Wednesday, November 27, 2013

UN PACTO



Sauces de melena quieta circundan el lago de aguas profundas.
Asemejan fantasmas inmóviles que solo despiertan de su letargo cuando la brisa con su silbido tenue y parejo corona de espuma blanca que se multiplica hasta el infinito el espejo de agua.
Los ruiseñores han regresado a sus nidos, deben enseñarle los primeros gorjeos a sus crías recién nacidas.
El cielo acompaña la escena con su ropaje púrpura y rosado.
Jirones de nubes intenta sin éxito ocultar la cara lastimada de la luna.
Una luciérnaga con sus pequeñas luces convoca a otras de su especie que lentamente se desperezan entre las matas de hierba en flor.
Amarillos pálidos, blancos prístinos cortan el verde del follaje.
Más allá el muelle donde los ocasionales pescadores esperan las burbujas transparentes del agua, ellas señalan que allí hay peces de lomo plateado que luego devolverán con destreza al agua, intentando que los anzuelos no lastimen el paladar de aquellos.
Ese lugar es mi preferido cuando deseo calmar la tempestad de mis emociones.
Lentamente de mi espalda comienzan a desplegarse alas imaginarias.
Quero legar a la cúspide de los cerros que no conocen la primavera y para deleite de todos mantienen coronas de nieve eterna.
Desde ese lugar óptimo puedo observar el majestuoso paisaje.
A lo largo de los años he aprendido a interpretar los sonidos del silencio.
Vuelos que me permiten conectarme con el universo.
Descenderé por el mismo sendero, ahora sin alas.
Quiero pisar las piedras que alguna vez impetuosamente escalaron los montañistas.
Necesito oxigenar mis pensamientos, descartar todo aquello que resulte nocivo y pueda contaminar mi propia esencia.
En el camino saludo a un relámpago, veloz como una saeta surca el cielo.
Le pido a mi amigo el viento que libere el paso de la tormenta.
Estoy legando a mi lugar, el muelle.
Desde allí veré como el agua cristalina horada las piedras.
Observo tu silueta en mi lugar.
Se percibe la tristeza que te embarga.
Silenciosa observo tu rostro cubierto de lágrimas.
Apuro el paso es necesario que vaya a  buscar u termo con café para compartir.
Intentaré paliar tus penas.
Al principio te muestras hosco, huraño, me respondes con monosílabos, tus si y no van despejando el trayecto para que pueda llegar a tu alma.
No tengo apuro, dejaré que te tomes el tiempo necesario para que quites los cerrojos que has impuesto a tu corazón.
Todo fluirá si el destino sí lo quiere.
Tu rostro demacrado me conmueve, intuyo que has llorado más de lo necesario.
No tardarás en contarme tus padeceres.
La vida fue demasiado generosa contigo.
Nada material te ha faltado, sin embargo no alcanzó para que disfrutaras el placer de despertar cada mañana.
Olvidaste escuchar el trino de los pájaros apoyados en el dintel de tu ventana.
Muchas  veces amaste sin ser correspondido.
No comprendiste que allí no terminaba el mundo, estabas sumando experiencia.
Olvidaste el viejo axioma que dice que todos los días se aprende algo.
Escuchar tu historia estruja el corazón del más compuesto.
Te pedí permiso para darte un abrazo fraterno.
Temblabas como la última hoja que el viento del otoño desprende del árbol sin saber que la misma podía caer en suelo firme para ser pisoteada por cualquier terrenal o que el mismo viento a elevaría al espacio.
Entendí tu cansancio, el hastío y rencor que sentías hacia la vida aún cuando esta no fuera responsable de tu proceder.
Solitarios celebramos un pacto para que pudieras reconciliarte con tu destino.
Es tarde.
Te prometo que mañana regresaré a la misma hora.
Entenderé tus silencios.
Quiero transferirte momentos felices, momentos compartidos en los que la desilusión te llevó a descreer.
Si lo deseas seré la hermana que no has tenido, quiero ayudarte para que sepas que más allá de cualquier circunstancia a vida merece ser vivida a pleno.
Un pacto que no medirá el reloj del tiempo.
Un pacto en el que seré como un pilar para cuando necesites apoyarte y seguir caminando.
Juntos seremos peregrinos de la vida cada día de nuestras existencias.


