Monday, December 23, 2013

CUSTODIO DE LA LUNA



Los abuelos repartieron en vida su inmensa fortuna.
Era la única manera de evitar posteriores discusiones entre los herederos..
Cada uno de sus hijos recibiría una casa, lo mismo que sus cuatro nietos.
Propiedades ubicadas en distintos lugares del mundo era su voluntad y debían aceptarla.
Quien no estuviera conforme con lo recibido podía vender o legar a otros los bienes.
Esos otros también habían sido elegidos por los ancianos, quien despreciara la herencia tenía la obligación de cederla a instituciones que albergaran niños desamparados..
Mery y Michel se habían conocido en Escocia,, ella era menor de edad por lo que tuvo que obtener el permiso de sus padres para contraer matrimonio con ese hombre tan apuesto.
Alto, fuerte de cabellos negros y ojos tan azules como los zafiros.
Las obligaciones de Michel lo retenían mucho tempo en Londres.
Esas estadías tan extensas fortalecían el amor que se prodigaban.
Cuando supieron que estaban esperando el primer fruto de un amor profundo decidieron mudarse a una mansión en las afueras de Londres.
La feliz pareja trajo al mundo cuatro hijos varones, desistieron de buscar una niña, tomarían como hijas a las mujeres que aquellos en el futuro eligieran como esposa.
Michel no le temía al trabajo, el estudio de arquitectura funcionaba de maravillas, todos sus esfuerzos estaban dirigidos a dejarles un buen pasar a sus herederos.
Todos cursaron los estudios en los mejores colegios.
Por las tardes los profesores asignados los preparaban en idiomas, así fue que con el tiempo todos dominaban a la perfección cuatro lenguajes diferentes.
Mientras los jóvenes estudiaban la pareja se dedicaba a abrir otras sucursales del estudio en diversas partes del mundo.
Regresaban a Londres para el casamiento de sus hijos o el nacimiento de sus nietos.
Tuvieron a suerte de asistir al enlace de tres de los cuatro nietos.
Nicolás el menor dedicaba sus días a la pintura, dominaba todas las ramas del arte si bien telas y lienzos eran sus preferidos.
Beneficiado por la naturaleza era un hombre por la que suspiraban mujeres de todas las edades, mantuvo varios romances ninguno tan fuerte como para elegir una mujer que lo acompañara el resto de sus días.
Un episodio trágico los reunió en Londres debían despedir a los abuelos que habían fallecido en un hecho confuso.
Depositaron los ataúdes en la misma cripta, la ceremonia fue sencilla y privada.
Esa misma tarde concurrieron al estudio del notario, cada uno recibiría la parte de la herencia que los ancianos habían decidido en vida.
Todos estuvieron de acuerdo con la cláusula especial, prestaron conformidad y cada nieto partió al destino fijado.
En soledad y preso de una tristeza infinita abordó el avión, no sabía si alguna vez su vida de bohemio le permitiría encontrarse con su familia, los amaba como solo un hijo puede querer a sus padres aún cuando su debilidad era la abuela Mery, con ella podía hablar de otras de sus pasiones, las manifestaciones de los cuerpos celestes.
Tenía varios cuadros de la luna en sus distintos estadíos, solo la delicadeza de su alma de artista podía captar los distintos colores que presentaba según hiciera frío o calor o de acuerdo a lo que su pródiga imaginación le dictara.
El tubo que contenía las telas viajaba con el equipaje de mano, él sería el único custodio de sus lunas..
En las afueras del aeropuerto lo esperaba el mayordomo que lo llevaría a su propiedad.
Solícito acomodó el equipaje, no entendió porqué el muchacho no se desprendía del tubo de cuero.
Desde el exterior la mansión era imponente, de piedras grises, en la parte superior supo que había cuatro habitaciones, cada una estaba identificada con una torre, otorgándole aspecto de castillo.
El parque que la rodeaba estaba bien cuidado, el aroma a fresias invitaba a ingresar a la casa.
En la entrada el gran salón estaba presidido por un hogar, al lado un arcón de roble oscuro, como único adorno en la tapa tenía el escudo de la familia..
Mientras el personal subía las maletas, abrió la tapa del mueble.
La sorpresa fue grande, en el interior había otros tubos conteniendo pinturas que revisaría después de la cena.
Mientras ingería los alimentos pidió que el arcón fuera llevado a su dormitorio.
Concluida aquella se despidió de todos amablemente.
Subió a su habitación.
Comenzó a destapar los tubos, extendiendo las telas sobre la amplia cama con dosel.
Las pinturas eran lunas demasiado parecidas a las que Nicolás pintaba.
En una de ellas se podía observar nítidamente el rostro de Mery.
El llanto fue incontenible, se preguntaba quién había pintado esa luna.
Mientras recordaba a Mery una leve brisa se formó en la habitación, el perfume de rosas blancas se intensificaba cada vez con más fuerza.
La emoción lo embargaba, cerro  los ojos para guardar en su alma el momento vivido.
Pudo sentir claramente el abrazo de su abuela, Mery le pedía que se transformara por ella en custodio de la luna.
No fue una ensoñación, era una sensación latente.
Como antes su abuela acompañaría a su nieto predilecto en esta etapa que iniciaba.


