre decidió partir cuando el era adolescente, a partir de allí, la vida de este hombre cambió.
Vendió la casa materna y se mudó al edificio que ocupó durante años, de día trabajaba de lo que fuera, por las noches su personalidad mutaba hasta convertirlo en un ser despiadado.
La vida se había encargado de trazar su destino, él no hacía nada por modificarlo.Durante meses salía por las noches, la neblina era su compañera.
Buscaba callejones solitarios, en las madrugadas, cuando todo estaba desierto, esperaba a sus presas.
Casi siempre eran mujeres que trabajan en la noche, mostrando la esbeltez de sus cuerpos.
Las seguía a prudente distancia, del interior del sobretodo sacaba una filosa daga.
Ver sangre lo sacaba de la realidad, con paciencia mutilaba sus cuerpos, en una bolsa de polietileno acomodaba los corazones de sus víctimas, para dejarlo en la puerta de alguna delegación policial.
En las primeras portadas de los diarios aparecían los crímenes, cientos de policías lo buscaban sin resultado.
Los periódicos sensacionalistas lo llamaban “El asesino noctámbulo”.
Intentando esclarecer los hechos convocaron a fuerzas de seguridad e inteligencia de otros países.
Vanos habían sido los esfuerzos por encontrarlo.
El último ataque fue perpetrado contra una mujer de mediana edad, ella conservaba su belleza intacta.
Esa noche cometería un error, provocado por el ulular de las sirenas que recorrían las calles de la ciudad, terminado el ataque, desapareció.
Al llegar a su casa quemó los guantes de látex, en ese instante notó que le faltaba la filosa daga.
Al día siguiente se cumpliría otro aniversario de la muerte de su madre, como todos los años, compró las flores que a ella le gustaban, el florista le armó un ramo de crisantemos blancos, como atención le regaló una perfumada rosa rojo sangre.
Caminó entre los pinos del cementerio, para dejar las flores en la tumba de su madre, buscó agua fresca, en la pileta se encontró con una pequeña de no más de diez años, ella también cargaba los floreros de bronce.
Sonrió a la pequeña.
La niña estaba a pocos pasos de él, rezaba a la memoria de su mamá.
Él hacía lo mismo, intercambiaba sonrisas con la niña.
La pequeña valiente, en un momento de distracción clavó un puñal atravesando la espalda del hombre.
Los diarios de la mañana tenían como título principal la muerte del posible asesino noctámbulo, lo habían encontrado abrazado a la lápida de su madre.
De la niña nunca más se supo, gracias a la pequeña vengadora, ahora las mujeres caminaban tranquilamente por la calle.
Otras vendían su cuerpo y las ilusiones.

Sunday, January 27, 2008

EL SALÓN DE LOS ESPEJOS

Él sabía de un laberinto, estaba en una localidad serrana de cualquier punto del planeta, decidió conocerlo, ansiaba estar en la sala de los espejos que había en el lugar.
Para llegar al sitio debía recorrer varios kilómetros.
El día anterior preparó su camioneta, cambió una de las cubiertas que el tiempo se encargó de borrarle los dibujos.
No invitaría a nadie, quería vivir solo esa experiencia.
Se levantó al amanecer, el sol mostraba la mitad de su cara, el efecto de las nubes mostraba rosados en el cielo.
Cargó combustible, comenzó a recorrer el camino, atrás quedaba el casco urbano, las casas de blancas paredes y techos de tejas coloridas,se veían pequeñas.
La ruta estaba tranquila, había poco tráfico, llegaría antes de lo previsto.
Se internó en el camino que serpenteaba la montaña, de los ripios se desprendían pequeñas columnas de arena dorada, formando pequeñas nubes que buscaban espacio en el firmamento.
Encendió la radio para sentirse acompañado, apagó el aire acondicionado, bajó las ventanillas, quería estar en contacto con la naturaleza, escuchar música que le recordara a ella, tan cerca, tan lejana.
Ahora la ruta tenía una sola mano, la del ascenso, las curvas le recordaban a esa mujer hermosa que intentaba sin suerte dejar en el pasado.
No sabía a que altitud estaba, calculó que a unos tres mil metros sobre el nivel del mar, ese que había sido cómplice de todos sus encuentros.
Los cerros ya no tenían vegetación, las piedras tenían matices diversos,cual paleta de pintores que sueñan.
Un cartel indicaba que estaba a pocos kilómetros del lugar que visitaría.
Cambió la marcha, la ruta descendía por un valle, los manzanos obsequiaban el aroma de sus frutos.
Otra vez estaba en la zona urbana, aminoró la marcha, en unos minutos llegaría al laberinto de los espejos.
Pagó su entrada, estacionó la camioneta en un parque, debajo de un fresno, allí lo resguardaría del sol.
El sitio era visitado anualmente por miles de turistas, algunos provenían de tierras lejanas.
Los canteros de la entrada estaban poblados de flores, tomó una foto, pero su interés era ingresar a la sala de los espejos.
Escuchaba las risas de los visitantes, se acercó a un grupo,los espejos alargaban o ensanchaban las siluetas.
Dejó partir a un contingente bullicioso.
Observaba con curiosidad, cada espejo estaba separado por una varilla dorada.
Se acercó a ellos, quería ver su imágen deformada y reír como los otros.
Se paró delante de una lámina espejada, no le devolvía nada, optó por otra, así estuvo un buen rato.
Los espejos se negaban a devolverle su figura.
Impaciente se dirigió al cuidador, altanero, lo acosó con preguntas, aquel escuchaba pacientemente, cuando terminó su reclamo, el hombre con prudencia le dijo :"Señor estos espejos reflejan el alma y las sonrisas de los que aman la vida”.
Ofuscado regresó a su vehículo, no entendía como Él, un hombre que lo tenía todo no podía disfrutar como el resto.
En el camino de regreso, las lágrimas nublaban sus ojos.
Estaba solo, se prometió cambiar, disfrutar de las cosas cotidianas, la sonrisa de un niño, la mirada de su antigua enamorada.
Con cosas pequeñas el destino le daría la oportunidad de reflejarse en los espejos, para ello primero debería limpiar su alma.
La necedad no se ve en una vitrina, tampoco en un espejo.
Solo aquel que comparte deja volar la imaginación para no sentirse tan solo, en el instante que abra su corazón se verá reflejado en la casa de los espejos y también en las aguas mansas de un lago, en el cauce de un río que canta a las piedras para tallarlas.
Mientras persista su actitud negativa, solo será una sombra, sin pasado, presente o futuro.

