Con el hombre que la hizo mujer decidió formar una familia.
Formalizado el matrimonio que durante semanas fue tapas de
todas las revistas, periódicos y portales de Internet disfrutaron de una fiesta fastuosa.
Los integrantes del novel matrimonio eran hijos únicos,
herederos de una fortuna incalculable.
Situación que no logró modificar sus valores, valores
adquiridos desde la más tierna infancia.
Desde pequeños supieron que el lema que regiría sus vidas
era ayudar al más necesitado, compartir con aquellos con los que el destino se
había mostrado avaro.
Quizás la palabra adecuada no sea avaricia.
En ocasiones la vida brinda herramientas para subsistir
dignamente y son desechadas por desconocimiento.
En ese punto álgido la tarea era educar, enseñar como
aprovechar cada elemento, incluyendo aquellos que provee la naturaleza.
Por propia voluntad se alejaron del mundanal ruido de las
grandes ciudades, de las fiestas dispendiosas que exigían inversiones que duraban
una noche para que fuera placer de unos pocos.
Sabían que sin ir muy lejos, otros vivían la indignidad de
los desposeídos.
Hacia ellos dirigirían sus pasos.
Montaron la primera ONG en un pueblo alejado de la patria
que habían nacido.
A ellos le enseñaron cómo aprovechar cada elemento que
llegaba a sus manos con el único objetivo de optimizar la calidad de vida, más
allá de las circunstancias políticas o sociales que atraviesa un país.
Se rodearon de ciudadanos dispuestos a dar el tiempo libre,
el éxito los acompañaba.
En tiempo récord todo funcionaba como el mecanismo de un
reloj.
La organización sin fines de lucro fue reconocida e
implementada a nivel nacional e internacional.
Para ese entonces ya tenía un logo y un nombre, “Manos
unidas”.
Disertaban por el mundo explicaban a quienes quisieran
escucharlos que con voluntad se podía acceder a los sueños.
El primer embarazo de la pareja los sorprendió en una isla
paradisíaca.
Como pocos, sabían que no lejos de las playas de aguas azules
y arenas blancas muchos ciudadanos vivían en la más absoluta miseria, miseria
que no se mostraba a los turistas.
Por ellos bregaban día a día.
La noticia del primer heredero fue recibida con alegría, el
crepúsculo frente al mar era el lugar adecuado para un brindis.
La brisa nocturna otorgaba movimiento a las hojas de las
palmeras.
En ese instante decidieron establecerse en un lugar remoto
de su patria amada.
La tecnología les permitiría monitorear la organización.
Viajarían juntos hasta que el destino se los permitiera.
El primer hijo nacería en un lugar de ensueño, no expondrían
al pequeño a viajes continuos.
Lautaro nació mientras la aurora boreal teñía el horizonte
con sus colores rosados, la luz iluminaría el camino del pequeño.
Transcurridos dos años nació Aylen, una niña dotada de una
gran belleza heredada de sus padres.
Desde la cuna mostró un carácter irascible, inexplicable
tratándose de dos niños a los que jamás les había faltado nada.
Cuando llegaron a la adolescencia el papá debió realizar un
viaje relámpago para controlar las organizaciones.
Irina prefirió quedarse con sus hijos, previamente a la
partida pusieron la fortuna a nombre de sus herederos, otra parte estaría
destinada a Manos unidas.
El avión que transportaba a Sergio se estrelló en la sabana
africana.
Imposible recuperar los restos.
Esa tarde el escribano concurriría a la casa del matrimonio
con el propósito de dar lectura al testamento.
Con el legado los hermanos podrían vivir cómodamente el
resto de sus vidas.
Aylen se fastidió cuando supo del dinero que se le otorgaba
a Manos unidas.
Con dinero suficiente logró internar a su madre en un instituto
de salud mental.
Pronto los médicos la declararían insana, su hija ejercería la tutela de los bienes de su madre.
Lautaro de carácter más frágil se había sometido a la voluntad
de su hermana.
En el instituto Irina demuestra estar sana, accede a
tratamientos que no necesita, sabe que su hija lleva una vida disipada, brinda
fiestas en las que se consume alcohol y otras sustancias.
Mañana se cumple otro aniversario de la muerte de su marido,
el hospital le permite a la mujer celebrar una misa.
Irá acompañada de terapeutas que no necesita.
La parroquia está ubicada frente a la plaza del pueblo, cerca
del municipio y el hospital regional..
Vestirán los bancos con azucenas blancas, en el altar las
flores preferidas de su esposo.
Armoniosos los coreutas acompañan la ceremonia.
Irina mantiene las manos unidas sobre su regazo, llora por
el pasado, por el presente ausente de sus hijos.
El ulular de una sirena invade el templo.
Irina corre hacia el hospital, su corazón de madre le indica
que la víctima del accidente es su hija.
Días más tarde autopsia dirá que su hija conducía a gran
velocidad presa de sustancias prohibidas.
Lautaro no hace nada por sacar a su madre de esa prisión de
lujo, terminará su vida en iguales circunstancias que su hermana.
En un descuido de las enfermeras Irina tomará un bisturí,
con fuerza lo hundirá en sus muñecas.
Horas más tarde la encontraron yaciente, con las manos
unidas, pese a los esfuerzos, los médicos, nada pudieron hacer por ella.
El rostro marmóreo de la mujer esboza una sonrisa, el alma ha ascendido a reunirse con sus amores de toda la vida.
El rostro marmóreo de la mujer esboza una sonrisa, el alma ha ascendido a reunirse con sus amores de toda la vida.
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