Marcia lo sabe, éste será el último viaje del año.
Vale el esfuerzo recorrer tantos kilómetros para reunirse en Moscú con su amiga.
Los aeropuertos para esta época son un caos.
Vuelos demorados o en el peor de los casos cancelados, pasajeros nerviosos que no encuentran motivo a tanto desorden, algunas compañías están en eternos conflictos.
Consulta la pizarra, el suyo solo tendrá una hora de demora para que se produzca el despegue.
Ha entregado las maletas, la jaula que lleva a la mascota como sorpresa a Sveltana curiosamente duerme tranquila en la bodega del avión.
No importan las horas de vuelo cuando de compartir sentimientos se trata.
Una sonrisa se dibuja en el bello rostro de la viajera, recuerda cómo conoció a su amiga.
Las dos estaban cubriendo la asunción del presidente para distintos medios del mundo.
Marcia estrenaba su título de corresponsal internacional.
Al cruzar la Plaza Roja para dirigirse al Palacio del Senado, cercano al Kremlin, el destino quiso que un taco de sus zapatos se quebrara.
Quedaba una hora para la ceremonia necesitaría convocar a un mago para que lo arreglara .
Unos pasos más atrás Sveltana dejaba que el viento jugara con sus dorados cabellos, la sonrisa eterna dejaba ver el contraste de los labios pintados de rojo con sus blanquísimos dientes.
Ojos casi transparentes le regalaban una mirada cómplice.
Se comunicaron en inglés, la periodista rusa le ofreció ir a su departamento para solucionar el inconveniente.
Del probador eligió zapatos que combinaran con su atuendo, otra vez el destino obró a favor de Marcia, calzaban el mismo número.
Cruzaron nuevamente la plaza, ornamentada con banderas y flores para la trascendental ocasión.
Estuvieron juntas durante la ceremonia, intercambiaban pocas palabras y muchos gestos.
Al atardecer se llevaría a cabo la recepción para príncipes ,monarcas y magistrados llegados de todo el orbe.
Ambas estaban hermosas para el evento, enfundadas en vestidos largos, tal como exigía el protocolo.
Concluidos los festejos se separaron, intercambiaron teléfonos y correos.
Sveltana sabía que Marcia se quedaría unos días en Moscú, no dudó en pedirle que dejara el hotel en que se alojaba, la invitaba a instalarse en su casa.
Quería agasajar a su nueva amiga mostrándole lugares de su patria.
Se emocionaron en el Metro, muchos viajeros se dirigían a las estepas, la armoniosa voz de una mujer los despedía, supo que era una tradición, la llegada era recibida por un hombre.
Han pasado dos años de aquel momento, unidas por lazos indestructibles aprendieron a conjugar el verbo compartir.
Ha nacido el primer hijo de su amiga del alma, para el niño es la mascota.
Se abrazan como antes en el aeropuerto moscovita.
Recrearán los momentos vividos, nacerán nuevas historias, otra vez la vida les enseñará que compartir alimenta el espíritu.
http://www.youtube.com/watch?v=oPsRJMVb0HM&feature=related
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