https://www.youtube.com/watch?v=XZlO_mNYCL8

Friday, November 22, 2013

AMAR ETERNAMENTE



La vida me ha condenado al ostracismo, a la soledad donde no se perciben los colores.
Al silencio eterno que solo es interrumpido por mis propios sollozos.
Soy un hombre sin edad si tomo como parámetros todo aquello que acordé con el destino, sería un anciano contenido en un cuerpo al que no reconozco.
Las mujeres con las que he disfrutado las mieles del amor decían hace tantísimo tiempo
que era un hombre agradable, reconocían que nunca me había faltado  nada.
Error grosero, ninguna de ellas supo comprenderme y no las culpo, tal vez no supe entregarles abiertamente mi corazón, no las culpo ninguna supo atemperar el carácter taciturno.
Casi todas creían que gozar de una buena posición económica era suficiente para borrar los recuerdos, ninguna de ellas intentó tan solo una vez limar los barrotes que sutilmente enrejaban mi alma.
Siempre que trataba de contarles mi pasado encontraban la excusa perfecta para callar mis palabras.
Enseguida programaban un viaje, accedía gustoso ya que en ese entonces partir hacia otros mundos posibilitaba que tuviera momentos fugaces de felicidad.
Todos los paisajes eran amenos en buena compañía.
Poco importaba si nos dirigíamos al mar o la montaña, al campo o las ciudades más cosmopolitas del orbe.
Disfrutaba las playas de arena blanca, escalar los cerros más altos, esos que hacen que el corazón se precipite en latidos, a punto tal de pensar que quizás esos instantes no regresarían nunca.
Sediento bebí besos de labios semejantes a los rubíes,  no dudaba  entregar mi amor a quien creía sería la mujer de mi vida.
Lamenté más de una vez despertar en soledad, de las llamaradas vividas en las noches solo quedaban cenizas.
Las almohadas conservaban el hundimiento producido por el apoyo de las cabezas, hebras de cabello con los que había tejido ilusiones.
Ilusiones que morían al ver las notas de despedida, otros compromisos las esperaban.
Una y mil veces me preguntaba cómo podía haberme equivocado tanto.
A medida que surgían los abandonos sentía que iba perdiendo los matices  de una vida con demasiado materialismo y nada espiritual.
Regresaba a mi país a controlar los negocios, curiosamente, pese a mi estado de ánimo funcionaban de manera óptima.
Comencé  a delegar responsabilidades, era una manera de premiar la fidelidad de un puñado de empleados.
Quería viajar solo, encontrar mi destino en el lugar más alejado posible.
Después de diez y ocho horas de viaje aterricé en Moscú, poco me importaba el invierno, el frío que calaba los huesos.
Recorrí museos, la Plaza Roja estaba cubierta de copos de nieve,  contraté todas las excursiones posibles para conocer un país inmenso.
Una mañana de enero tuve el día libre, podía ir al lugar que quisiera.
Mis pasos se dirigieron a la estación central, los trenes repletos de trabajadores se dirigían a las estepas.
Ningún abrigo podía morigerar el frío.
Una voz femenina daba la orden de partida, esa voz cristalina como el susurro de los pájaros los despedía.
Sabiendo que muchos no regresarían por la rigurosidad del trabajo, sus memorias guardarían esa despedida que sonaba como música acariciando el alma..
En el salón comedor pese a que era temprano la mayoría de los pasajeros bebía vodka o agregaba unas gotas al café para calentar el espíritu.
Igor sabía hablar español, con él compartí momentos inolvidables.
Fue quien me contó por qué la despedida siempre la hacía una mujer, los que tenían la suerte de regresar eran recibidos por la voz de un hombre.
Al trabajador no le sorprendía que filmara la aridez del paisaje.
A mitad de camino le conté que había quedado encandilado por la voz que había escuchado al partir.
Con una sonrisa prometió me presentaría a la muchacha en dos días.
Vielka estaba a su cuidado desde  que era pequeña, con su mujer la habían recogido el mismo día que la niña había perdido a su padre.
Fue uno de los tantos que no soportó el clima gélido.
Cuarenta y ocho horas eran suficientes para encargar un arreglo de rosas que llegaría en perfecto estado de conservación desde mi patria.
Esa noche Igor y su mujer prepararon una copiosa cena regada por buen vino.
Apareció en escena Vielka, no podía ser más hermosa, los cabellos rubios enmarcaban un rostro perfecto.
La mirada  se parecía a los lagos celestes que había capturado el día anterior.
El terror se apoderó de mi, la joven aún no había cumplido la mayoría de edad.
El amor se hizo presente, atropellaba con  ímpetu.
Le pedí a Igor permiso para casarme con ella cuando cumpliera la mayoría de edad.
Le rogué me presentara un escribano, quería  testar en vida.
Las fábricas serían para mis empleados, mis sobrinos heredarían parte de mi fortuna.
Abrí una cuenta a nombre de Vielka, con ese dinero podía pasar el resto de su vida sin pasar privaciones de ninguna índole.
Durante unos meses decidí establecerme en Moscú, Vielka debería cumplir la mayoría de edad para poder desposarla.
Dejó su trabajo en la Estación Central, nos casaríamos en la catedral de San Petesburgo en la próxima primavera rusa.
Para la ocasión contraté los servicios de los mejores floristas, mis amigos asistirían a la celebración.
Raúl no estuvo de acuerdo, le pareció un enlace precipitado.
Advirtió en todos algo que el amor no me había permitido ver.
Mi secretaria sería la madrina de casamiento, sabía que siempre me había amado en silencio.
La catedral se veía majestuosa, el ejecutante del órgano ofrecía
a los asistentes piezas musicales magníficas.
La tradición dice que las novias siempre demoraban.
El corazón cabalgaba en mi pecho.
Vielka jamás llegó a la ceremonia.
Había perdido al amor de mi vida.
Regresé a mi patria, revoqué el testamento concedido a quien fuera mi futura esposa, no fue tarea fácil cuando tienen que intervenir organismos oficiales.
Logré objetivos que no me servían para nada,mi alma estaba lastimada y decolorada.
Antes de convertirme en este hombre gris que no aprecia la vida, supe que Igor había vendido a Vielka en varias ocasiones, el está preso en una cárcel, ella se suicidó.
Nunca sabré si me amó tanto como yo a ella.
Me dirijo al fiordo más alto de la comarca, no escucho el pedido recurrente de Violeta, mi secretaria de toda la vida. 
Camino como un autómata, las lágrimas me impiden ver el horizonte, por primera vez sé lo que quiero, salto las rejas que contienen a los turistas.
Violeta trata de impedir mi salto al abismo.
Como puedo me suelto de esas amorosas manos que me sostienen, en segundos caeré a las profundidades del océano.
Tal vez en la oscuridad sin color me encuentre con el amor de mi vida.
Tal vez en la eternidad pueda encontrar a Vielka.


