Thursday, June 12, 2008

VIAJE ACCIDENTADO

Viajamos en el mismo vuelo, apenas intercambiamos unas sonrisas de cortesía.
Ella estaba entretenida con su laptop, la película, que pasaban en el avión la había visto cientos de veces.
Las revistas no eran muy nuevas, solo podía admirar las fotos.
La azafata anunció que debíamos colocarnos los cinturones, en pocos minutos aterrizaríamos en el aeropuerto internacional de Moscú.
El trámite en migraciones fue engorroso, mi pasaporte pasó por diez manos, con educación me hicieron pasar a una sala contigua al salón del aeropuerto, en perfecto inglés me informaron que deberían chequear mi identidad.
En ese instante maldije el momento en que decidí cambiar mi look, quería estar diferente, fuí a un estilista, sacrifiqué mi larga cabellera, estaba con pelo cortísimo y de otro color.
Jamás hubiera pensado que el cambio me haría parecida a una espía americana que se había llevado documentación valiosa del Kremlim.
Sentí un escalofrío, por la ventana de la oficina veía la nieve que arreciaba con fuerza, los vuelos se suspenderían hasta que terminara el temporal.
¿Cuánto tiempo más me tendrían demorada en calidad de sospechosa?.
A medida que pasaban las horas mis huesos se congelaban, el frío del invierno moscovita era un castigo, me trajeron un café que se enfrió en el camino de la cocina a la oficina.
Pasaron varias horas, por fín me dejaron salir, el guía que debía llevarme al hotel ya no estaba.
Me costó encontrar un taxi que me llevara al hotel , conseguí un chófer que me acercara al Novotel Moscú.Recién había llegado y quería regresar a Buenos Aires, pocos hablaban en inglés, comunicarme era una tortura.
Opté por disfrutar de la suite que tenía asignada, el agua caliente del baño, me relajaría.
Diluí entre el agua y las burbujas de jabón los pensamientos negativos.
Mañana sería diferente.
Mientras fumaba un cigarrillo admiraba las torneadas torres de la catedral de San Basilio, de noche, iluminada era majestuosa, sus cúpulas parecían salidas de un cuento, atrevida la nieve se deslizaba por ellas.
Me levanté temprano, cambié monedas, quería regalarme algo que me hiciera olvidar las penurias que había pasado el día anterior.
Utilicé bastante ropa de abrigo, pese a que el sol asomaba tímidamente, no se podía soportar el frio.
Estoy en Tverskaya Ulitsa, uno de los centros comerciales más conocidos, la gente pasa apurada, compro unas botas de piel, no me importa que no me sirvan en el futuro, quiero mimarme.
Por la tarde iré a un estilista, quiero colocarme extensiones, volver al tono original de mi cabello, evitaré confusiones.
Creo ver a mi compañera de viaje en el gimnasio, no es ella, el deportólogo me informa que esta mañana partió a San Pablo, buscando un clima más benigno.
Realizaré todos las excursiones pactadas, pese al frío insoportable.
Mi Buenos Aires querido, pronto te volveré a ver.

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