Se siente incómoda en el cordón de la vereda.
Por su peso no pudieron subirla al canasto para que esta noche el recolector de residuos sin conocer lo que guarda en su interior la lleve junto a las otras a un destino donde su carga inexorablemente será aplastada,
Destrozos que quedarán a la intemperie en un sitio conocido como basural.
En el interior de la bolsa los libros discuten.
Consideran que no están en mal estado como para que sean tomados como cualquier desperdicio.
Quien los arrojó en el interior de la bolsa los condenó a muerte sin pensar que podían ser útiles en cualquier biblioteca vecinal, en una escuela.
Estar mucho tiempo en la oscuridad no les permitía calcular el horario.
Rogaban que algún curioso abriera la bolsa o en el peor de los casos los perros de la calle rompieran la bolsa.
Nada de eso ocurrió.
Los libros estaban impacientes, no querían moverse demasiado para no aumentar el calor.
En otro lugar de la ciudad Gabriel prepara su carro.
Vive junto a su esposa, una mujer bella con una mirada de color verde azulado que recuerda al mar en verano.
Están construyendo la casa de material.
El deseo es terminarla. Antes de la llegada al mundo del primer hijo que han concebido con un amor puro y cristalino.
Por la mañana Gabriel trabaja en un centro acopiador, allí recicla los deshechos que expulsan los camiones recolectores.
El sueldo no es atractivo sin embargo le permite comprar los materiales para la casa y también le brinda la posibilidad de contar con una obra social para atender a su esposa y en el futuro al bebé.
Por la tarde prepara el carro, mientras sujeta a Halcón lo acaricia, le habla como si fuera una persona.
No olvida llevar agua para que el fiel animal no sufra sed.
Comenzará el recorrido más temprano, sabe que saliendo antes que caiga el sol tiene más posibilidades de encontrar cartones y botellas que depositará prolijamente en el carro.´
Cierra las bolsas cuidadosamente cuando termina de extraer el contenido que le resultará útil.
Los libros contienen la respiración, presienten que ha llegado su salvador.
Gabriel queda atónito al desatar la bolsa.
Los libros parecen sonreírle, a su manera agradecen que no serán triturados.
Gabriel se siente feliz.
Llegará más temprano a su casa, abrazará a su mujer, participará a su amor del pequeño tesoro encontrado.
La pareja condena a quien con desidia arrojó los libros a la oscuridad.
Se quedarán con algunos ejemplares.
Eligen cuentos para niños, el resto será llevado a la biblioteca del barrio.
Ese acto de solidaridad permitirá que personas de todas las edades puedan disfrutar del placer que provoca la buena lectura.
https://www.youtube.com/watch?v=CRyGVuvR...
Por su peso no pudieron subirla al canasto para que esta noche el recolector de residuos sin conocer lo que guarda en su interior la lleve junto a las otras a un destino donde su carga inexorablemente será aplastada,
Destrozos que quedarán a la intemperie en un sitio conocido como basural.
En el interior de la bolsa los libros discuten.
Consideran que no están en mal estado como para que sean tomados como cualquier desperdicio.
Quien los arrojó en el interior de la bolsa los condenó a muerte sin pensar que podían ser útiles en cualquier biblioteca vecinal, en una escuela.
Estar mucho tiempo en la oscuridad no les permitía calcular el horario.
Rogaban que algún curioso abriera la bolsa o en el peor de los casos los perros de la calle rompieran la bolsa.
Nada de eso ocurrió.
Los libros estaban impacientes, no querían moverse demasiado para no aumentar el calor.
En otro lugar de la ciudad Gabriel prepara su carro.
Vive junto a su esposa, una mujer bella con una mirada de color verde azulado que recuerda al mar en verano.
Están construyendo la casa de material.
El deseo es terminarla. Antes de la llegada al mundo del primer hijo que han concebido con un amor puro y cristalino.
Por la mañana Gabriel trabaja en un centro acopiador, allí recicla los deshechos que expulsan los camiones recolectores.
El sueldo no es atractivo sin embargo le permite comprar los materiales para la casa y también le brinda la posibilidad de contar con una obra social para atender a su esposa y en el futuro al bebé.
Por la tarde prepara el carro, mientras sujeta a Halcón lo acaricia, le habla como si fuera una persona.
No olvida llevar agua para que el fiel animal no sufra sed.
Comenzará el recorrido más temprano, sabe que saliendo antes que caiga el sol tiene más posibilidades de encontrar cartones y botellas que depositará prolijamente en el carro.´
Cierra las bolsas cuidadosamente cuando termina de extraer el contenido que le resultará útil.
Los libros contienen la respiración, presienten que ha llegado su salvador.
Gabriel queda atónito al desatar la bolsa.
Los libros parecen sonreírle, a su manera agradecen que no serán triturados.
Gabriel se siente feliz.
Llegará más temprano a su casa, abrazará a su mujer, participará a su amor del pequeño tesoro encontrado.
La pareja condena a quien con desidia arrojó los libros a la oscuridad.
Se quedarán con algunos ejemplares.
Eligen cuentos para niños, el resto será llevado a la biblioteca del barrio.
Ese acto de solidaridad permitirá que personas de todas las edades puedan disfrutar del placer que provoca la buena lectura.
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