Hernán es pintor, como todo artista quiere que sus obras
trasciendan más allá de la ciudad que habita co sus padres, ciudadanos de clase
media a los que les hubiera gustado que su hijo siguiera la carrera del padre.
Joven inteligente no dudará en complacer a sus padres,
obtendrá en tiempo récord la licenciatura en economía.
En ningún momento dejará de lado el arte, para él es una
buena alquimia mezclar números y fase artística.
Así como sumó notas altas en la carrera universitaria logrará
objetivos para ser conocido fuera de su patria amada.
Becado por la
Universidad realizará un master en Nueva York.
Exhibirá su obra en una galería, el flujo de visitantes es
importante, desconocedor de los precios venderá el cuadro Vanidades a Dick
Morrison a un precio irrisorio.
Como no es un ser materialista acepta la oferta.
El cuadro es vendido.
El primer sueño se ha concretado.
Entregará el cuadro en su pequeño atelier, con el monto recibido podrá
permanecer solo unos meses en la ciudad mágica.
Con los pies en la tierra sabe que para subsistir y
permanecer necesitará trabajar, no aceptará la cesión que quiere hacerle su papá,
es de los que piensan que los caminos se deben abrir solos sin competir con
nadie.
Amigo del esfuerzo, buscará trabajo para que el atelier
trascienda más allá de la duración de las luces de neón que iluminan una ciudad
a veces soñada.
No quiere lujos para su vida, los vivió de adolescente y está
en la permanente búsqueda de concretar anhelos espirituales.
Las cuentas pendientes encienden los primeros alertas,
deberá trabajar en algo que conoce y que a la vez le permita continuar con
aquello que es parte de su vida, no abandonará nunca la pintura..
Tarde lluviosa en la gran ciudad, por curiosidad ingresa al
mundo de los números, números que son capaces de concretar ambiciones que los
bohemios no tienen.
La casualidad propiciará un encuentro con Dick Morrison,
copa de por medio le ofrecerá trabajo en el emprendimiento inmobiliario más
conocido de la gran manzana.
Emprendimiento que cotiza en la bolsa de valores.
Semestralmente la empresa abonará dividendos, con el primer
pago adquirirá un departamento.
No necesita demasiado espacio, el lugar está en el corazón
de Manhattan, todos los ventanales están orientados hacia los jardines del
Central Park, es el sitio ideal para vivir y seguir prosperando con su atelier.
El día se divide en dos, por la mañana es un aspirante a
empresario, a media tarde renace el artista.
El proyecto inmobiliario que presentará para Dick Morrison
es impresionante,.
Diseñará un edificio inteligente donde se conjugan el arte y
la tecnología, logrará que los costos se transformen en ganancias, un sitio
donde pueden convivir el arte y los números.
Todo está previsto para resultar impactante, lagos
artificiales en el primer piso, peceras conteniendo especies poco conocidas.
Departamentos de lujo, ascensores de cristal.
Techos cóncavos que permiten observar el Universo.
El emprendimiento se vende como pan recién horneado, arroja
ganancias inesperadas.
Hernán nunca descuidó paletas y pinceles, algunos de sus
cuadros estarán en la entrada majestuosa, parece un sueño de cristal y cemento.
Ha sido tan alto el éxito que Hernán ocupa un lugar en e
directorio.
Los más antiguos lo rechazan, la cuenta de Dick crece de
manera inesperada.
Hoy entregaran en la reunión los dividendos, es norma de la
empresa que los directores mas viejos se retiren.
Hernán no entiende de divisiones jerárquicas, no le
interesan las finanzas.
La reunión se llevará a cabo en un lujoso salón, la mesa de
noble roble tiene una tapa de cristal.
En cada lugar habrá carpetas informativas y un sobre de
color crema distribuido al azar.
Para algunos la sorpresa será ingrata, para otros significará
la continuidad de un negocio.
Hernán observa las flores de los centros de mesa, quisiera
pintar la tristeza de los pétalos mustios, producto del humo de cigarrillos y
habanos.
Dick les recuerda con ceremonia que dos directores dejarán
de prestar servicios, en el sobre está el monto de las indemnizaciones, otros
serán premiados por su labor y esfuerzo.
Todos se apuran para mirar el contenido, algunos harán
vibrar los cristales de las puertas con su ira demasiado parecida a la
tempestad que untó en sus cuadros.
Hernán abre el sobre, la cifra tiene varios ceros, no
alcanzan para venderle su alma al diablo.
Se conforma con lo obtenido, presentará la renuncia
indeclinable rechazando el pago.
La libertad no cuenta con eslabones suficientemente fuertes
para atar el destino de un artista.
La vida sigue más allá de los números.
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