SENDEROS CRUZADOS

Después de un desengaño amoroso Marcia vendió todas las propiedades que tenía en la ciudad para radicarse en la casa de campo.
A cargo del estudio de arquitectura quedaría su amiga más fiel, lo merecía por dedicación y esfuerzo.
Parte del equipaje lo enviaría en otro vehículo, ella solo llevaría los recuerdos que deseaba enrejar en su alma para que no escaparan, aún cuando su mayor deseo era olvidar la traición.
Recorrió caminos serpenteados en la montaña.
El paisaje maravilloso lograba que valorara lo que siempre había tenido y por lo que no se había preocupado demasiado.
Consultó el reloj mientras buscaba una estación de servicio, según sus cálculos en dos horas renacería.
Solo el entorno más cercano sabía de su partida.
Necesitaba el abrazo de sus padres como cuando era niña, para ellos sería una sorpresa tenerla nuevamente, no les había avisado de su llegada que ni ella misma sabía si era temporal o definitiva.
El camino sinuoso indicaba que debería aminorar la marcha, apagó el aire acondicionado, a cierta altura no era necesario.
Escuchó los sonidos de la naturaleza, el susurro de las aves.
Melodiosos trinos que evocaban a ese hombre que había cruzado el sendero de su vida.
Una lágrima recorría el rostro de la joven, no se rendiría, a su edad aparecerían otras oportunidades menos tortuosas.
Tarareó canciones aprendidas en la escuela primaria, sentía alivio y serenidad para enfrentar el futuro en un ambiente totalmente diferente al que había transitado en los últimos años.
Cuerpo y alma necesitaban descanso, nada mejor que el lugar elegido.
El corazón cabalgaba en su pecho a medida que se acercaba a la estancia.
Reconoció a los animales que mansamente pastaban a la vera del camino.
Flores silvestres matizaban los distintos verdes de la pradera.
Divisó el aljibe de la entrada, recordó todas las travesuras que lo habían tenido como testigo.
En la llanura aceleró, caricias renovadas la esperaban.
Detuvo la marcha en un puesto callejero, las azucenas invitaban a comprarlas, eran las flores predilectas de su mamá.
Mediodía tranquilo en el campo, el calor hace que los pájaros vuelvan a sus nidos.
Apaga el motor.
Está cada vez más cerca de la entrada de la vivienda.
Desciende con el ramo de flores, cruza la tranquera.
En el interior de la casa, la madre da las últimas indicaciones para el almuerzo, el padre deja la fusta que aviva el trote de un potrillo de pelaje negro como el azabache sobre una mesa ubicada en el recibidor.
Besa su compañera de toda la vida.
Marcia corre, quiere darles todos los abrazos que no les diera en los últimos años.
Se entienden con la mirada.
Un plato se agrega a la mesa, hay risas y llanto contenido.
No habrá preguntas de ninguna clase.
Es hora de disfrutar en familia, los senderos cruzados han quedado atrás.
Juntos celebran el encuentro.

http://www.youtube.com/watch?v=Llpw5baKd60&feature=fvst