Saturday, January 26, 2008

SIN ROSTRO

Un incendio había dejado marcas en su rostro.
El cirujano plástico le había prometido que en un año tendría su cara totalmente reconstruida, para ello debería someterse a una serie de operaciones.
Recientemente había llegado de un país europeo un producto que reemplazaba la piel humana con éxito.
Así comenzó el calvario de este hombre, durante el día debía usar una máscara de látex, que ayudaría a sostener las cicatrices, sus ojos inquietos observaban todo.
Durante ese año, se alejó de los pocos afectos que tenía, no quería ver ni siquiera a sus seres más cercanos.
Él, que había sido un hombre exitoso, ahora permanecía por propia voluntad en la más absoluta soledad.
Desde la ventana de su casa miraba los cerros, el estío había producido un estallido de flores y colores.
Las vería de lejos, adivinando su fragancia.
A los pocos amigos que le quedaban les dijo que emprendería un viaje, ignoraba la fecha de regreso, aún así se mantendría en contacto con ellos a través de la red.
No podría sentir los brazos de su amada cuando lo aprisionaban en un abrazo interminable, tendría que desistir de sus besos hasta que la ciencia hiciera lo suyo.
En ese estado cercano a la locura, siguió participando de muchos espacios, para que no lo descubrieran utilizó otros apodos.
Cuando presentía que habían descubierto al autor de los artículos, volvía a mutar, adoptaba nombres de mujer, la escritura lo delataba.
Al final de la primavera se llevaría a cabo la última intervención quirúrgica.
Preparado para ingresar al quirófano, observaba los pájaros que tímidamente le hacían llegar sus gorjeos, parecían los susurros de los ángeles que jamás lo habían abandonado.
No sabía rezar, tampoco podía hablar con Dios en forma coloquial, descreía de todo, para pedir por su alma solitaria.
La operación fue un éxito, médicos y pacientes aparecían en todas las portadas de los diarios, debían dar a conocer al mundo los avances científicos.
Todo fue efímero, intentó recuperar sus afectos, no logró su objetivo, durante ese año de tortura los había perdido, tampoco le creían sus seres más cercanos.
Vivir en ese mundo irreal lo había transformado en un ser solitario.
Tal vez si hubiera pedido ayuda, si hubiera mostrado tan solo un rasgo de cordura, de amor, hoy no estaría muerto.

Thursday, January 24, 2008

CERCANO A LAS ESTRELLAS

Estaba a cargo del telescopio Hubble, su trabajo le permitía estar en contacto casi permanente con otras galaxias.
Como todos los días había desayunado en familia, cada día sentía más amor por su mujer, los años no habían extinguido la pasión, habían dado lugar a otros sentimientos como la ternura, el compañerismo que siempre alimentaban la llama del amor.
Apuró a sus hijos, de pasada los dejaría en el jardín de infantes, besó a su esposa.
Los niños jugaban en el asiento trasero del vehículo, a unas cuadras se levantaba el edificio de la escuela, pese al frío reinante algunos árboles conservaban su follaje, la nevada nocturna dejó su marca, parecían vestidos con pompones de algodón.
Ahora manejaba rumbo al observatorio, lo hacía con prudencia lentamente copos de nieve se depositaban en la luneta del auto.
Ese día sería diferente para Él.
Saludó a los empleados de vigilancia, en el primer piso estaba la oficina que le habían destinado, los vidrios que la rodeaban dejan entrar los rayos de sol.
Encendió la computadora, leyó los correos.
Era hora de comenzar a observar el espacio.
Había bautizado a cada constelación con el nombre de sus seres más amados.
En un punto indefinido del universo, una masa gaseosa de suaves colores se presenta magnificente ante su vista.
Posicionó el telescopio para no perderla, realizó unas anotaciones en un cuaderno.
Con su silla giratoria se acercó al lugar de observación.
Cientos de estrellas titilaban en el universo, en el centro de la escena se encontraba aquello que posteriormente los astrónomos designarían como “El ojo de Dios”.
Viajó con el pensamiento, atravesó miles de años luz, como única compañía tenía a los planetas pendiendo del cielo, su objetivo era llegar a esa galaxia lejana.
Sentía su cuerpo relajado, Él ahora era parte del espacio celestial.
Sentado en una estrella podría observar mejor, no había vestigios de vida.
El ojo de Dios era imponente, todos los colores estaban representados en él.
En ese mundo especial, no encontraría las ocurrencias cotidianas de la tierra, nadie sería abanderado de la sangre de inocentes que dejaban las guerras, en soledad ,todo era paz.
Ansiaba seguir viviendo ese sueño, el sonido del teléfono lo sacó de ese espacio irreal.
La voz encantadora de su mujer dulcemente le pedía que regresara temprano.
Esa noche contaría a los suyos que los mundos paralelos existen cuando el ser humano se permite soñar.

