Antes que aparecieran las luces del alba sobre el horizonte
puntualmente llegó la camioneta que nos llevaría a la estación aérea, por un
instante pensé el sacrificio que representaba para los más pequeños levantarse
tan temprano, debo reconocer que una vez más me equivoqué, estaban presurosos
por partir.
En pocas horas un sueño se convertiría en realidad tangible,
un sueño largamente acariciado el reencuentro con los seres más amados que no
veíamos desde hacía un par de meses.
Hemos viajado en todas las horas que te puedas imaginar, a
partir de este viaje estoy segura que elegiremos las horas que anteceden al día,
cuando los rayos del sol no se ven, cuando la vanidad de la luna que se sabe
esplendorosa se resiste a despedirse por unas horas, horas que permiten ver que
del cielo se desprenda una estrella fugaz, estrella de caminos solitarios y
destino incierto, estrella que saluda a las otras que tampoco quieren dejar de
titilar.
En el aeropuerto hay pocos pasajeros, los empleados están de
buen humor, ninguno tiene en su cara rictus de cansancio, cansancio que llega
después de un día agobiador.
El bus nos llevará a la pista, el pájaro plateado hace rugir
las turbinas, un ruido que deja de ser ensordecedor cuando de cumplir anhelos
se trata.
Sonido ronco que atrae sin él no podríamos llegar al destino
elegido.
La azafata ayuda a subir a los más pequeños, en su rostro
tiene pintada una sonrisa permanente, apenas está maquillada, el marco de la
sonrisa tiene los mismos colores que un rubí.
Cedo la ventanilla, muchas veces tuve la oportunidad de
observar el colchón de nubes por el que parece deslizarse el gigante de acero.
El despegue fue preciso, inteligente gracias a la
virtuosidad del piloto del avión.
Despojados de los cinturones de seguridad nos dispusimos a
disfrutar de un viaje de escasas horas, sabiendo que la belleza no tiene
longitud.
Conocía el trayecto, las pantallas anunciaban la emisión de
una película muy conocida.
Atrayente para el resto del pasaje no para mi que me gusta
soñar aún despierta.
Los combates suelen atraer en la ficción, no cuando se
conoce la realidad.
Podría haber utilizado la computadora personal, nadie se
hubiera dado cuenta, todos estaban inmersos en la película.
Cerré los ojos, la intención estaba lejos de evocar al
sueño, sueño que no tenía.
Cerré los ojos para que mis alas imaginarias pudieran desplegarse.
Viajé a un sitio que conocía, en poco tiempo me encontré en una Basílica, no
importa el lugar geográfico donde estuviera erigido, importa que esa basílica
como tantas otras sufrió los efectos de la desidia del hombre.
Antes que cayeran las torres principales por efecto de la
falta de atención, hubo otros fenómenos climáticos que no la afectaron.
Después de mucho papeleo y trámites burocráticos las torres
fueron reinstaladas, las cruces de
hierro negro son la guía de quienes no la conocen.
La fragancia de azucenas y rosas blancas me invitaron a
ingresar.
Sentí dolor e impotencia, las alfombras rojas del pasillo
central habían sido comida predilecta de los insectos, manchas amarillas
contrastaban con el color sangre original.
Pensé que el majestuoso órgano ubicado en uno de los
laterales lloraría sus acordes, no ocurrió, le faltaba una pieza que no se
fabricaba en el país.
¿Cómo se puede cerrar una importación de semejante magnitud?
Es lo mismo que dejar morir millones de libros en un
volquete a la intemperie, libros que el abandono puede lastimar.
Traté de recomponerme ante la impotencia, no pude o no
quise.
Sequé mis lágrimas, no permanecería mucho tiempo en ese
lugar, lugar que cobija al peregrino sin preguntarle de dónde viene o hacia
donde va.
Afuera la estrella más grande regala rayos dorados.
Espero que esa luz sea tan poderosa para llegar al corazón
de quienes ostentan el poder.
Una nube en este viaje de placer y encuentro con la familia,
una nube que es posible disipar si todos nos proponemos tener un cielo celeste
donde todos tengan cabida.
Una nube que se disolverá sin convocamos los vientos de la
libertad.
Una nube con la potencia suficiente para obtener cielos límpidos,
cielos donde solo tenga cabida la honestidad.
Cielos para el que quiera rezar o cielos para el silencioso
de otras culturas que solo desea un espacio para compartir en paz.
http://www.youtube.com/watch?v=pwp1CH5R-w4
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