Tuesday, August 12, 2008

RECUERDOS DEL DESIERTO




Los turistas no imaginan que entre el mar y la cordillera, el paisaje muestra el desierto inconmensurable.

Han llegado de diferentes países del mundo, el guía los lleva a conocer un puerto de aguas profundas, todos sacan fotos para guardar en sus recuerdos, en la retina quedará el ida y vuelta de grandes embarcaciones que transportarán las riquezas de los pueblos hacia lugares lejanos.

Por la tarde harán una cabalgata por la costa de arenas blancas.

Otro grupo se dedicará a bucear, al principio serán sostenidos por arneses, los más osados bucearán libremente.

Marcos lleva su cámara submarina para capturar las imágenes de las entrañas del océano, a medida que desciende la luz del sol se opaca, en semioscuridad, fotografía todas las especies, graciosas las algas se mueven bailando una danza desconocida, le queda bastante oxígeno en el tanque, suficiente como para llegar a una roca de forma desconocida, obnubilado ante tanta belleza, la fotografía desde varios ángulos, más tarde en la superficie preguntará qué es esa forma rocosa que descansa solitaria en el fondo del mar, no se atreve a tocarla, peces de colores nadan alrededor de ella formando vistosos círculos, parece una escultura olvidada.

Llega a la superficie, comenta con sus compañeros de viaje su descubrimiento todos coinciden en la belleza que emana esa formación rocosa.

Es hora de ir al hotel, el almuerzo compartido los llena de alegría, mañana realizarán otra excursión apasionante.

La tarde libre les permite disfrutar la playa.

Los rayos de sol se filtran por la ventana, desde allí filma la cordillera majestuosa, todos los colores se han fundido en esos picos que intentan acariciar el cielo.

Hoy irán a conocer el desierto, una experiencia diferente.

Las camionetas esperan a los turistas, deberán recorrer cientos de kilómetros, el paisaje va cambiando, atrás en perspectiva pueden observarse los últimos árboles, la cinta asfáltica da paso a la tierra resquebrajada.

A los costados unas cuantas casas de adobe albergan a los lugareños, pocas veces reciben visitas.

Marcos fotografía el caserío, en todas las viviendas en el frente, la imágen de una calavera de ojos rojos pareciera vigilar a los visitantes, en su cabeza llevan una flor de idéntico color a esos ojos que ya no miran.

Una joven descalza los acompañará hasta las puertas del desierto.

Aymará conoce el camino, la brisa suave levanta nubes de dorada arena.

Ella camina descalza, Marcos la fotografía tantas veces como su cámara lo permite.

En el camino de regreso le ofrece conocer otro mundo, donde la vegetación que la muchacha ignora, pródiga puebla la naturaleza.

En un mundo sin miserias comenzará otra vida, esta vez Marcos será su guía para siempre, el desierto solo será un espejimo para estos seres que el destino eligió para transitar juntos idéntico sendero.

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