Friday, November 15, 2013

EL REGRESO





Nada en la vida se puede hacer en soledad absoluta.
Mis musas a las que creí perdidas vaya a saber donde hoy volvieron a apoyarse en el dintel de la ventana.
Fueron cuidadosas, no quisieron rozar con sus alas las macetas que contienen mis flores preferidas.
Brillaban detrás del cristal, la brisa suave otorgaba movimiento ondulante a las delicadas plumas que portaban.
Hace diez días habían partido con destino incierto.
Se negaban a participar de la tristeza que acarrean las injusticias.
Pese a su ausencia no me dejaron sola, si bien me faltaba su presencia, dejaron a un ángel.
Un ángel del que me separa un océano, un ángel que no dudó en atravesar ríos y montañas para alojarse en lo más profundo de mi alma.
Juntas compartimos muchas horas, las que pasamos intercambiando correos y las otras que cual imágenes majestuosas fueron tallando el pensamiento.
Cada palabra que trataba de calar mi espíritu inquieto tal vez no las escuchaba producto del aturdimiento ante un episodio inesperado, tan inesperado como falto de justicia y raciocinio.
Si aquellos que tienen en sus manos el poder de censurar utilizaran el sentido común el mundo sería un lugar pleno, donde la dicha y el entendimiento fueran los únicos reyes que nos indicaran que compartir es el más bello mandato.
Días de reflexión en el que no faltaron diseños de estrategias para terminar con un evento exótico, tan exótico que no se podía encuadrar en cualquier contexto racional.
Días en los que no faltaron las lágrimas que trae la impotencia.
Atardeceres de los que no podía contemplar su belleza extremadamente delicada.
Luciérnagas esforzadas  tratando de mostrarme un sendero de luz que creía no existía.
Cansadas prefirieron morir entre las flores del jardín.
Noches de sueños sobresaltados, noches en las que solo tenía cabida el espanto, las pesadillas.
Noches en las que no me permití observar el fulgor de las estrellas encendiendo el cielo.
Mi cielo estaba cubierto por nubes espesas, tan espesas que parecían el preludio de una tempestad no deseada.
Noches largas antecediendo días silenciosos.
Silencio quebrado por las palabras de aliento de ese ángel que me proporcionó las muletas que necesitaba para seguir caminado.
Sabias palabras hicieron que optara por ver el vaso de la vida medio lleno.
Sabias palabras que atenuaron la tortura de la incertidumbre.
El destino iluminó a quienes se negaban a escuchar mis reclamos.
Destino que dotó de palabras a quien no quería manifestarse.
Puedo decir que hoy pese al clima gélido vuelve a brillar el sol.
Mis musas han regresado, feliz por ese detalle no puedo dejar de darte las gracias siempre.


