Observa a su fiel compañero, el mar, ese que la lleva a escribir todas las sensaciones vividas, adivinar las que vendrán.
Es tiempo de balances.
Como en una película aparecerán las imágenes del camino transitado.
Recordará los rostros de los amigos que sonreían en las fotos, sabe que hoy conforman un coro de ángeles que cantan en la inmensidad del universo.
Los siente cerca, percibe que han desplegado sus alas para transformarse en transparentes caricias.
No reclama, entiende que la vida a veces se lleva lejos a los amigos para que la eternidad los albergue en cada estrella que brilla en el firmamento.
Las lágrimas desbordan la mirada.
Necesita esos instantes para ellas.
La brisa helada del sur agitará las aguas del océano, se transformará en pañuelo que absorba las gotas que han empapado su cara.
Los cabellos vuelan como hebras queriendo formar parte del paisaje.
El silencio es sobrecogedor, puede escucharlo.
Curiosamente el viento se ha llevado la bruma, el cielo despejado muestra al sol escondiéndose detrás de los picos de la cordillera.
El primer destello de la luna los iluminará hasta vestirlos de plata.
Una gaviota pedida busca el nido.
Es hora de emprender el camino a casa.
Quedan las pisadas en la arena, mudo testigo de soledades y encuentros.
Está cerca, mira las luces encendidas de la casa, alejada de otras viviendas.
Adentro crepitan los leños, las chispas rojas de los troncos abrigarán la velada.
La mesa está dispuesta, no falta nadie de la familia, el árbol de navidad no tiene regalos, fueron suplantados por coloridas tarjetas, los mensajes auspiciosos enhebrados en cada letra.
La más pequeña de la familia quiso estar presente, la abuela embadurnó su manita con acuarelas.
Se repartirán cuando el sacerdote de la capilla comience a tocar las campanas.
En otros lugares del planeta doce uvas marcarán los segundos que faltan para que la noche vieja se despida.
Un año nuevo encerrará todos los misterios, algunos sueños podrán concluirse, otros morirán en la espera.
Brindis que se repiten en cada burbuja dorada de champagne renacerá la esperanza.
Pide un deseo cuando las agujas del reloj se abracen marcando el nuevo día.
Se cumplirá inexorablemente.
Desde lejos sentirás la risa de tus amigos.
Otra vez la rueda de la vida comienza a girar, nadie conoce qué depara el destino.
Está en tus manos saber diseñarlo.
Piensa fuerte en todo lo que ansías, será una manera de propiciar los buenos sueños.
Brinda por todos, te aseguro que los sentirás muy cerca, formarán parte indisoluble de un corazón que palpita.
Es tiempo de balances.
Como en una película aparecerán las imágenes del camino transitado.
Recordará los rostros de los amigos que sonreían en las fotos, sabe que hoy conforman un coro de ángeles que cantan en la inmensidad del universo.
Los siente cerca, percibe que han desplegado sus alas para transformarse en transparentes caricias.
No reclama, entiende que la vida a veces se lleva lejos a los amigos para que la eternidad los albergue en cada estrella que brilla en el firmamento.
Las lágrimas desbordan la mirada.
Necesita esos instantes para ellas.
La brisa helada del sur agitará las aguas del océano, se transformará en pañuelo que absorba las gotas que han empapado su cara.
Los cabellos vuelan como hebras queriendo formar parte del paisaje.
El silencio es sobrecogedor, puede escucharlo.
Curiosamente el viento se ha llevado la bruma, el cielo despejado muestra al sol escondiéndose detrás de los picos de la cordillera.
El primer destello de la luna los iluminará hasta vestirlos de plata.
Una gaviota pedida busca el nido.
Es hora de emprender el camino a casa.
Quedan las pisadas en la arena, mudo testigo de soledades y encuentros.
Está cerca, mira las luces encendidas de la casa, alejada de otras viviendas.
Adentro crepitan los leños, las chispas rojas de los troncos abrigarán la velada.
La mesa está dispuesta, no falta nadie de la familia, el árbol de navidad no tiene regalos, fueron suplantados por coloridas tarjetas, los mensajes auspiciosos enhebrados en cada letra.
La más pequeña de la familia quiso estar presente, la abuela embadurnó su manita con acuarelas.
Se repartirán cuando el sacerdote de la capilla comience a tocar las campanas.
En otros lugares del planeta doce uvas marcarán los segundos que faltan para que la noche vieja se despida.
Un año nuevo encerrará todos los misterios, algunos sueños podrán concluirse, otros morirán en la espera.
Brindis que se repiten en cada burbuja dorada de champagne renacerá la esperanza.
Pide un deseo cuando las agujas del reloj se abracen marcando el nuevo día.
Se cumplirá inexorablemente.
Desde lejos sentirás la risa de tus amigos.
Otra vez la rueda de la vida comienza a girar, nadie conoce qué depara el destino.
Está en tus manos saber diseñarlo.
Piensa fuerte en todo lo que ansías, será una manera de propiciar los buenos sueños.
Brinda por todos, te aseguro que los sentirás muy cerca, formarán parte indisoluble de un corazón que palpita.
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