La villa está enclavada en las montañas, la vista no puede
ser más armoniosa, acariciando las cúspides hoy vestidas de verde, un río de
aguas cristalinas le canta a las piedras.
Pese a la altura las tierras que circundan el pueblo alto
son fértiles.
En cada casa hay una huerta, todos los espacios vacíos son
cultivados.
Los caminos no han crecido igual que el poblado, la mano del
hombre se niega a establecer vías de comunicación confiables para que los
habitantes puedan transportar el producto de su trabajo.
Pesados olivares cargados se dejan mecer por la
brisa suave, más allá los cítricos regalan el aroma tan particular que tienen
los frutos.
A lomo de mula llevan al mercado variedad de especies, son tramos largos,
senderos empinados, bajadas vertiginosas ameritan el descanso de los animales.
La gramilla virgen oculta aquello que será próximo beneficio
para todos.
Pequeñas cascadas saltan entre las rocas.
Acompañado de su hijo adolescente Juan busca un refugio, de
las alforjas de una mula saca la comida que Irene preparara para los viajeros.
Se despidieron con el amor de siempre, un abrazo calido, el
beso robado que el hijo disimulaba no ver.
Un día de viaje, otro para regresar lo separarán de la mujer
que le ha dado una hermosa familia.
Juan descansa, los animales pastan mansamente durante un par
de horas, llegarán entrada la tarde.
Ariel es inquieto, mientras su padre dormita decide explorar
el territorio para él desconocido.
Verifica que su papá esté dormido, son pocas las horas que
le entrega al descanso para sostener a la familia.
Cercano al monte el joven observa, ante sus ojos dos líneas
de hierro parecieran continuar hacia el infinito.
Orgulloso sonríe, no tiene dudas debajo de la maleza se
ocultan vías de un antiguo ramal ferroviario que pocos conocen.
Corre tan rápido que puede escuchar los latidos de su
corazón, aparta el sombrero que cubre la cara de su progenitor, si no hubiera sido
importante no lo despertaría, algo que no puede explicar con palabras indica
que debe hacerlo.
Le cuenta la experiencia vivida, Juan comprueba que su hijo
dice la verdad.
Alegres llegarán al mercado.
Es hora de emprender el regreso, esta vez propondrá una
reunión en su casa para contar a los vecinos del hallazgo.
Entre todos deciden utilizar las vías, notan que las
distancias se acortan, será un beneficio para todos los que viven en la villa
soñada.
El trabajo a emprender es grande, en un viejo mapa
certifican que hace muchos años por allí corría un tren para turistas.
Los avatares de la vida lograron fuera abandonado, los
viejos residentes del lugar alguna vez habían acompañado a los pasajeros que
recorrían el valle.
Ha pasado un año.
Las vías están en condiciones de ser transitadas, por ahora
solo será un tren carguero de tres vagones el que las recorra.
Hoy se inaugura la primera estación, todos colaboraron para
ponerla en marcha.
Muchas manos construyeron el edificio que oficiará de
boletería, el fileteador dibujó con finos pinceles el nombre de la estación de
los sueños.
Otras muchas señalizaron el recorrido, la necesidad hizo que fuera una red
transitable.
Falta mucho por hacer, el tren logrará que las mulas se
utilicen en las tareas de los pequeños campos, confundidas arrastrarán los
arados.
Nada los detiene, con el trabajo de todos, las estaciones
tendrán nombre.
El camino es largo, recién se inician los sueños, ellos, los
habitantes de la villa tienen voluntad para concretarlos,saben que con amor y voluntad
todo es posible.
http://www.youtube.com/watch?v=yb8icchy4H4
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