Tuesday, November 12, 2013

LÁGRIMAS Y SONRISAS



No puedo dejar de convocarlas cada día de mi vida.
Ellas han propiciado que mis letras no fueran a caer en manos de la muerte
Saben de mi vida más que yo misma, las he visto posadas en el alféizar de mi ventana, gozando del susurro de los pájaros.
Las he visto contemplar el nacimiento del verde que tiñe con el color de la esperanza las praderas, praderas que cubren con sus matices la falda de las montañas, tímida bordeaban esa silueta majestuosa, no alcanzaban a ver las cúspides heladas que conservan el hielo.
Han sido como torrentes de agua clara horadando con su eterno canto la silueta de las rocas que encontraban en su sendero.
He paseado con ellas, me dotaron de alas imaginarias para recorrer todos los paisajes.
Paisajes del mundo terreno, paisajes inmortales donde pernoctan las estrellas titilando esperando que mágica apareciera la luna en todas sus fases.
Pude sentarme en uno de los vértices con el único objetivo de contemplar el infinito.
Me distraje observando la desaparición de las estrellas fugaces, preguntándome hacia donde partiría tanta luminosidad estelar.
Con mis alas livianas me desplacé por otros mundos terrenales.
Acompañé la risa de quienes jugaban en la arena de playas exóticas, escuché el rumor de las olas en forma consecutiva morían dejando una estela de blanca espuma en los paradores más alejados.
Escuché el rugido del viento preludio del desgarrador grito de un trueno.
Ví el cielo surcado por saetas violetas, parecía que los relámpagos intentaban trozar el cielo.
Derramé lágrimas como fina llovizna, el silbido que precede a la tempestad logró que buscara refugio en una gruta.
No me importaba si crecía la marea, nadie sería capaz de quitarme las bellezas que había percibido, para siempre  había enrejado todo en un rincón de mi alma.
Me conmovieron los colores rosados del alba, la aparición del sol emergiendo del agua profunda.
Extasiada contemplé los púrpuras y magentas antecediendo noches eternas.
Resurgí de las cenizas escuchando los cánticos de los niños, lentamente, tomados de la mano cantaban rodas de paz.
Pude seguir viajando con la imaginación hasta llegar a los lugares más helados de la tierra.
El frío me permitía conocer otros paisajes inanimados.
Recibí todo lo que puede esperar un ser humano.
Palabras boitas y sinceras y por qué no otras que adulaban sin sentido, palabras que me despertaron una sonrisa, palabras que encendieron todos los alertas.
Nada era lo que parecía, muchas ideas se asemejaban a un tifón intentando colocarme una mordaza.
Luché  casi sola contra los detractores del buen gusto.
Jamás en mi mundo tuvo espacio la bandera blanca que significa la rendición injusta.
Nunca he temido más que al silencio inoportuno.
Silencio que intentaba opacar la creatividad, mala o buena era el nacimiento de algo nuevo.
El ser humano por complacencia innata trata de resistir los cambios.
Bajan los brazos los débiles, los seres opacos que se sostienen en el conformismo.
¿Qué he perdido?
No mucho o si, el no poder compartir me subleva.
En el debe y el haber de la vida sobresale aquello que he cosechado.
Como en toda cosecha he aprendido a descartar las semillas vacías, semillas ignotas que no producirán nada y robarán espacio a las otras que desean crecer con fuerza, para ello necesitan la fertilidad de la tierra, la luminosidad de los rayos de sol que me despiertan cada mañana.
Nuevos trinos de pájaros escucharé cada día, la experiencia vivida me ayudó a crecer de manera impensada.
Siempre  afirmé que el destino de un ser humano se asemeja mucho a un libro con pocas palabras y muchas páginas vacías.
Páginas que se irán completando con el acontecer cotidiano.
Páginas desbordadas por las emociones, páginas que mutaron al color sepia que trae el olvido.
Agradezco infinitamente estar viva, poder volcar mediante las letras mis vivencias.
En mi vocabulario nunca tendrá cabida el rencor.
Solo habrá espacio para lágrimas emocionadas y sonrisas, lo demás es absolutamente descartable.


