Nací de ese árbol cuyo brazo cansado intenta recostarse en el agua del lago.
Desde una posición privilegiada a veces me veía reflejada en ellas.
Reía con las historias de mi padre.
Los atardeceres nos encontraban juntos en la orilla, calmábamos nuestra sed quitando un poco de líquido al espejo de agua dulce.
A la hora que comenzaban a nacer las estrellas para colgarse del cielo, los navegantes regresaban al embarcadero.
Sabíamos que habían sacado como trofeos, especies que estaban en el fondo del lago.
Otras tardes observábamos a los cóndores en vuelos sin destino, quizás quisieran alcanzar las cumbres coronadas de nieves eternas, magníficas, imponentes a la vista de quienes tranquilamente paseaban por la playa.
Una noche los destellos de la luna iluminaban mis nervaduras, de ellas crecieron alas inmensas que me permitieron cruzar hasta la otra orilla.
No quise despedirme de quien me diera la vida, no deseba que sus brazos se curvaran hasta desprenderse de su cuerpo de madera.
Tejí sueños, viví las vidas de los que no reparaban en una hoja viajera movida por el viento.
Comprendo que no soy perenne, eso me permite elegir mi destino, volar hasta que el quiera, conocer otras latitudes, dejando que la brisa me lleve a cualquier parte.
Embeber mi estructura con múltiples sensaciones, observar todo aquello que me brinda la naturaleza sin pedir nada cambio.
Ser libre.
Cuando sentí nostalgia regresé a la orilla del lago, en el lugar que los cerros mojan sus faldas para conservar los matices verdes, pensando por un momento que son codiciadas esmeraldas.
Aún cuando no lo creas puedo ver, en mi retina guardo las más bellas imágenes.
Opté por tomarme un descanso sin dejar de mirar a mi padre.
Está más alto, en su copa tiene hojas doradas y ocres, son como las canas que anuncian la vejez temprana, o podría compararlas con que pronto caerán anunciando algo no esperado.
No me creerás si te cuento que en una de sus ramas he visto dos figuras, no alcanzo a definirlas con perfección.
Mi superficie se llena de gotas, parecidas al rocío nocturno que viste las flores, sin embargo son lágrimas al ver a mi padre vencido.
Esas imágenes que descansan en su brazo son ángeles, lo acompañarán hacia su destino.
Sé que algún día no lejano nos encontraremos en el fondo del lago, abrazados como solo lo pueden hacer los seres que se aman, crearemos nuevas historias.
No dudes, estaremos cuando necesites sombra después de una larga caminata.
Olvida las hojas muertas, ellas están lejos.
Nuestras extremidades serán tu refugio para cuando quieras despertar tus recuerdos.
http://www.youtube.com/watch?v=HcWyA0jHGnU
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