Sur de Italia.
El puerto está atestado de gente.
Esperan a los pescadores.
Irina arregla sus ropas.
En una de las embarcaciones llegará Duilio.
Después de repartir la mercancía caminarán las calles empedradas para llegar a la casa que habitan.
Se repara de los rayos del sol con una sombrilla.
En el camino le contará las últimas travesuras de los niños.
Recorrerán las calles abrazados.
De los balcones cuelga la ropa recién lavada, apenas dejan asomar los geranios multicolores.
Para todos es alegría cuando los barcos pescadores llegan al puerto.
Irina espera angustiada.
Queda sola en el lugar tejiendo sueños.
Aparece majestuoso el crepúsculo tiñendo de púrpuras el cielo infinito.
Cierra la sombrilla.
El corazón cabalga en su pecho.
Tiene nuevas vivencias para compartir con su amado.
Acaricia su vientre, no se nota el nuevo hijo que lleva en sus entrañas.
La brisa se convierte en viento furioso, no espera.
Las sirenas anuncian un accidente.
Poseidón agitas las aguas, la sal salpica los sueños de Irina.
En el fondo del mar culminaron sus sueños.
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