Tuesday, November 05, 2013

CONTEMPLANDO



En temporada de deshielo los cerros comienzan con el ritual de cada año de quitarse las pesadas capas de nieve.
Sabia la naturaleza impide que lo hagan en un solo día.
Son como aquellas mujeres a las que muchos rechazan quitándose las ropas hasta quedar desnudas, sin saber que las miradas que todo señalan aún cuando les guste el espectáculo de ver un desnudo artístico o natural las llenarán de mácula ante la vista y el deseo de verlas como diosas paganas,
Doble discurso del ser humano que suele mostrarse tapado hasta las orejas y en contraposición disfruta de una silueta armoniosa que llama a sueños escondidos.
No estoy aquí para valorar las conductas de mis pares, mi idea es compartir experiencias logrando desenmascarar a los seres que a lo largo de su vida han mantenido un  doble discursos para ocultar las apariencias.
Seres  humanos falibles a cometer errores, seres que no dudan en señalar las falencias de otro.
No soy juez ni parte, podría definirme como una observadora de la realidad, realidad a los que más de lo que pensaba muchos rehuyen amparados en conceptos antiquísimos que les permiten permanecer sin ser.
Hoy dedicaré mi día a la contemplación.
Destellos de sol recién amanecido surca las luces del alba rosada que les otorgó su paso.
Con fuerza diluyen los jirones de nubes, bordean con su halo luminoso las faldas de la montaña.
Instante mágico para contemplar la hermosura e la naturaleza.
Cera de mi, Joaquín prepara la caña de pescar.
Sé que se dedica a la pesca deportiva, sé que devolverá al agua las piezas que no cumplan con el reglamento de los pescadores.
Sé mucho y no sé nada.
Me sumerjo como si fuera el río que horada las piedras en su mundo.
Joaquín es un hombre solo,no por propia elección sino porque las circunstancias adversas que le deparó el destino lograron que supiera descartar lo bueno de lo menos malo.
Con sabiduría devuelve las piezas al agua, no quiere que el anzuelo filoso lastime a las que desechará.
Sin que lo sepa, sentada en una piedra miro la presencia del agua antes cristalina,
Muchos borbotones traen agua oscura.
Noto que una lágrima surca el rostro repleto de arrugas de vida y experiencias.
Es el preciso momento de acercarme, dice que la vida es una dura experiencia.
Llora por haber bajado los brazos.
De lo más profundo de mi ser nace un abrazo, detrás del agua turbia vendrá el agua cristalina.
Mientras contengo el llanto silencioso con mis brazos le cuento de mis propias experiencias.
Transmito cada una de mis sensaciones,le ruego no claudique, la vida está conformada por un si número de oportunidades.
Las estrellas que acompañan nuestro paso por la vida solo suelen ser ocultadas por mentes mediocres.
Concertamos un pacto silencioso.
Al principio duda.
La conversación no será fácil, Joaquín esta atado a sus dogmas.
Por fin comprende que las luminarias estelares son fugaces como los suspiros.
Por fín comprenderá que a veces el destino no es idealizar al otro.
La mezquindad que a veces nos atrapa no es capaz de torcer el destino.
Fuera de juego con Joaquín y la voluntad férrea de compartir emprenderemos otros caminos.
Ninguna actitud mezquina podrá derribar los lazos de esta amistad que recién comienza.
A la vera de un caudaloso río que horada las piedras comenzaremos a diseñar un trayecto tan claro como el agua que baja de las montañas.
No sé si juntos  venceremos nos queda el sabor de haberlo intentado.



