Tuesday, March 18, 2008

LA CASA DE LOS POETAS

Mantener las puertas sin llaves a veces nos trae sorpresas.
Desde hace bastante tiempo la casa de los poetas, permanecía sin llaves, las mismas habían sido guardadas en un cofre igual a los que usaban los piratas, para guardar las joyas y cosas de valor que obtenían de los asaltos en alta mar, prodigados a otras embarcaciones que como ellos navegaban con rumbo incierto.
La vivienda, estaba ubicada en un lugar de ensueño, al sur de un país que pocos conocían.
A cien metros se encontraban las rocas que con sus filos intentaban sin éxito atravesar el agua para cortarla, tarea imposible, solo lograban que las olas ayudadas por el viento danzaran en forma frenética, levantando la espuma para salpicar con gotas saladas a los que paseaban por la playa.
Esa tarde que anunciaba el cambio de estación un puñado de escritores, después del almuerzo decidieron caminar por la playa, otros que no se acostumbraban al silbido eterno del viento optaron por quedarse en la casa de puertas abiertas a todos aquellos que quisieran visitarla con amor y respeto.
Muchos revisaban las historias que habían construído cual castillos de arena, con la diferencia que éstas permanecerían en algún lugar del espacio, sin caerse.
Algunos se habían conocido personalmente en una reunión de amigos, otros por la distancia no pudieron concurrir, los kilómetros que los separaban se declaraban pseudo vencedores, no sabían que el cariño no tiene límites, el amor puede sobrepasar todas las barreras imaginarias.
Unos pocos se dedicaron a lustrar el cofre que contenía las llaves de la vivienda.
Terminada la tarea, la subieron al altillo, allí estaría protegida, guardando en sus entrañas las llaves que jamás usarían.Nunca,se les ocurriría usarlas, en ese sitio angelado, aún cuando muchas veces, se acercara al lugar donde duermen los sueños visitantes desconocidos que solo intentaban romper la armonía que tanto les había costado conseguir.
Mientras preparaban chocolate caliente, para recibir a los ateridos habitantes que paseaban por la orilla, buscaron un libro de alquimia, ninguno entendía mucho del tema, decidieron guardarlo y buscar la solución por otras vías.
Tenían claro que al tener las puertas de la casa sin llaves cualquier duende inquieto podría ingresar a ella.
También sabían que la voluntad de muchos, podría aniquilar a quien intentara socavar los cimientos de la paz duradera.
Encendieron los leños, sentados sobre la alfombra, cerca del hogar, sometieron la cuestión a votación, por amplia mayoría ganó la idea de no invadir espacios ajenos.
En el instante que aparecieron las primeras estrellas sobre el firmamento, el acuerdo fue volcado en una hoja de fino papel de arroz, por esta vez no utilizarían las computadoras.
El escrito era breve decía: “Ignoremos a todos aquellos que intenten impedirnos hilvanar cuentos, de esa forma nuestro espacio podrá ser de todos aquellos que quieran contar una historia”.

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