Hoy quiero trasladarte a la época en que transcurrió mi
vida.
Fui la hija mayor de un matrimonio que se amó con la locura
propia del sentimiento que embriaga a los seres humanos, tengo tres hermanos más
pequeños.
Desde chica descarté los juegos tradicionales en una niña,
nada de muñecas o cunas para ellas, preferí estar al lado de mi padre quien me
enseñó la destreza de empuñar una espada, arcos y flechas para subsistir.
A temprana edad recibí la primera espada, de madera, sin
filos que me pudieran lastimar.
Los vikingos acechaban nuestro castillo.
No creas que por ser tal era una mansión, cada piedra rosada
fue apilada por mis padres para protegernos del ataque de los enemigos.
Los vikingos además de fortaleza corporal tenían medios y
armas para sobrevivir.
Recuerdo a mi madre enferma, antes de despedirse de la vida
me regaló la única joya que tenía además de su alianza matrimonial.
Lloré su ausencia, pronto debí aprender las tareas para
salir adelante, educar a mis hermanos, ser un poco la mamá que no llegaron casi
a conocer.
Dicen que soy una mujer hermosa, no lo sé, aún no encontré
el amor, tengo veinte años, me conoce con el nombre que adopté como guerra,
para mi gente soy el Águila.
Águila que prefirió vestir ropas informales para poder
combatir a los intrusos que querían adueñarse de nuestra propiedad.
Nunca dudé en acompañar a mi padre a los bosques, cualquier
animal sería una presa que nos permitiría subsistir.
Mi caballo me lleva a todas partes, juntos somos una multitud
en estado de alerta para defender nuestro territorio.
Visto un simple pantalón, una camiseta holgada para ocultar
mis formas y una chaqueta de cuero con piel.
Inevitablemente el yelmo que utilizo para protegerme oculta
el manto de mi cabellera y mi rostro.
En la bota derecha escondo mi espada.
He visto morir a mi padre, una flecha le atravesó el corazón.
Ante su cuerpo inerte juré ser un soldado más.
Sé que el tiempo no será suficiente para calmar las
profundas heridas que llevo en el alma.
Mis brazos están cubiertos de cicatrices, cicatrices que son
condecoraciones de batallas ganadas a los vikingos.
Mi carácter fue templado por el dolor.
Fuimos al bosque a cazar, allí tomamos prisioneros a
representantes del invasor.
No voy a negarlo, me enamoré de un prisionero, un vikingo
apuesto, portador de la mirada más bella que recuerdo.
Pude sumergirme en sus ojos del color del océano con pasión.
Me entregué con amor, disfrutamos cada instante que pasamos
juntos.
Salvó a uno de mis hermanos de la sed de sus pares, sed de
venganza, sed de matar,
Reprimí mis emociones al despedirlo, entendí que tenía que
volver con su gente.
Mi lucha seguirá, estoy dispuesta a deponer los sentimientos
que apresan a cualquier mujer luchando por los míos.
Ellos confían en su Águila, nunca los defraudaré aún cuando
por dentro vaya muriendo mi corazón.
Tal vez mañana cuando la paz impere en nuestro territorio,
puede ser como una rosa que abre sus pétalos fragantes en la tibieza de tus
manos hoy lejanas.
No es tiempo de capitular, solo tengo la certeza que jamás
pederé la capacidad de soñar.
http://www.youtube.com/watch?v=BYlV10qTFu8
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