Friday, November 01, 2013

ECOS DE LLUVIA



Pasé la noche en un punto intermedio del destino final.
Salí cuando las luces del  alba clareaban el cielo hasta hacía minutos oscuros, cavernosos. Que la noche se había despedido.
La hostería en la que me alojé era cómoda en su sencillez.
Del frío glaciar  de mi lugar de residencia pasaba a una zona cálida.
La brisa nocturna lograba imprimirle al cortinado un movimiento ondulante,tanto que me hizo recordar a seres que había transitado por mi vida.
Pude recordarlos a todos y cada uno, algunos lograron que adquiera experiencia.
Los menos, seres opacos, moradores de abismos insondables a los que no quise pertenecer, a ellos les obsequié sano silencio.
La vida es demasiado valiosa como para desperdiciarla tratando de entender utopías en las que la maldad tiene el cetro de las monarquías con los pies sumergidos en el lodo.
De esos terrenales huyo, no me dejan nada..
No los critico, viven en el mundo que han construido.
Dejo atrás los pensamientos vacilantes, jamás  creí  en loas y alabanzas superfluas.
Tomé aquello que me permitió crecer, la opacidad vive en los  abismos que jamás se me ocurriría explorar.
Mi dogma es  no perder el tiempo, más adelante si así lo eligiera  tendré tiempo de contaminarme.
El empleado del hotel sabía que saldría temprano para continuar mi viaje.
Silencioso, dejó el desaguo sobre la mesa.
Sobre la bandeja dejó una flor , preciosa, con multiplicidad de coloridos pétalos, sabría después que esa margarita de centro amarillo como el sol era una zinia.
Era una señal, la llevaría prendida del espejo retrovisor hasta  que llegara a destino.
Durante la noche los empleados de la estación de servicio quitaron las manchas que habían quedado adheridas en el parabrisas.
También habían quitado los vestigios de las mariposas nocturnas pegados al radiador del vehículo.
Prometí pasar al regreso.
Surqué la ruta que me llevarían al centro  del país.
Mi destino era Córdoba.
A los costados del cambio el paisaje parecía muerto, el verde había cambiando por el ocre de la sequía.
Los animales morían de hambre y sed.
Los recuerdos se agolpaban en mi mente.
En las sierras cordobesas años atrás y por vez primera me había subido a un árbol.
Mi héroe preferido, mi padre, con paciencia me bajo de las alturas tenía seis años.
Hoy treinta años después, siento el ardor que provocó la rama de un árbol en mis piernas.
El dolor de la infancia no logró que claudicara en mis intentos  de explorar lo desconocido.
Recuerdos color sepia quedaron registrado en una foto.
Hoy siento como entonces las caricias de mi padre, las lágrimas de impotencia al observar la inmensidad desierta de naturaleza.
Las lágrimas sucumben ante los recuerdos.
Las heridas  de la tierra me retrotraen a aquella temporada de vacaciones.
Estoy a punto de llegar a la Catedral de Córdoba.
Ingreso sin necesidad de portar una mantilla que cubra mis cabellos.
Admirada redescubro los frescos que adornan  los techos cóncavos.
Elevo mi oración por todos, por los amigos y también por aquellos que se vistieron de tales.
No guardo rencor hacia nadie, por ellos rezo para que un Ser Superior los ilumine.
Antes de despedirme de la Catedral le pido a la virgen María que derrame lágrimas, tantas que puedan borrar las heridas que  el suelo dejó al descubierto.
La flor en el espejo está intacta, una delicada fragancia  indica que voy por el camino correcto.
Serpenteo valles y quebradas, convoco a la lluvia, antes de llegar a las cercanías de Mina Clavero me detengo ante la imagen del Cura Brochero, a él le dejo mis plegarias.
Reinicio el camino, Estela me espera en su casa.
En ese instante comienza la lluvia tan anhelada, tan necesaria.
No pude disfrutar de las aguas cristalinas de unos de los ríos que alimenta su caudal.
Rumoroso le canta a las piedras.
Por fin la lluvia apareció esplendorosa vestida de gotas cristalinas.
Pasé varios días en la región, la lluvia celestial ha propiciado que no haya grietas en la tierra.
Debo desandar el camino.
Me conmueven los colores verdes recuperados.
Los animales abrevan en los arroyos semanas atrás extinguidos.
Las garzas muestran siluetas espectaculares al borde del agua.
Corto camino por rutas desconocidas el paisaje es de ensueño, la lluvia es mi compañía.
Manejo con prudencia, en pocos días estaré abrazando a  mis seres queridos.
Sé que la lluvia rebosante de lágrimas ha posibilitado que el paisaje fuera diferente.
Pertinaz, consecuente ha convertido la tierra árida en floreciente simiente de nuevos desafíos, todo reverdece cuando la esperanza es el  único derrotero.
Solo te pido que me acompañes con tu pensamiento,no es mucho si anhelamos un mundo mejor.