LETRAS PARA VOS

Mi vida me piden que te deje ir, que tu alma tiene que elevarse al espacio celestial.
No puedo dejar de dedicarte mis letras cuando fuiste el hijo que toda mamá quisiera tener a tu lado.
El destino eligió otro camino sin consultarme.
Padeciendo los más terribles dolores que puede soportar un ser humano te arrancó sin piedad de mi lado.
No es egoísmo, casi nadie conoce los proyectos que teníamos en común.
Proyectos que la tempestad tempestuosa disolvió como si fuera un suspiro.
Los designios misteriosos de la vida creyeron te alejarían de mi lado.
Nada de eso ocurrió.
A medida que las hojas del almanaque se desprenden como las hojas en otoño estás más presente que nunca.
Es difícil para quien no ha pasado circunstancias similares comprender mis sentimientos, a ellos siempre les digo que los hijos no deben morir.
No existe nombre en el mundo para calificar la pérdida de un hijo, no tiene explicación que se pueda comprender.
En el primer relato expresé que mis juegos de letras habían terminado, imposible cuando se tiene tanto amor que se ignora en que momento lo vas a recibir.
Pocas veces se da tanta empatía entre madre e hijo, soy afortunada disfruté cada instante en que estuviste a mi lado.
Extraño las travesuras que hacías, tu brillantez, el ver más allá de lo que cualquier ser terreno podía avizorar, nunca olvidaré cuando con tu voz adorada me preguntó qué haría si no te tuviera, mi respuesta fue simple y sincera, te respondí que moriría detrás de tuyo.
Desde que no estás esto que para otros significa vivir àra mi no tiene sentido.
Me convertí en un robot que responde a ciertos estímulos, un robot que sonríe cuando en realidad tiene ganas de llorarte.
El caudal de lágrmas crece con cada recuerdo.
Muchos me dicen que estás en un plano donde reina la paz, sin animo de lastimar a las personas que me quieren quisiera estar a tu lado.
Escuchar tus sabias reflexiones por un momento, ver tu rostro iluminado por tu eterna sonrisa.
Yener la posibilidad de darte un simple beso acariciarte un segundo, estar a tu lado para abrazarte.
No estés triste, tu recuerdo es mi eterna compañía y así será hasta el momento que Dios decida el ansiado reencuentro.
Nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.

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