Temeroso el niño moreno se esconde para no ser lastimado.
Sus ojitos de azabache miran, observan, en su mente quedará para siempre la imagen del dragón que ha sucumbido a las llamas.
Sabe que la debilidad alcanza a todos
El dedo acusador apunta al cielo, vacío de nubes, solo tiene la humareda de la pólvora.
No se ven las lágrimas que derrama ante tanta desidia.
Los padres han partido con las señales que dejan las balas.
Quiere un destino diferente.
Solo es un niño, espera a los adultos que sean capaces de imponer el diálogo, ese que permitirá que muchas vidas no se tronchen en la nada.
Los pies descalzos caminan sobre la arena del desierto, el llanto logrará que una rosa crezca en medio de la aridez dorada.
Es un pequeño que piensa en un futuro promisorio.
Detrás de la frialdad de las piedras que sirven como escondite un corazón late esperando la paz anhelada.
Esperanzada su alma espera que todo cambie, sabe que no tendrá la oportunidad que muchos desechan reunirse y abrazar a los seres que le enseñaron a transitar el sendero de la vida.
La arena se posa en sus cabellos negros, cada hebra representa un futuro de paz y concordia.
Sabe que el camino es tortuoso, el bien y el mal acechan.
La pureza de su mente aliviará el trayecto nada fácil.
Espera que el dragón se consuma en sus propias cenizas, renacerá en su corazón la fé.
El dedo acusador se transformará en señal que indique cuando desde el cielo los ángeles bajen para desplegar sus alas.
Plumas sagradas lograrán acercar el entendimiento antes de emprender su vuelo eterno.
Alegorías albergarán los pensamientos del pequeño.
Comprenderá que todo es posible i se aportan ganas de cambiar el destino.
El chiquito descansa, en sueños aparece una paloma blanca, en su pico lleva una rama de olivos.
Los mismos que aparecieron en el Monte de los Olivos, ciudad resguardada de la mano del hombre que intenta avasallar todos los espacios.
Velaremos el sueño del pequeño, la paz es posible solo si deseamos fervientemente creer en ella.
Los ríos agregarán agua a sus cauces, no preguntarán de donde vienen.
Cantarán sobre las piedras, el rumor cambiará sus formas.
Solo basta la mirada de un chiquito para creer y hacer crecer la esperanza.
Felices fiestas para todos los que en el fondo de su corazón tiene espacio para albergar los pensamientos de un pequeño.
http://www.youtube.com/watch?v=Z68stM1lSpM&feature=related
Sus ojitos de azabache miran, observan, en su mente quedará para siempre la imagen del dragón que ha sucumbido a las llamas.
Sabe que la debilidad alcanza a todos
El dedo acusador apunta al cielo, vacío de nubes, solo tiene la humareda de la pólvora.
No se ven las lágrimas que derrama ante tanta desidia.
Los padres han partido con las señales que dejan las balas.
Quiere un destino diferente.
Solo es un niño, espera a los adultos que sean capaces de imponer el diálogo, ese que permitirá que muchas vidas no se tronchen en la nada.
Los pies descalzos caminan sobre la arena del desierto, el llanto logrará que una rosa crezca en medio de la aridez dorada.
Es un pequeño que piensa en un futuro promisorio.
Detrás de la frialdad de las piedras que sirven como escondite un corazón late esperando la paz anhelada.
Esperanzada su alma espera que todo cambie, sabe que no tendrá la oportunidad que muchos desechan reunirse y abrazar a los seres que le enseñaron a transitar el sendero de la vida.
La arena se posa en sus cabellos negros, cada hebra representa un futuro de paz y concordia.
Sabe que el camino es tortuoso, el bien y el mal acechan.
La pureza de su mente aliviará el trayecto nada fácil.
Espera que el dragón se consuma en sus propias cenizas, renacerá en su corazón la fé.
El dedo acusador se transformará en señal que indique cuando desde el cielo los ángeles bajen para desplegar sus alas.
Plumas sagradas lograrán acercar el entendimiento antes de emprender su vuelo eterno.
Alegorías albergarán los pensamientos del pequeño.
Comprenderá que todo es posible i se aportan ganas de cambiar el destino.
El chiquito descansa, en sueños aparece una paloma blanca, en su pico lleva una rama de olivos.
Los mismos que aparecieron en el Monte de los Olivos, ciudad resguardada de la mano del hombre que intenta avasallar todos los espacios.
Velaremos el sueño del pequeño, la paz es posible solo si deseamos fervientemente creer en ella.
Los ríos agregarán agua a sus cauces, no preguntarán de donde vienen.
Cantarán sobre las piedras, el rumor cambiará sus formas.
Solo basta la mirada de un chiquito para creer y hacer crecer la esperanza.
Felices fiestas para todos los que en el fondo de su corazón tiene espacio para albergar los pensamientos de un pequeño.
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