Thursday, December 12, 2013

AMOR Y FUEGO




No es natural o habitual que casi al finalizar el año caigan nevadas tan copiosas como la que se produjo  comenzado el atardecer de un quieto día de diciembre.
Diciembre de noches cortas.
En los albores del verano las luces del alba despiden las noches claras, pareciera que están apuradas para mostrar su belleza.
Presurosa la noche se retira a sus aposentos celestiales con su atuendo negro.
Las primeras luces del alba tiñen de colores rosados el firmamento.
Cielo diáfano anticipa una jornada tranquila.
Boris vino a estas tierras alejado de la suya por los disparates de una guerra.
Buscaba un lugar que le hiciera recordar a su tierra amada.
Durante el viaje no departía con los otros viajeros, conocía el idioma de la que sería su patria adoptiva.
Sabía que debería buscar trabajo ni bien bajara la escalinata del barco, sus ahorros le permitirían vivir cómodamente por un lapso de tres meses.
Alojado en una pensión frente al río de aguas color de león, su imaginación volaba a orillas del Volga, el río más caudaloso de su patria querida.
El corazón comenzaba a latir rápidamente cuando recordaba a Irina.
Con ella había pasados los días más felices.
El destino no les dio tiempo para concebir hijos, hijos fruto del amor más grande que un hombre puede sentir en su paso por la vida terrena.
La guerra sin sentido solo daba a luz terror, terror que se multiplicaba a una velocidad inesperada.
De Irina lo enamoró no solo su belleza caucásica sino sus valores de mujer.
Sin dudas no pasaba desapercibida por más que su atuendo siempre fuera de color negro, tan negro como los pensamientos de quienes habían iniciado el conflicto bélico.
Ocultaba su dorada cabellera debajo de una manta  oscura, con ello lograba se destacaran el color de sus ojos celestes como el agua del congelado mar Ártico.
Mirada cristalina a la que el frío siempre le arrancaba una lágrima
¿Qué decir de su rostro?
No había palabra certera que pudiera calificar tanta belleza, boca insinuante del color de los rubíes que la época siniestra le impediría conocer.
La atracción fue mutua, no tardaron en consagrar el matrimonio.
Se amaron de manera indescriptible pese a las circunstancias que vivían.
A orillas del Volga construyeron el hogar que los alojaría.
Compraron animales que Boris vendía en el mercado de la Ciudad más cercana.
No necesitaban lujos, el amor que se prodigaban cubría los faltantes.
Boris se despidió de su mujer amorosamente.
Se dirigía al mercado, sabía que por la calidad de sus animales recibiría una buena paga.
Era el momento preciso de llevarle a Irina un cintillo de rubíes, rubíes semejantes a la boca de su esposa en la que tantas veces había abrevado su amor sediento.
Mientras tanto ella cocinaba para el amor de su vida.
Celebrarían con buen vino los días de amor compartido.
Boris regresaba  montado en un caballo a su casa, en el bolsillo del chaleco guardaba el anillo.
El potro en un instante se detuvo, instante en el que solo se escuchaba el sonido de las bombas asesinas.
Boris enlazó el caballo a un árbol, comenzó a correr desesperadamente hacia su casa.
Las esquirlas de un explosivo habían herido mortalmente a su mujer.
Acompañó su agonía.
Finalizados los funerales los restos de su amada esposa fueron cremados.
Guardó las cenizas, el absurdo comportamiento de los hombres sin corazón habían convertido a su mujer en despojos.
Nada tenía que hacer en la casa.
La huída era el único camino.
No viajaría solo, las cenizas de Irina lo acompañarían mientras viviera.
Boris era un visionario, al ver la ciudad de la patria nueva se dio cuenta que no era un sitio para pasar el resto de sus días.
Arrendó un campo en suelo sureño.
El negocio funcionaba de maravillas.
El ganado lanar era de óptima calidad.
La soledad siempre sería su compañía, el recuerdo de Irina era constante.
La fortuna acumulada le permitió no trabajar más.
Construyó una nueva chacra en una zona inhóspita frente a otro mar.
En el salón principal un altar contenía la urna con las cenizas de única mujer que había amado en su vida.
La nevada extemporánea precipitó los acontecimientos.
Fue de tal magnitud que arrancó de los árboles los brotes de primavera.
Los cristales de los ventanales vibraban.
El viento rugía con gritos atronadores.
El cielo había mutado a negro como el ropaje de Irina.
Saetas violetas cruzaban el firmamento, iluminando la casa.
Los truenos gritando eran un tormento, pensaba en el pedido de auxilio de su esposa.
Encendió un habano, rápidamente se dirigió al cuarto de herramientas.
De un tractor extrajo combustible.
Abrazó la urna con los restos de su amada,  procedió a destaparla en el mismo minuto que la casa se convertía en llamaradas.
Llamaradas del mismo color de los rubíes que tenía el cintillo que aún guardaba en el bolsillo de su chaleco.
Lloró hasta que las llamas consumieron su cuerpo.
Por fin volvería a compartir la eternidad con ella.