Tuesday, January 22, 2008

CARNAVALES DE AMOR

Aún es temprano, las integrantes de la comparsa doran sus cuerpos a la orilla del río.
Cuando el sol se recueste sobre las arboledas del balneario, tomarán sus bolsos para partir al corsódromo.
Queda tiempo para un baño reparador, en los camarines esperan los maquillajes que las harán lucir más hermosas.
Marina está lista, comienza a vestirse, calza su diminuto bikini y la pollerita confeccionada con pedrería, rojo pasión, verde esmeralda, vestirán a la bella muchacha.
Hoy no se alisará el cabello, dejará sus rulos sueltos, con ayuda le colocan el espaldar, al menor movimiento, suaves, se mueven como el aleteo de un pájaro multicolor, por último el casco, cientos de piedras unidas entre si, coronarán su cabeza, parece una reina.
Los tamboriles indican el comienzo de la ceremonia, por su belleza y juventud este año encabezará la comparsa.
La música incita a bailar, ella mostrará su belleza ante millares de personas, sonreirá a todos.
En el palco, uno de los asistentes no puede dejar de admirarla, las piernas largas torneadas por un escultor, el movimiento de caderas es sensual, las piedras de la pequeña falda apenas tapan su bikini, el torso bronceado, apenas salpicado con purpurina dorada.
Detrás los bailarines muestran sus acrobacias, precederán a la carroza que lleva a la reina del carnaval anterior.
Nada es capaz de distraer a ese hombre solitario, tiene la mirada fija en Marina, por un instante ella se siente turbada, la mirada de Él la desnuda.
Sigue bailando, faltan pocas cuadras para terminar el desfile, en ningún momento pierde la sonrisa, esbelta pareciera estar poseída, incansable sigue bailando.
Por fin llega a su camarín, cree estar sola, sobre una silla deja el espaldar de plumas y piedras.
Desnuda se sumerge en el agua, quiere quitar los restos del maquillaje y descansar.
Una bata blanca contrasta con su cuerpo bronceado de diosa, suena el celular, solo escucha dos palabras “estoy aquí”.
Lo abraza, como quisiera haberlo hecho cuando estaban distanciados, el abrazo es interminable.
Él la invita a pasear por la costanera, le pide un minuto para cambiarse, no le da tiempo, están caminando hacia ese lugar soñado.
La noche y sus misterios serán cómplices de este encuentro amoroso.
Atrás quedaron los reproches que impuso la distancia.
En la orilla del río, esos cuerpos ardientes mostrarán una sola silueta.
La luna sonríe contenta, otra vez resurgió el amor.

Monday, January 21, 2008

EL DOLOR DE UN PADRE

A la madrugada sonó el teléfono en la casa del anciano forense.
Se había producido un accidente de tránsito y todos los médicos habían sido convocados para prestar servicio.
Tomó su maletín, el ascensor tardaba, bajaría las escaleras para llegar al garage.
Rumbo al hospital, el ulular de las sirenas rompía el silencio de la noche, en Marcelo T de Alvear un semáforo detuvo su marcha.
En ese instante una ambulancia pedía paso, un escalofrío recorría su cuerpo.
Comenzó a llover, parecía que el cielo lloraba ante la magnitud de la tragedia.
En la puerta del nosocomio pintado alguna vez de color amarillo, como papeles caían las cáscaras de pintura vieja.
Entregó las llaves al playero, no podía perder tiempo estacionando la camioneta.
Caminó los pasillos como otras veces, sin presentir que encontraría tanta muerte en las temidas bolsas negras.
La enfermera le alcanzó el guardapolvo.
Su asistente le colocó el barbijo, los guantes.
En la camilla ,desfigurada estaba el cuerpo inerte de una jovencita, la cabellera suelta cual cascada caía de la mesa de acero.
Con una pinza comenzó a quitar los vidrios del rostro.
Los asistentes le preguntaron si se sentía bien, asintió con la cabeza, su cara pálida demostraba lo contrario, gotitas de transpiración como perlas se deslizaban por su frente.
En un momento se confundieron con las lágrimas del médico, observando a la joven reparó que llevaba unos aritos pequeños de esmeraldas y rubíes.
Rojo pasión, verde esmeralda, eran los pendientes que le había regalado a su hija.

