Pese a la hora aún se puede observar claridad en el
horizonte.
El día se niega a despedirse teme que tal vez sea el final
sin avizorar que mañana montado a las luces del alba aparecerá nuevamente para
que sigamos disfrutando cada día que nos regala la vida.
Aguzando el oído es posible escuchar el último trino de los
pájaros antes de llegar al nido.
Acompasado el movimiento de las alas permite adivinar una
noche de amor en el pequeño refugio construido en las ramas fuertes del árbol.
Aves que no tiene vértigo al recrear el amor en la morada
elegida.
Suave la brisa otorga movimiento a las nubes empeñadas en
opacar las primeras luces de las estrellas titilando en un cielo que no ha
llegado a la negrura de la noche.
Eterna entre las ramas de las especies del lugar aparecerá
recortada la cara de la luna.
Más allá pueden observarse los picos eternamente nevados de
la precordillera sureña.
Giro la vista, difusas imágenes me recuerdan que allí vive
el océano.
Esta noche estival se muestra tranquilo.
Ha decidido hacer honor a su nombre, la ausencia de viento
impedirá que ruja como si fuera una fiera hambrienta.
Apenas se notan las crestas de las olas, espumosas coronas
morirán en la playa dejando vestigios de
su efímera vida marcada en la arena.
Fascinada observo el paisaje de esta noche atípica.
Momentos fugaces de soledad que disfruto oyendo los sonidos
de la naturaleza.
La noche siempre ha sido asociada con el misterio.
En estas horas es posible que alguna pareja dirija sus pasos
a los refugios del bosque para dar rienda suelta al más bello de los sentimientos.
Susurros de amor se
mezclarán con los sonidos de la noche.
Éxtasis y plenitud bajo un manto de estrellas.
Nocturno será el único testigo de la entrega amorosa,
apasionada.
Realizo el camino inverso para llegar a mi casa.
Asciendo los escalones naturales formados en las rocas.
Débil se escucha mi música favorita, notaré la fuera de las
notas en la medida que me acerque.
No tengo apuro.
La mirada rodea el paisaje majestuoso.
En el último tramo de la escalinata la luz de mercurio
muestra su cara anaranjada.
Cerca de la columna alguien ha depositado una pequeña caja.
La curiosidad logra que acelere la marcha.
Se trata de una caja simple confeccionada en madera noble.
La forma imita a los baules antiguos.
Quiero saber qué contiene.
La levanto con cuidado, la tapa está entreabierta.
Perfumada luce una rosa sin espinas, está apoyada sobre algo
que no alcanzo a definir.
Sentada en el escalón de piedra puedo observar mejor, debajo
de los pétalos de la fragante flor se encuentra un puñado de letras.
No tengo dudas, están dormidas, son mis letras las que
descansan.
Procuraré acunarlas en el camino.
Más tarde les contaré que las he extrañado.
En muchas ocasiones se han ido sin avisarme.
Esta vez parecía que el tiempo se había detenido.
Pese a que las convocaba, vanos fueron mis intentos.
Cuando despierten les rogaré que no se alejen por tanto
tiempo.
Sabrán que sin ellas me veo impedida de dibujar paisajes que
ilustrarán las historias de mis eternos juegos de letras.
Nos hemos reencontrado, la felicidad es completa.
No comments:
Post a Comment