Desde hace años trabajo en una compañía de seguros
reconocida a nivel mundial por su
trayectoria y la variedad de productos y servicios que ofrece.
He viajado para capacitar a nuevos vendedores, ellos deberán
proyectar la imagen de la empresa.
El día ha sido álgido, pese a ello mi secretaria ha
establecido treinta minutos en mi agenda para que me reúna con un personaje
importante, no lo conozco, es uno más en mi cartera de clientes.
Camino unas cuantas cuadras, la brisa estival motiva a
conocer bosques en el medio de una ciudad para mi extraña.
El abanico que porto no alcanza para desplazar el aire
caliente del verano.
Accedo a la entrevista en una chocolatería, no porque quieran
son las pautas que a veces impone mi trabajo al que cuido dado que me permite
encontrarme con personajes exóticos.
El hombre que me espera está sentado cerca de un ventanal,
desde allí puede observar los movimientos del parque que está frente al negocio
Lugar en el que quisiera detenerme unos momentos antes de
proceder a la entrevista.
Sitio arbolado.
Todas las especies parecen conformar una orquesta,
acompasadas se mueven el compás de la brisa.
El crepúsculo ha pintado el universo con los colores más
bellos.
Antes de entrar en tan extraño negocio decido ocupar un
banco de plaza.
Maderas blancas sostenidas por hierros forjados por un
artista los sostienen, pintadas de color verde, un verde ausente en los matices
que ofrece el sitio.
Los gorjeos de los ruiseñores que vuelven a sus nidos me
entretienen.
Reviso la carpeta, no falta nada, llevo un grabador, es más
cómodo que tomar nota de las palabras que dirá el nuevo cliente, desgravando sabré
si la empresa para la que presto servicios tiene algo parecido al perfil que me
anticiparon por teléfono.
Las fuentes de agua son capaces de paliar el calor que se
hace sentir.
Una mariposa de vida efímera se posa sobre los pétalos
cansados de las rosas, el rocío nocturno logrará que revivan.
Un espejo confirmará que pese al calor el maquillaje suave se mantiene.
Al mirar la fachada recuerdo que allí se filmó una película
de gran llegada, el más que reconocido Woody
Allen había elegido ese lugar para inmortalizarlo.
No me imagino bebiendo chocolate en una tarde estival.
Los recuerdos hacen malabares en mi mente, trato de
despejarlos.
Escucho a mi eventual cliente, me pide, en realidad me exige
un seguro insólito.
Quiere una póliza que no trabajamos, desea resguardar el
amor en forma eterna.
Vanos serán mis intentos para explicarle que esos seguros no
existen.
La vida es un devenir continúo e imprevisible.
Enojado y altivo sin dejarme explicar nada concluye la
conversación.
En el vuelo que me llevará a mi patria no dejo de pensar en
las incoherencias que escuché, entiendo que no tiene sentido intentar dialogar
con quien levanta murallas y exige en lugar de solicitar.
Coloco mis auriculares, la música logrará que olvide un
episodio tan extraño como incongruente.
No pude decirle que los seguros de amor no existen, es un
sentimiento que se renueva día a día.
No pude decirle demasiadas cosas, confío en que algún día
ese ser tan extraño pueda pensar por si mismo, de esa forma podrá ser feliz sin máscaras.
El sueño se apodera de mi mente, ha sido una mala
experiencia, servirá para no chocar dos veces con la misma piedra.
http://www.youtube.com/watch?v=P8iKcdh5Ims&feature=related
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