Friday, January 18, 2008

PASEO EN HELICÓPTERO

Me invitaron a pasear en helicóptero, jamás había vivido una experiencia así, desde el aire veríamos las bellezas que encierra mi patria.
El cielo despejado anunciaba que el viaje sería óptimo, salimos desde un aeropuerto privado, las aspas de la nave parecían querer ser parte del viento.
Mientras me acercaba a la pista, chequeaba que en mi mochila no faltara nada, estaba la filmadora y la máquina digital, sabía que ambas no alcanzarían para capturar tanta hermosura.
El piloto me ofreció una vincha con auriculares para atenuar el ruido, la rechacé, necesitaba sentir qué se siente al volar como los pájaros, en absoluta libertad.
Una hora de vuelo nos llevó a Corrientes, paisaje increíble, desde la altura se veía un brazo del río, el sol lo había tornado de otro color, las plantas de té junto a él conjugaban los colores rojo pasión, verde esmeralda.
Seguimos hacia el norte Purmamarca ofrecía el colorido de sus quebradas, seguramente inspiración de pintores que volcaban en la tela tan bellos paisajes.
Hicimos escala en la provincia de Salta, desde el aire la Cuesta del Obispo parecía dibujada por las manos del hombre.
Almorzamos en el aeropuerto, mientras esperábamos unas ricas empanadas descargué las fotos y cambié la cinta de la filmadora.
Nuevamente volando, nos dirigimos al sur, todo era asombro. Las vistas que no quedaban en las máquinas quedarían para siempre en mis retinas.
Neuquén desde el aire obseqiaba sus valles y montañas, plumerillos rojo pasión lo encendían.
Hicimos otra pequeña escala, la última para cargar combustible.
Nos faltaba poco más de una hora para llegar a mi lugar, ese que elegí como espacio de mi mundo.
Si, el cielo había transformado, el color de las aguas, rojo pasión, verde esmeralda en los techos, absorta observaba el espectáculo de la naturaleza, había sido pródiga con el territorio, flores silvestres crecían en los lugares menos imaginables.
Los pájaros dibujaban figuras en el firmamento, contenía las lágrimas que engendra la emoción.
Allí donde termina la isla, erguido estaba él, mi faro solitario y fiel.
Vestía anillos rojos y blancos, para recibir a los viajeros de otras latitudes, las olas traviesas salpicaban su estructura de hierro y madera, muchas veces subí las escaleras de caracol para sentirme más cerca del universo, imaginariamente podía tocar las estrellas.
Disfrutaba las historias que me contaba el cuidador, juntos veíamos desde la altura parejas que formaban una silueta cuando se fundían en un abrazo interminable.
La luz del faro recién encendida indicaba que debía regresar a casa.
Descargué las fotos para mostrarlas a mi amiga del alma, gracias a ella pude mirar desde el aire las imágenes más bellas, esas que aún la mano del hombre no ha dañado.
Busqué una etiqueta para identificar la cinta de la filmación, obnubilada por las sensaciones vividas no encontraba el nombre adecuado, opté por amalgamar los paisajes, con las manos temblorosas sinteticé la experiencia en cuatro palabras, rojo pasión, verde esmeralda.

CONTRASEÑA

Para Marcia hoy sería uno de los días más importantes de su vida, esperaba culminar esa historia que había comenzado un par de años antes con la muerte del abuelo Juan.
Única nieta, había heredado una considerable extensión de terrenos, cuando los fué a ver no llamaron su atención.
Eran lotes altos que en suave pendiente caían hacia un brazo del río.
Estaba confundida, no sabía que hacer con ellos.
También había roto una relación sentimental que solo le provocaba sufrimientos.
Por la tarde tendría que ir a las oficinas del abogado que leería el testamento.
Se había convertido en heredera de todos los bienes de Juan, un hombre de inmensa fortuna.
Terminado el acto de lectura, el profesional le entregó un sobre lacrado,debería abrirlo cuando llegara a su casa.
Mientras manejaba sentía la presencia del abuelo, pero debía calmar su ansiedad para enterarse del contenido del sobre cuando llegara a su casa.
Encendió el aire, ese día nublado, Buenos Aires obsequiaba un calor sofocante.
Por fin abrió el sobre, encontró un manuscrito de su abuelo, le decía que contaría con el dinero suficiente para construir un condominio de forma tal que todas las viviendas tuvieran acceso al río, para llevar a cabo su cometido debía reunirse con el Arquitecto Suárez, hombre de confianza del anciano fallecido.
También tenía que proceder a la construcción de una casa para uso de ella en forma permanente.
Marcia hiso una mueca demostrando desagrado, no entendía por qué tenía que dejar su departamento de la ciudad, tenía todo cerca, el lugar era seguro.
No se imaginaba viviendo en una zona casi rural.
Suárez contrató un ejército de obreros para llevar a cabo la última voluntad del anciano.
En pocos días se cumpliría el segundo aniversario de la muerte de Juan, la obra estaba concluida.
El barrio era hermoso, las viviendas de estilo colonial, eran espaciosas, en el parque del fondo ubicaron las piscinas, todos los frentes miraban al río, el césped llegaba hasta los amarraderos de las embarcaciones, a los lados los canteros de flores eran un estallido de aromas y colores.
La sorpresa no terminaría allí, en una loma estaba construida la casa que habitaría Marcia, era un chalet inteligente.
Considerando que viviría sola, Suárez había tomado todas las medidas de seguridad necesarias para proteger a su cliente.
La construcción observada desde lejos no difería de las otras, la puerta principal se abriría con tarjeta magnética, el lote estaba rodeado por cristales de blindex transparente, los sensores de voz colocados en el frente permitirían el acceso a la vivienda solo a quienes conocieran la contraseña “Rojo pasión, verde esmeralda”.
Pronunció las cuatro palabras y los cristales comenzaron a correrse suavemente.
Esa noche inauguraría su casa, el invitado sería el arquitecto.
Eligió para agasajarlo el jardín de invierno, charlaron animadamente, ella curiosa preguntó por qué había optado por esa contraseña, Suárez un hombre apuesto sonrió al explicarle que rojo por la pasión que ella le había despertado, verde esmeralda en honor a los ojazos de esa mujer que por la edad podría haber sido su hija y que amaba profundamente.
Salieron a caminar por la orilla del río, la brisa nocturna fue testigo del comienzo de otra historia.

