Wednesday, February 25, 2015

LABERINTOS DE LA VIDA



La degradación del ser humano me produce un dolor que difícilmente se pueda explicar.
Siento temor, mejor expresado terror a la violencia, no a la física sino a la verbal que cual filosas dagas perfora el corazón.
No es fácil reprimir las lágrimas ante la impotencia.
Quien ataca sabe que está en inferioridad de condiciones y por ello lastima con latigazos en el lama.
No es más poderoso quien grita al indefenso, es más fuerte aquel que soporta todo en silencio.
Muchas veces me he preguntado hasta cuando es capaz de resistir un ser umano cuando se sente desamparado.
¿Hasta cuando podrá guardar silencio?
No desea reaccionar con violencia, sabe que el otro cuando está alterado no entiende razones.
Lamentablemente ella está en presencia de un ser autoritario y con una gran dosis de soberbia, por eso prefiere llorar en silencio.
De muchas acciones fue advertido antes que ocurrieran sin embargo el capricho miserable logra tergiversar la realidad y que la culpa recaiga en el más débil.
No más débil porque este huérfano de pensamientos o raciocinio, sino que padece la orfandad de quienes han perdido un ser querido que era como el tutor que precisa el árbol cuando crece.
El más joven sigue galopando en el autoritarismo, se siente con fuerzas, a tal punto que la discusión termina en lágrimas.
No son lágrimas producidas por la persona que la ha dejado desamparada, son lágrimas que nacen de un sollozo para decirle al otro que si no cambia de postura su vida se convertirá en un infierno.
No se puede ser el rey de los muertos.
No es justo amenazar al que aparenta ser más débil con enterrarlo y sentir felicidad mientras la tierra cubre las maderas del ataúd.
Esa actitud es siniestra, enfermiza.
¿Cómo se puede sentir felicidad cuando a un ser querido que no quiso estar sepultado las paladas del sepulturero le van cubriendo poco a poco el rostro oculto detrás de la frialdad de la madera?
¿No es verdad que se hace lo que se puede?
Ese es el pensamiento de un soberbio que tiene el alma enmudecida por la avaricia y proyecta sus propios errores en el ser que siempre lo cuidó.
Ser que subestima con sus actos al que supuestamente cree en inferiodidad de condiciones.
Ser al que si pudiera quemarlo en una pira no dudaría en hacerlo.
El débil soporta, me pregunto hasta cuando.
No la dejan llorar su pérdida.
Los protagonistas de esta historia tienen conceptos diferentes de la vida, el amor y la muerte.
Una sueña el otro castiga sin utilizar el látigo.
Como narradora de esta historia tan triste espero que Dios le conceda a ambos la sabiduría necesaria para soportar las cargas del destino.
El laberinto recién comienzan a transitarlo, solo deseo que en el fin del mismo ambos personajes puedan encontrarse..

  • Este relato está basado en una historia de la vida real.


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