http://www.youtube.com/watch?v=L18b3UQQ49I

Thursday, December 05, 2013

HISTORIA DE UN FLAMENCO



He observado su vuelo sin que el cansancio llegara a extenuarme.
En escuadras perfectas surcaban el cielo límpido formando figuras majestuosas.
Las observaba hasta el preciso punto donde una línea imaginaria pareciera unir el mar y el horizonte.
Horizonte que era fácil detectar mirando las distintas coloraciones de la esfera celestes.
El amanecer era pródigo en colores naranjas, la noche se retiraba a sus aposentos eternos para que los rayos de luz iluminaran el paisaje.
Por las tardes, el cielo cambiaba de atuendo, destacaban púrpuras y rosados en su vestimenta.
Algunos jirones de nubes plata oficiaban cual costosas gargantillas de platino invitando al dulce placer de volar con la imaginación.
Quería ver más,  aún cuando esforzara la visión siempre encontraba límites que había decidido romper para deleitarme con la belleza del lugar.
El silencio permitía escuchar otras voces.
Voces que en  ningún momento se alteraban, melodía capaz de tranquilizar las almas más inquietas.
Reconozco que era una de ellas, necesitaba otorgarle a mi espíritu guerrero momentos de paz, de esa forma adquiriría fuerzas para dar vuelta la hoja del libro del destino y seguir escribiendo sus páginas desde otro lugar.
De regreso seguí meditando sobre todo lo que había ocurrido en el último tiempo.
El espacio de las letras había sido saqueado, como todo saqueo la violencia verbal imperaba en el lugar.
Desconocía a quienes otras veces me habían acariciado el alma.
No fue un acto revolucionario, esos movimientos dejan enseñanza a través de las pérdidas y no es una contradicción.
¿Qué podía esperar de un espacio vulnerado?
Lugar donde se mostraban sin anestesia todas las miserias humanas.
Entorne la puerta para partir de la misma forma que había llegado, en silencio.
Hoy el objetivo era dejar que la naturaleza me sorprendiera en todo su esplendor.
Llegando a destino encontré un bello flamenco herido, el dolor agudo en sus alas logró que perdiera el sentido de la orientación.
Entendí que su lugar no era a orillas de una playa, debía regresarlo a la vera del lago, cerca de los juncos que el viento hamacaba sin cesar, allí encontraría alimentos y agua dulce para saciar la sed.
¿Cómo lograr que me siguiera?
No lo sabía.
Deseaba verlo erguido para que todos pudieran admirar su belleza singular.
Opté por silbar, no escucharía más que ese sonido convertido en clamor.
Nunca miraría hacia atrás, deseaba que llegara a su hábitat.
El silbido se detuvo con los sollozos nacidos en lo más profundo de mi alma.
El flamenco detuvo su marcha antes de llegar, tenía sed, faltaban metros para llegar al lago.
Encontré un caracol, en él volqué el contenido de la botella de agua que llevaba en mi mochila.
En algún momento el instinto de conservación lo haría llegar allí.
Escondida detrás de los juncos trataba que mi respiración acongojada no lo asustara.
Noté que sus alas estaban anchadas con un líquido oscuro.
Los pasos eran torpes, perdido,lastimado, empetrolado solo la muerte podría apiadarse de él.
Mientras el flamenco hacía esfuerzo por sobrevivir, rogué tener señal en el celular.
No puedo calcular el tiempo que tardó el departamento de fauna en llegar al lugar, para mi fue una eternidad alimentada por la impotencia de no poder prestar ayuda ante la inminencia de la muerte.
Con suma rapidez en el sitio comenzaron a lavarle las alas, no fue difícil ingresarlo a una jaula para continuar el tratamiento.
Ha pasado más de un mes, Gringo, así lo bautizaron, esta tarde será devuelto a orillas del lago junto a otros ejemplares, está completamente curado.
En una de sus alas tiene colocado un chip de última generación
Gringo volverá a mostrar su figura majestuosa a orillas del lago, estará en el sitio del que jamás debió salir.
El lago se ve diferente con su figura y otras de su especie.
Transito un estado de felicidad, Gringo pudo regresar a su espacio.
Algún día no lejano e contaré que por propia decisión he decido transitar por otros caminos.
Caminos que celebran las letras sin actitudes míseras.
Caminos cristalinos como el agua que en su recorrido horada la silueta de las rocas.
Caminos nuevos donde de verdad se pueda conjugar el verbo compartir.
Tranquilo Gringo junto a tus amigos solo escucharás el agua de las cascadas que no solo le cantan a las piedras, también a ti.


http://www.youtube.com/watch?v=dvgZkm1xWPE