Thursday, January 17, 2008

LOS ÁNGELES Y EL FARO

A pesar de su temple que no conocía obstáculos ni barreras difíciles de sortear, se sentía abrumada.
Como todos los días caminaba por la playa desierta, el corazón se rendía ante tanta belleza, el mar inmenso dejaba su estela espumosa en la arena.
Ese tiempo que utilizaba para ella sola, le inyectaba vida.
Hacía tiempo, en sus caminatas, notaba otras presencias que la protegían sin pedir absolutamente nada.
Caminó hasta el faro, emplazado en el fin de la isla, ese sitio guardaba misterios e historias, en ese instante comprendió que eran ángeles que la acompañaban, los mismos que desplegaban amorosamente sus alas para cuidarla.
Cada uno tenía un nombre, un rostro que ella había imaginado, voces que parecían susurros la alentaban en forma constante, le bastaba observar sus miradas para encontrar la paz que creyó perdida.
El faro mostraba su silueta de anillos blancos y negros, se preparaba para vestirse de luces, como todos los días del año cuando haga su aparición la primera estrella, su haz de luz guiará todas las embarcaciones, las pequeñas y las otras lujosas, semejantes a ciudades flotantes, que en esta época visitan este lugar soñado, traerá a bordo otras culturas, idiomas inentendibles, que se aunarán en la exclamación que sale de esas almas cuando se encuentran con la belleza de la naturaleza .
Ella comparte sus historias con los ángeles que también acompañan al faro.
La emoción logra amalgamar risas y lágrimas.
La luna plateada le hace un guiño, indicándole el camino de regreso.
En su casa sonriente la espera su familia, besos de caramelo de sus hijos, el abrazo intenso de su amado.
Antes de entregarse al descanso, reunidos cerca de la chimenea tendrá una nueva historia para contarles.
Cuando todos estén durmiendo, se despedirá de los ángeles.
Sentirá otra vez la calidez de las alas protectoras de esos seres tan especiales.
Velarán su sueño, mañana entre todos, como orfebres diseñarán otras historias, para compartir siempre.
Apaga la luz sin olvidarse de dar las gracias.

Tuesday, January 15, 2008

MIS SUEÑOS

Las vacaciones terminaron, estoy nuevamente en casa, disfruto de la vista que me ofrece el lugar.
Los cerros bajos aún tienen en sus cimas nieve, el mar acaricia las roscas desgastándolas con su danza infinita.
Las gaviotas forman dibujos en el cielo, todas van al mismo lugar, el puerto, está a pocas cuadras de aquí.
Los pescadores luego de una larga jornada llegan a la banquina, bajan los cajones, en ellos traen el fruto del mar.
El instinto guía a las aves, allí conseguirán comida fresca para ellas y sus crías.
Busco un abrigo, me gusta ver a esos hombres de cara curtida por el sol abrazándose con su familia, esta vez el océano los devuelve a todos.
Me acerco a una barca pintada con colores estridentes, el dueño es simpático, sabe que colecciono caracoles, me hace una seña, hoy me ha traído uno especial, lo pone en mis manos y me dice :“Cuando estés sola, siéntate en la arena y escucharás una canción”
El caracol es hermoso tiene colores azules, violetas y rosados, pequeñas vetas doradas lo asemejan a una joya.
El viento mutó a brisa, juega con mis cabellos, el sol decide comenzar su sueño, no puedo dejar de admirar el cielo, parece la paleta de un pintor.
Al atardecer la playa está solitaria, es el momento de acercar el caracol a mi oído.
Cierro los ojos.
Suavemente comienzo a escuchar la música que me dijera el navegante.


Pasa loco de contento con su cargamento
para la ciudad, para la cuidad
lleva en su pensamiento todo un mundo
lleno de felicidad, de felicidad
piensa remediar su situación
del hogar que es toda su ilusión
y alegre, el jibarito va cantando así
diciendo así, bailando así por el camino:
"si yo vendo la carga, mi Dios querido
un traje a mi viejita voy a comprar"

Pasa la mañana entera sin que nadie quiera
su carga comprar, su carga comprar
todo, todo esta desierto, el pueblo está lleno
de necesidad, de necesidad
se oye ese lamento por doquier
en mi desdichada Borinquen
Y triste, el jibarito va llorando así
penando así, siguiendo así por el camino
"qué será de Borinquen mi Dios querido
qué será de mis hijos y de mi hogar"

Borinquen, la tierra del edén
la que al cantar, el gran Gothie
llamo la perla de los mares
y ahora que yo me encuentro con mis pesares
déjale que le cante yo también.

La letra me transporta a un sitio que no conozco, fascinada observo el follaje de los árboles, los mismos que rodean las casas de los habitantes del lugar.
Estoy transitando otro tiempo, los varones trabajan en el campo, las mujeres confeccionan ropa en la hilandería, los niños descalzos dejan la marca de sus juegos en la tierra.
Todo tiene una belleza sin igual.
El sol abraza la tierra a fecundar.
La canción tiene magia, en su letra trasunta algo de dolor, pero la música logró llevarme lejos de aquí.
La esperanza anida en mí, quiero estar allí, hoy fue un sueño, quizás el destino, mañana lo transforme en tangible realidad.

