Sauces de melena quieta circundan el lago de aguas profundas.
Asemejan fantasmas inmóviles que solo despiertan de su
letargo cuando la brisa con su silbido tenue y parejo corona de espuma blanca
que se multiplica hasta el infinito el espejo de agua.
Los ruiseñores han regresado a sus nidos, deben enseñarle
los primeros gorjeos a sus crías recién nacidas.
El cielo acompaña la escena con su ropaje púrpura y rosado.
Jirones de nubes intenta sin éxito ocultar la cara lastimada
de la luna.
Una luciérnaga con sus pequeñas luces convoca a otras de su
especie que lentamente se desperezan entre las matas de hierba en flor.
Amarillos pálidos, blancos prístinos cortan el verde del
follaje.
Más allá el muelle donde los ocasionales pescadores esperan
las burbujas transparentes del agua, ellas señalan que allí hay peces de lomo
plateado que luego devolverán con destreza al agua, intentando que los anzuelos
no lastimen el paladar de aquellos.
Ese lugar es mi preferido cuando deseo calmar la tempestad
de mis emociones.
Lentamente de mi espalda comienzan a desplegarse alas
imaginarias.
Quero legar a la cúspide de los cerros que no conocen la primavera
y para deleite de todos mantienen coronas de nieve eterna.
Desde ese lugar óptimo puedo observar el majestuoso paisaje.
A lo largo de los años he aprendido a interpretar los
sonidos del silencio.
Vuelos que me permiten conectarme con el universo.
Descenderé por el mismo sendero, ahora sin alas.
Quiero pisar las piedras que alguna vez impetuosamente
escalaron los montañistas.
Necesito oxigenar mis pensamientos, descartar todo aquello
que resulte nocivo y pueda contaminar mi propia esencia.
En el camino saludo a un relámpago, veloz como una saeta
surca el cielo.
Le pido a mi amigo el viento que libere el paso de la
tormenta.
Estoy legando a mi lugar, el muelle.
Desde allí veré como el agua cristalina horada las piedras.
Observo tu silueta en mi lugar.
Se percibe la tristeza que te embarga.
Silenciosa observo tu rostro cubierto de lágrimas.
Apuro el paso es necesario que vaya a buscar u termo con café para compartir.
Intentaré paliar tus penas.
Al principio te muestras hosco, huraño, me respondes con
monosílabos, tus si y no van despejando el trayecto para que pueda llegar a tu
alma.
No tengo apuro, dejaré que te tomes el tiempo necesario para
que quites los cerrojos que has impuesto a tu corazón.
Todo fluirá si el destino sí lo quiere.
Tu rostro demacrado me conmueve, intuyo que has llorado más
de lo necesario.
No tardarás en contarme tus padeceres.
La vida fue demasiado generosa contigo.
Nada material te ha faltado, sin embargo no alcanzó para que
disfrutaras el placer de despertar cada mañana.
Olvidaste escuchar el trino de los pájaros apoyados en el dintel
de tu ventana.
Muchas veces amaste
sin ser correspondido.
No comprendiste que allí no terminaba el mundo, estabas
sumando experiencia.
Olvidaste el viejo axioma que dice que todos los días se
aprende algo.
Escuchar tu historia estruja el corazón del más compuesto.
Te pedí permiso para darte un abrazo fraterno.
Temblabas como la última hoja que el viento del otoño
desprende del árbol sin saber que la misma podía caer en suelo firme para ser
pisoteada por cualquier terrenal o que el mismo viento a elevaría al espacio.
Entendí tu cansancio, el hastío y rencor que sentías hacia
la vida aún cuando esta no fuera responsable de tu proceder.
Solitarios celebramos un pacto para que pudieras
reconciliarte con tu destino.
Es tarde.
Te prometo que mañana regresaré a la misma hora.
Entenderé tus silencios.
Quiero transferirte momentos felices, momentos compartidos
en los que la desilusión te llevó a descreer.
Si lo deseas seré la hermana que no has tenido, quiero
ayudarte para que sepas que más allá de cualquier circunstancia a vida merece
ser vivida a pleno.
Un pacto que no medirá el reloj del tiempo.
Un pacto en el que seré como un pilar para cuando necesites
apoyarte y seguir caminando.
Juntos seremos peregrinos de la vida cada día de nuestras
existencias.
https://www.youtube.com/watch?v=XZlO_mNYCL8
No comments:
Post a Comment