Los sauces que bordean el lago permanecen inmóviles por la
falta de brisa.
A través de su larga melena verde se cuelan los rayos de sol.
Observar tanta quietud, mirar algunas hojas delgadas que tímidamente
inclinan el follaje en el lago produce un estado de ensoñación.
El otoño comienza su aparición en el color de otras
especies, algunas lentamente van mutando al dorado hasta que el color ocre
indique el momento preciso que ha llegado un final anunciado.
La misma brisa que arrancó las hojas de los brazos de los árboles
mostrando su desnudez, será quien deposite en el espejo de agua las hojas
muertas que recorrerán un derrotero desconocido.
Ella ha cambiado la rutina.
No correrá a la vera de la playa donde el mar también deja
sus muertos.
Olas gigantescas que van dejando huellas en la arena.
Vestigios de alguna vida en sus espumosas crestas.
Caracolas de diferentes tamaño y color alegran la vista del
caminante.
En el último tramo del camino bebe agua de una botella que llevaba
en la pequeña mochila.
Decide seguir descalza, anuda los cordones de las zapatillas
que cargará en su cuello como si fueran una pashmina.
Necesita sentir el contacto con la tierra.
Con los pies descalzos evitará destruir las flores silvestres
que crecen entre la hierba,en pocos meses tanta hermosura y color serán sepultadas
por la nieve..
Buscará la sombra de un sauce para tomarse un respiro.
No la aleja el tronco rugoso que en otros tiempos fue
testigo de otras vidas.
Allí retomará fuerzas para regresar.
Divertida observa las piruetas que realizan los deportistas.
Le parece increíble las figuras que forman en el lago.
Asidos a sogas que los
unen a la embarcación se elevan como pájaros multicolores hacia el cielo sin
fin.
Un sorbo de agua mitigará la sed, ignora que el líquido la
transportará a un sueño inesperado.
Los únicos sonidos que perduran son el canto de los
ruiseñores, el rumor del agua horadando las piedras.
Mansa descansa, el sauce será vigía de un sueño que será difícil
definir.
Los sueños la transportan a tiempos lejanos.
La imaginación trae a la orilla del lago una goleta
majestuosa en su estructura añeja.
El bote acercará al paisaje lacustre a una mujer tan bella
como solitaria.
Su cuerpo grácil está cubierto de terciopelo y sedas.
Corona el atuendo un sombrero ribeteado de flores.
La brisa hace que ajuste las cintas, en sus manos porta un
pequeño pañuelo, el paso del tiempo logró que los encajes y el bordado se
transformaran en color sepia.
Sepia que acumula lágrimas desde tiempos inmemoriales.
La pasajera del sombrero con cintas y flores ha recorrido todos los mares del
mundo, desde siempre ha consagrado su búsqueda
a encontrar a su único amor.
Ella no puede reprimir las lágrimas que brotan de sus ojos
cerrados cual manantial.
Más allá del estado de ensoñación observa nítidamente como
la desconocida de la goleta que viajó en el tiempo se aferra a los brazos del
sauce en el que reposaba,
Esa mujer pasó a ser parte de los sauces que lloran a la
vera de cualquier curso de agua.
Es mujer es la leyenda del árbol de hojas lánguidas que se
perpetúan con su misterio.
Hojas inclinadas replicando el amor que no pudo ser.
https://www.youtube.com/watch?v=U8v12M2mRVM
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