Monday, January 14, 2008

LA ISLA DEL ENCANTO

Es una isla cálida, hoy, una ciudad cosmopolita que nada tiene que envidiar a otras que están en el planeta.
Camino por sus calles acompañada por la música del lugar, dan ganas de bailar, cualquier sitio es adecuado para sentir en la piel los sones de los tamboriles y las letras de las canciones que llevan a soñar.
Por la mañana estuve en la playa de arenas blancas, el agua turquesa dejaba gotas saladas en mis piernas, un desconocido me regaló una flor amarilla como el sol, la prendí de mis cabellos y nos pusimos a conversar.
Mi nuevo amigo tiene la edad del tiempo, aún así, trabaja en a biblioteca.
Me fascinan las historias, todas tienen un atractivo especial y escucharlas con su acento las hace más bonitas.
Me cuenta todo lo que ha visto en su vida desde que está en la isla, ha visto todo, parejas que daban rienda suelta al amor cobijados por los destellos de la luna.
El amanecer los encontraba en la playa de aguas cristalinas, con un caracol escribían sus nombres en la arena, una ola traviesa danzaba hasta llevárselos al fondo del océano.
Esta tarde nos encontraremos en su lugar de trabajo, quiere mostrarme un video que filmara hace mucho tiempo.
Llego al hotel, mientras espero el almuerzo, admiro las flores que adornan la mesa.
Los ventiladores de techo giran sus aspas, parecen pájaros queriendo salir del lugar para volar en libertad.
La música ameniza el sitio.
Todo se conjuga para que pase uno de los días más felices de mi vida, esos que uno trata de enrejar en el corazón para tenerlos siempre.
Subo a mi habitación el aroma de las flores recién cortadas incita a soñar.
Consulto mi reloj, Juan me está esperando.
La biblioteca se emplaza en una edificación colonial, allí se encierran los recuerdos.
Juan prepara café, el humo que se desprende de la taza forma distintas siluetas, solo basta imaginarlas.
Ahora me muestra un video de antaño, en las suaves colinas que tienen todos los matices de verde, se observan puñados de casitas de techos rojos como la pasión, mujeres cerca de los morteros preparan las semillas que adobarán las comidas.
Hombres de torso desnudo llevan en sus hombros los frutos de los plátanos, algunos serán vendidos en el mercado, otros quedarán en las casas para transformarse en alimento.
Bajo la sombra de un árbol espera un caballo manso, agua fresca y cristalina saciará su sed hasta mañana, día de cosecha.
El video me muestra niños, en su mirada adivino la esperanza inocente que crece con ellos.
El crepúsculo llama a la reflexión, el cielo se tiñe de rosado y violeta, una alondra lleva alimento a su nido.
Me despido de mi amigo con un abrazo, quizás no volvamos a vernos, debo regresar a mi país que alguna vez fue el suyo.
Esta visita enriqueció mi espíritu, mi alma llevará siempre tallada, este magnífico recuerdo

Sunday, January 13, 2008

EXPERIENCIAS INOLVIDABLES

La tarde cae sobre el océano, horas antes pude jugar con los delfines, nadar , abrazada a sus aletas la libertad me hacía sentir uno más de ellos.
En la profundidad todo era transparente, podía ver mis piernas agitando el agua turquesa, tan bella que es imposible encontrar palabras para describirla, solo se siente.
En la habitación del hotel, la salsa invita a bailar.
Busco un vestido que resalte mi bronceado, dejo mi pelo suelto, una flor sujetará la rebeldía de mis cabellos.
La noche serena me encuentra en el famoso Malecón, el mar incansable, acaricia la costanera.
Quiero llevar en mis retinas todo lo que he visto en los últimos días, espejos de agua cristalinos, pájaros de alas multicolores.
Camino por la alameda, un hombre ofrece sus mercancías, collares, pulseras.
Es moreno, las manos habilidosas enhebran las cuentas como si fueran recuerdos o esperanza.
Me cuenta su vida en la Isla, sus ojos vivaces no demuestran la tragedia que significa vivir custodiado por ojos gigantes que aparecen a cualquier hora del día.
Sin embargo Él, es feliz en su tierra bendita, no desea nada más, pese a todo su mirada es vivaz, alimenta su alma creando collares que adornarán a las mujeres, pulseras que cantarán su canto triste en los brazos de quien las porte.
Cálido me ofrece un apretón de manos, prometo regresar algún día, no sé cuando, es todo tan bello que por allí no ha pasado el tiempo.
Estoy en el aeropuerto que me llevará a mi nido en otro lugar del planeta.
Siete u ocho horas de vuelo me separan de mi casa.
Veo a Buenos Aires desde el aire, su geografía cautiva a los viajeros, una azafata nos ayuda a bajar de ese pájaro de alas plateadas, al llegar todo es un caos, pasajeros que esperan viajar a sus destinos, vidrieras rotas, oficinas violentadas.
Mientras camino por el aeropuerto, recuerdo la tranquilidad de mis vacaciones.
Por primera vez extraño no vivir en paz como en los últimos días, mientras espero las maletas alguien intenta arrebatarme el collar, por suerte cae en mi escote.
Nadie logrará opacar mis sueños, el recuerdo de la gente que conocí.
Me espera otro aeropuerto para llegar a casa, matizo los minutos recordando una poesía que aprendí hace tiempo.

Cultivo una rosa blanca,
En julio como en enero,Para el amigo sincero
Que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo
Cardo ni oruga cultivo,
Cultivo la rosa blanca.

