La copa de los arrayanes se une en lo alto formando un tapiz
de tonalidades verdes y platas que impiden ver el cielo celeste en plenitud.
Troncos rugosos de color canela sostienen esa belleza inigualable
que será disfrutada por habitantes de la región y turistas llegados desde
distintos lugares del planeta.
Han sido dos horas de viaje.
El lujoso catamarán parecía deslizarse lentamente sobre las
aguas del lago azul.
Durante todo el trayecto las gaviotas acompañaron el navío montadas
en la estela espumosa blanca como la nieve que orgullosa corona la cúspide de
los cerros aún en pleno verano.
Celulares y máquinas fotográficas capturaban la
majestuosidad de un paisaje que podría definirse como único en el mundo.
El capitán de la embarcación saludaba a quienes regresaban
de la excursión haciendo sonar la sirena.
Solo en un tramo las navegaban en silencio, el guía explicó
que sobre la ladera de los cerros se encontraban nidos de cóndores a los que
era preciso no asustar.
Desde las ventanas panorámicas se podía apreciar el muelle
en el que con profesionalismo la tripulación anclaría el catamarán para dar comienzo
a otra parte de una aventura inolvidable.
El viejo puente de madera parecía esperar el paso de los pasajeros.
Cientos de pájaros surcaban el horizonte obsequiando
murmullos melodiosos.
Debajo de las maderas que conforman el puente el agua
cristalina no se cansa de cantarle a las piedras..
Los más arriesgados no dudan en zambullirse en las aguas del
famoso Nahuel Huapi
La temperatura del agua les indicará que tienen que emerger.
Emilio es la primera persona que encontramos, es el
responsable de la venta de entradas y entrega de catálogos para conocer con precisión
la isla fantástica.
Hace años vive en el lugar.
La propiedad que habita parece salida de un cuento.
Como cualquiera de nosotros conoció la isla y se enamoró del
lugar.
Concurrió a la escuela de guardaparques, ni bien obtuvo el título
quiso que ese fuera su destino permanente.
Allí conoció al amor de su vida, allí nacieron sus
herederos.
Allí los despidió
cuando quisieron mudarse a la ciudad, allí en un cofre guarda las cenizas de su
mujer.
Memorioso nos recuerda que tomemos precauciones en ese sitio tan agreste, nos pide que evitemos fumar mientras dura la visita.
Caminará con nosotros hasta el anfiteatro donde el guía dará
una charla informativa.
Conoceremos la historia del parque de arrayanes.
Sabremos que para preservarlo le fueron incorporando tecnología
de última generación con el propósito de prevenir y evitar siniestros.
Los más pequeños corretean por el lugar sin adelantarse demasiado.
En una de las curvas del sendero está ubicada la cascada de
los pájaros, es difícil describir la belleza del espacio.
Cada uno de los trabajadores se ocupa de sus tareas, el uniforme que
visten impone respeto.
La caminata ha sido formidable, hemos capturado todas las imágenes,
las que no están en nuestros dispositivos permanecerán para siempre atesoradas
en nuestras retinas.
En una de las confiterías seremos agasajados con las
exquisiteces de la región.
Emilio está a pocos metros para despedirnos, brindará un apretón de manos y una sonrisa invitándonos a regresar.
Emilio está a pocos metros para despedirnos, brindará un apretón de manos y una sonrisa invitándonos a regresar.
Casi todo el pasaje sube al catamarán.
La sirena llama a los más rezagados.
La chispa de un cigarrillo produce lo inesperado, el fuego se
propaga con rapidez.
A media hora de viaje se pueden observar las lenguas de las
llamas.
Todo es destrucción.
No alcanza el esfuerzo de quienes trabajan en la isla para circunscribir
el incendio, no alcanza que hayan llegado dotaciones para prestar ayuda desde
islas cercanas.
El regreso a la ciudad es triste y silencioso.
Nadie emite sonido, hasta los pájaros han callado sus
gorjeos.
Nadie le encuentra explicación a la sin razón.
El canal de televisión local transmite las primeras imágenes
desde el sitio.
Paisajes de desolación.
Reunidos en el living del hotel no podemos evitar derramar lágrimas
cuando retiran los cuerpos calcinados de los guardaparques.
El cadáver de Emilio jamás se encontró.
En ese paisaje de desolación, en ese bosque destruido que
tardará añares en parecerse a aquello que fue no hay rastros, ninguna señal que
indique que allí hubo un hombre que se quedó hasta el final.
http://www.youtube.com/watch?v=0V8FLjkpd00
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