TRISTEZA AL DESPERTAR

Mi vida soñar con vos fue tocar el cielo con las manos, ese cielo que se convirtió en tu nueva casa hace siete meses y medios.
Estabas hermoso como antes, tu voz parecía estar acompañada por un coro de ángeles, esos seres alados que están con vos desde que el destino te arrancó de mi lado,
Despertar y no encontrarte en tu cama fue como si una filosa daga se insertara en lo más profundo de mi alma.
Allí permanece recordándome a cada instante tu ausencia, ausencia que no me permite recordarte con paz, ésta se alejó para siempre de mi vida al ver tu sufrimiento y mi impotencia por no poder evitarlo.
Supe que te irías una noche que tu rostro amado había tomado el color del mármol.
Traté de ocultar mi tristeza como pude.
Corría el mes de junio cuando viniste a mi lado. Me encontraste leyendo tu pregunta fue directa, querías saber que haría si vos no estuvieras.
La respuesta fue tan directa como la prefunta, contesté que moriría detrás de ti.
Inmediatamente cambiaste de tema al notar una angustia que era imposible disimular pese a que rápidamente comencé a contarte de nuevos proyectos que nos llevarían a un viaje sin destino cierto.
Quiso el destino que ese viaje lo comenzaras en soledad absoluta.
En tu cuerpo sin vida advertí una belleza antes nunca vista, jançias dejado de sufrir de esa forma tu ausencia amada lentamente comenzó a tallar mi corazón tal como el agua en su trayecto horada las piedras de los ríos cristalinos.
Comenzaría el ascenso de tu alma hacia espacios celestiales, mientras la soledad con ímpetu me empujaba a un abismo insondable.
Abismo oscuro que no produce miedo sino el dolor más grande que puede sentir una mujer que ha perdido al ser que más amaba.
Quise regalarte una vida plena plagada de risas y sueños compartidos.
Inflexible el destino en un instante convirtió en añicos nuestros sueños.
No reparó en que se llevaba a un ser brillante, sumamente solidario, respetuoso y cariñoso con todos los seres que lo amaban.
Era tan inmensa tu grandeza que desde ese dolor profundo que habña recalado en tu cuerpo cansado me pedías que no llorara.
Prometí no derramar una sola lágrima mientras hubiera una luz de vida.
No pudo ser la enfermedad te tenía apresado para llevarte hacia la eternidad.
En ese postrer viaje no pude acompañarte.
En quince días se cumplirán ocho meses de ausencia.
Me he convertido en un despojo humano.
Sé que nunca jamás volveré a ser quien fuera otrora.
Te extraño, te quise y quiero con el cariño más fuerte y noble que existe entre los seres terrenales.
El amor de una madre a su hijo tiene principio más el final no existe.
Allí donde estés hijo de mi vida solo te pido que jamás olvides cuanto te quiere tu mamá.

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