Para ti que habitas ese lugar del Universo, va mi cuento.
Es difícil elegir el camino, soy como los pájaros que habitan en tu Isla, pero aquí no me han cortado las alas.
Espérame, en algún momento la vida nos volverá a reunir, para cantar y reír, en libertad.
Nos unen los versos del poeta, ten esperanza, nada dura para siempre.

Friday, January 11, 2008

HECHIZOS DE AMOR

A pesar de su temple, la hechicera no pudo cumplir con el trabajo que le habían encomendado.
Mariel había recorrido un camino bordeado de bosques, para algunos infranqueables, para encontrar a la famosa mujer.
En el poblado de casitas bajas todos hablaban de ella.
Era una mujer misteriosa, poseía una belleza indescriptible, su cabellera negra como el azabache caía como un manto para acariciar su espalda, por toda vestimenta llevaba una túnica que alguna vez había sido blanca,
En sus cabellos prendía flores silvestres, así despejaba su cara, mezcla de ángel y demonio.
Sus ojos verdes, asemejaban las esmeraldas, esas que buscaban quienes estaban sedientos de poder, sin imaginar que tal vez encontraran la muerte buscando concretar una utopía.
Descalza se deslizaba como una gacela, le gustaba sentir las hojas secas que se partían a su paso.
Habitaba una choza, el techo de hojas de bambú, caía como alas intentando acariciar el suelo.
Una vertiente de agua cristalina rumoreaba en el fondo de la vivienda.
El crepúsculo invitaba a descansar en el agua tranquila.
El trino de los pájaros susurraba melodías.
El lugar era imponente.
Dentro de la choza, unos cuantos frascos de contenido incierto, cuencos dibujados esperaban esparcidos en el suelo.
En el centro un caldero de metal, lenguas de fuego llamaban a la magia.
La aventurera cruzó senderos sombríos para encontrarla.
Allí estaba ella, magnífica, esperándola.
Le contó sus pesares, la hechicera temblaba ante las palabras que pronunciaba la recién llegada.
La tarea era difícil, no sabía si el éxito podría coronar ese trabajo.
Sensual danzaba delante del fuego, pronunciaba extrañas palabras.
Terminada la ceremonia, le entregó a la visitante una gema, no debebería jamás desprenderse de ella para lograr su objetivo.
El amanecer la sorprendió en un paisaje desconocido, caminaba sin rumbo, tal como había sido su vida.
El sol asomaba, rayos dorados cubrían el azul del lago de aguas mansas.
Tranquila se sentó en la orilla, del bolsillo sacó la piedra, pidió por el amor de su vida, daría cualquier cosa por volver a sus brazos.
El silbido del viento anunciaba una tormenta, como saetas los relámpagos surcaban el espacio.
Las aguas se agitaron, con fuerza arrasaban todo, la vida se diluía, igual que los sueños.
Destellos de luna adornaban el cielo, ahora todo estaba en calma.
Cuenta la leyenda que la mujer fue arrastrada por la corriente, ahora descansaba en el fondo del lago.
Cuando la encontraron en sus manos inertes apretaba una piedra.
Ningún conjuro o hechizo alcanza cuando el amor ha partido de nuestro lado para siempre.

Tuesday, January 08, 2008

MI POETA*

El jardín es una estallido de flores, aromas de ensueño, colores infinitos.
Temprano, antes que el sol abrazara con fuerza, les di su bebida predilecta, agua.
Cuando el sol llegaba a la tierra las cubrí para protegerlas, cuando caiga la tarde y aparezcan las luciérnagas otra vez se vestirán de rocío para alegrarme la vista y perfumar mi alma.
Uno de mis poetas favoritos, Mario Benedetti, lucha contra su enfermedad, esa que lo llevó a vivir en otros lugares del planeta para evitar sus ataques de asma.
No quiero imaginarlo en una cama de hospital, rodeado de ángeles vestidos de blanco, invadido por tubos, llevado a la pérdida de conciencia, tratando de prolongar una vida que se apaga lentamente.
Aprendí el sentido del amor leyendo sus versos, el que se siente o aquel que partió en una búsqueda sin rumbo.
Él es un grande, supo transmitirme todas las sensaciones cuando en sus estrofas le cantaba al amor, el de la madre que cobija a sus hijos, el de los niños a sus padres, el amor entre hermanos.
Vibré con sus versos, me hiso sentir los besos que se alejaban, llevando en sus picos todos los sentimientos.
Supe ser princesa de sus versos, vestirme de ángel, para atrapar con mis alas el amor que alguna vez termina.
Él está enfermo, quizás no salga de ésta, con dolor leo sus versos, son un canto al amor, yo, una eterna enamorada que persigue utopías.
Llévame a tu lado, no me importa que sea un mundo de tinieblas.
Si estamos juntos veremos el atardecer , el cielo se vestirá de rosados y violetas, un gota de lluvia se confundirá con mis lágrimas.
Así te quiero, así aprendí a caminar los senderos del amor.
Cierro mi libro, guardo tus poesías, espérame, más allá de la muerte.

*Mario Benedetti, lucha por su vida, a Él le dedico estas letras.

