Faltan ocho días para que se cumplan seis meses de tu partida.
Partida que me convirtió en una mujer rota, lacerada por el dolor de la ausencia.
Te recuerdo en cada instante de esto que se parece a una existencia.
El recuerdo de momentos alegres se transforma en llanto al extender los brazos para abrazarte como antes y la realidad me muestra la imposibilidad de hacerlo.
Sé cuanto te dolían mis lágrimas trato de evitarlas pues entiendo que tu mirada llega desde las estrellas.
Te tengo en el fondo de pantalla de la computadora, una foto tan real que quienes te amamos sabemos encontrar tu alma.
Mi familia chiquita está siempre, lamento que la vida no te haya concedido más tiempo para conocer a la integrante más pequeña, un ser que irradia luz con su sonrisa amplia y sincera.
Tan bella por fuera como su interior, también ella es una estrella terrenal, única e irrepetible.
Una mujercita brillante con un futuro inmenso.
Sin dudas una elegida que se convierte en mis ojos que enfermaron con los primeros indicios de la enfermedad que te arrancó de mi lado de manera tan temprana.
Quiero imaginar el paraíso que desde aquella mañana de agosto se convirtió en tu casa.
Me pregunto si allá también existirán los ríos que cantan a las piedras, si el perfume de las rosas velará tu sueño eterno.
Creo que hice lo que pude, no alcanzó para detenerte, en ocasiones el destino elige otros designios para los seres como vos.
Mientras viva te llevaré tatuado en mi alma.
Presente en cada uno de mis pensamientos no voy a cansar de repetir cuanto te quiere tu mamá.
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