Selene pasea por los jardines de la amplia mansión que habita,
en el parque poblado de árboles muestran su desnudez al universo.
Un gorrión tímidamente gorjea, es tan pequeño que teme por
una eventual caída, pese a lo diminuto el ave muestra su destreza saltando de
una rama a otra.
A un costado cerca de los canteros se ubican los juegos de
sus nietos, en ese instante los recuerdos aparecen, nítidamente observa la
figura de los niños en la calesita, los más grandecitos ríen en el sube y baja,
ve las manitas de los que se mecen en las hamacas.
Imposible no derramar las primeras lágrimas los pequeños
hace tiempo residen en el exterior.
Los ve todos los días a través del monitor de la
computadora, escucha sus voces, los te quiero metálicos no alcanzan para paliar
la tristeza que la aprisiona al no poder abrazarlos, besarlos.
Los hijos insisten con la venta de la propiedad, con ellos
se sentiría más acompañada, dejarían de ser una familia desmembrada.
Ante el requerimiento de aquellos les dice que jamás
abandonará esa casa, allí vivió con el amor de su vida, cumplió el sueño de
formar una familia, fue madre, ese es su lugar, no lo dejará hasta que parta.
La brisa mueve los pétalos de los ciclamen, puede afirmar
que nunca había visto los colores del crepúsculo tan hermosos, siente frío, la
suave brisa se ha transformado en viento.
Es hora de ingresar a la vivienda, pese a que la zona es
tranquila asegura puertas y ventanas.
No tiene apetito, beberá un jugo, no le agrada cocinar para
ella sola, tampoco siente deseos de usar el microondas para calentar la comida
preparada con antelación.
Las gotas de café caen en el recipiente cristalino de la
cafetera, más tarde se servirá un pocillo, sin azúcar tal cual se acostumbró a
beberlo con el único hombre que le otorgó sentido a su vida, hoy no está más
que en los recuerdos.
El fuego encendido no es suficiente, agregará unos leños, el
crepitar de los nuevos forma chispas, inmediatamente tomarán el color rojizo,
rojizo, encendido como aquellas pasiones compartidas.
Cierra las cortinas, ya no le atrae la llegada de la noche
solitaria, solitaria como su espíritu.
El sillón está cerca de la chimenea, leerá hasta que pueda
entregarse al sueño.
Siente cansancio en la vista, por un momento deja el libro
en su falda.
Cierra los ojos quiere evocar a sus amores, temprano lo
escuchó vía Internet.
El reloj de péndulo marca el tiempo, cada hora es un sonido
que no la distrae.
Aparentemente ha entrado en un sueño profundo.
Doris la asistente, apura el paso, no quiere llegar tarde
después de dos días de descanso.
Revisa el bolso, no encuentra las llaves, llama a la puerta
reiteradamente,
La inquietud la invade, solo silencio.
No puede observar nada por las ventanas, algunas tienen las
persianas bajas, otras las cortinas corridas.
Las autoridades ingresan a la casa, no ha vestigios de la
dueña.
Piden refuerzos, metro a metro la casa es revisada, no ha
quedado un solo lugar sin inspeccionar, en la cocina la cafetera silba, el café
está derramado fuera del recipiente, no hay ningún signo que indique que la
casa fue violentada.
Los leños están apagados, en el sillón descansa el libro que
leía su dueña, sobre las páginas los lentes.
Han pasado varios días, nadie ha sido capaz de dar con el
paradero de la moradora de la mansión, otra vez el péndulo del reloj emite su
sonido, pareciera un pedido de auxilio.
Los meses transcurren el enigma de la mujer solitaria aún no
ha sido resuelto.
http://www.youtube.com/watch?v=zcGdP1LidDs
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