Friday, January 04, 2008

GOCTA*

Está escondida en la selva peruana, la mano del hombre aún no ha llegado a vulnerarla.
Nos encontramos en medio de un paraje soñado, no más de trescientas familias viven en el lugar.
La vegetación abundante borra el sendero para llegar a ella.
Al llegar al primer poblado me encuentro con Candelario, él será mi guía para llegar a tanta belleza.
Antes, atravesamos ríos de aguas cristalinas que rumoreaban entre las piedras de mil colores.
Nos aguardaban varias horas de caminata, ajusté las correas de mi mochila, en ella guardaba la filmadora y unos cuadernos de apuntes, allí volcaría mi experiencia.
Candelario cortó una caña, con el cuchillo quitó la corteza, hasta transformarla en una vara color marfil, cortó un extremo, al probarla sentí el sabor dulce, en ese instante te recordé lejano cuando bebimos nuestro propio néctar.
La luna asomaba detrás de los cerros, descansaríamos en un caserío, al amanecer proseguiríamos nuestra aventura.
No extrañé la comodidad de mi casa, la naturaleza me brindaba todo.
Josefa preparó platos de arroz caliente, la noté preocupada, me contó que ellos vivían felices, no querían que los turistas lastimaran tanta belleza.
Pan recién amasado y un tazón de leche fue el desayuno más rico que probé en mi vida, me despedí con un abrazo.
Candelario con su machete despejaba el camino, encontramos flores silvestres que nos acompañaban con su fragancia, los pájaros aleteaban indicándonos el sendero virgen.
No sentía cansancio pese al ascenso.
Los cerros mostraban sus paredes rojizas desnudas, un hilo de agua anunciaba la majestuosidad de una de las cataratas más altas del mundo.
Detrás de la cortina de agua dos cormoranes jugaban, regalaban sus besos a quienes quisieran mirarlos, en soledad recordé los tuyos.
Caminamos un poco más y allí esplendorosa se presentaba ella.
Gocta desde la altura desparramaba millones de gotas de rocío, la cortina de agua dejaba ver los musgos, no terminaba de admirar tanta majestuosidad junta, ahora entendía la preocupación de Josefa.
El lugar merece conocerse, pero el hombre debe aprender a respetar la naturaleza.
Extasiada observaba tanta belleza, creí estar frente a Dios, Él adivinó mi pena, para paliarla me obsequió ese espectáculo.
No pude filmarla, llevo las imágenes en mi retina, pronto anidarán en mi corazón.
Candelario me indicó que el camino seguía, no quise perturbar el encanto.
Nunca hicimos cumbre.

*Gocta es una catarata no explorada enclavada en la selva peruana, los representantes del turismo desean abrir caminos fáciles para llegar a ella, quieren mostrar su belleza al mundo, esperemos no la dañen.

Wednesday, January 02, 2008

CELINA Y LOS RECUERDOS

Todos a los veinte años éramos fabricantes de ilusiones, realizadores de utopías,arquitectos de sueños.
Vivíamos apurados, tratando de ganarle minutos, segundos a la vida.
Los que no habían tenido la oportunidad de continuar sus estudios, había comenzado el arduo camino del trabajo, pese a todo, los fines de semana nos encontrábamos en cualquier sitio para contarnos nuestros sueños.
Sentados en el césped de una plaza, formábamos un círculo, casi siempre nos acompañaba una guitarra para amenizar con la música esos momentos inolvidables.
Una cámara fotográfica era nuestra compañera inseparable, queríamos capturar los momentos que seguramente no se repetirían.
Hoy que ya pasé las ocho décadas, vuelvo a la plaza.
El paisaje está cambiado, el lugar que ocupaba la calesita hoy tiene una fuente de mármol, es enorme, la corona un ángel, es el guardián que cuida el alma de los que han partido, unas cabezas de león conforman los grifos, el agua culmina cristalina en una cascada, el olor a pasto recién cortado se mezcla con el aroma de las flores.
Cierro los ojos, los recuerdos se aglutinan en mi mente, no los quiero dejar escapar, son los que me ayudan a despertar cada día.
Hace calor, busco refugio en la sombra de un árbol, sus flores rosadas tienen una exquisita fragancia.
Los pájaros acompañan mi soledad con sus trinos.
Estoy soñando con aquella época lejana en el tiempo pero viva en mi corazón.
Vuelvo a escuchar la risa de mis amigos de entonces, sonreímos cuando Ernestina nos cuenta que le robaron el primer beso.
Recuerdo la llegada de los hijos de mis amigos, también cuando sola emprendí un largo viaje, estaban todos despidiéndome en el aeropuerto.
Conocí lugares de belleza singular, otras culturas, pero el amor siempre fue esquivo, quizás porque fuera demasiado exigente me olvidé de vivir.
Hoy regresé a la plaza, tenía la idea de encontrarlos, con más años, más vivencias.
Mientras atesoraba los recuerdos, un dolor profundo como una daga atravesó mi pecho.
Me recosté en el banco de la plaza, no advertí que un anciano de barbas blancas me tomaba la mano, me pedía que estuviera tranquila, solo bastaba mirarlo a los ojos para encontrar paz.
¿Lo conocía?.
Sus movimientos me resultaban familiares, la memoria no me ayudaba.
Lejana se escuchaba el ulular de una sirena, me subieron a una camilla, el desconocido permaneció a mi lado, sus manos tibias intentaban darme fuerzas, acariciaba mi rostro, en un momento pronunció mi nombre, suavemente depositó un beso en mis labios, al oído me susurraba, Celina, no te vayas, ahora que te encontré te exijo que sigas viviendo para mí.
Sus brazos rodearon mi cuerpo tieso, su aliento acompañó mi último suspiro.