En ocasiones para distendernos de los episodios cotidianos
acudimos a los recuerdos, recuerdos que no solo permiten rememorar momentos únicos
sino que se aprecian de manera diferente
He tenido la suerte de conocer todo mi país, no dejé pueblo
o ciudad por visitar.
En el norte me atrajeron los paisajes inconmensurables,
montañas de mil colores que pocos geólogos podrán explicar el por qué de su
atractiva coloración.
Fiel compañera la música escoltará cada aventura, al pié de
las montañas las mujeres le cantan y ofrecen sus letanías a la tierra, la vista
es conmovedora.
En el centro siete colores de verdes bien definidos asombran
a los visitantes.
Cursos de agua cristalina permiten observar como los peces
nadan de manera armoniosa.
Más adelante los juncos ofrecen un espejo de agua color marrón.
En las orillas como estatuas vivientes permanecen garzas y
flamencos, pareciera que están custodiando el río color león.
Sitios donde los pescadores concursan por grandes piezas,
piezas que serán devueltas a su hábitat natural para que sigan creciendo.
Extasiada observo los camalotes, casi todos en el centro
llevan pájaros sin destino conocido, imposible no fotografiar el lugar.
Cuando el termo y la guitarra son la compañía de los
lugareños, cuando el sol comienza a esconderse es hora de regresar a la cabaña
que nos albergará por unos pocos días, la consigna es seguir hasta la otra
punta del país.
Mientras las estrellas encienden el universo, consultamos el
mapa de rutas y caminos.
Descansaremos lo necesario para llegar.
El empleado de la estación de servicio aspira de la
camioneta los últimos vestigios de tierra colorada, tierra roja que se ha
instalado en el alma.
Nos dirigimos al centro del país, cosmopolita nada tiene que
envidiar a las grandes urbes, tienen el plus de estar circundadas por
extensiones enormes de campo.
Los trabajadores permanecen en ellos desde el alba hasta la
puesta del sol.
El próximo destino es Buenos Aires, trataremos de pasar
evitando los cortes de quienes protestan reclamando igualdad.
Descansaremos en las afueras de la ciudad.
La hostería es sencilla, cómoda para quien no piensa
permanecer mucho tiempo, alejada permite ver el preciso instante en que la luna
se convierte en reina.
Redonda se cuelga en el cielo azul, no tiene pudor en el
momento de mostrar las laceraciones de su cara casi perfecta.
Preludio de una noche de paz, misterio y mucho amor.
Mañana seguiremos el recorrido, nuestra brújula será el
Lucero, Lucero que no intenta opacar al resto de las luminarias estelares,
simplemente está allí ofreciendo su belleza a todos aquellos que sepan mirar
con los ojos del corazón.
El canto de un ruiseñor oficiará de despertador.
Filmadoras y cámaras fotográficas están listas para capturar
las imágenes de mi país.
A pocos kilómetros, majestuoso aparece el mar, deleite para
el alma con su continuo rumor.
Mañana conoceremos un glaciar diferente, es de color marrón
pese a que se lo conoce como Ventisqueros Negros.
Valles y quebradas, frutos de sabor exquisito para deleitar
todos los sentidos.
Detrás erguidos y reflejados en un espejo de agua azul se
muestra el cordón cordillerano.
Dan ganas de poseer alas imaginarias para posarse en las cumbres
nevadas.
El viaje debe continuar, trataremos de llegar con luz diurna
a las cercanías del glaciar más famoso de nuestro país.
Impactante el Perito Moreno muestra todo su esplendor, sus
pies son bañados por las aguas de un lago que navegaremos después.
Jirones de nubes grises presagian una tormenta, disfrutamos
igual, serpenteantes los relámpagos surcan el cielo, el estallido produce el
grito desgarrador de un trueno.
Mañana aparecerá el sol.
En el puerto abordaremos un catamarán, compartiremos el
viaje con turistas venidos de lugares distantes de nuestro país.
El glaciar es imponente, suave la brisa logra otorgarle
movimiento a las aguas del lago.
Escuadras de gaviotas cruzan el cielo ahora diáfano.
Silencio para escuchar el primer desprendimiento de las
placas de hielo que conforman al gigante.
Lágrimas y aplausos se repiten ante el alarido ensordecedor
que produce al caer al lago.
Comparado con hechos de la vida real pareciera un grito de
auxilio, para que el humano constante depredador no lo dañe.
Imposible describir con palabras semejante espectáculo, para
graficarlo diría que estuvimos ante la presencia de un Ser Superior.
Pese a la época del año nos indican que es necesario
colocarle cadenas a los neumáticos.
La ruta parece una cinta tatuada.
Kilómetros más adelante se convertirá en ripio, instante en
el que es necesario aminorar la velocidad.
El viento comienza a silbar.
Los primeros copos de nieve comienzan a vestir de blanco el
lugar asemejan pájaros volando de aquí hacia alla.
Nos detenemos con el objetivo de tomar un café.
Esperaremos que el viento se convierta en brisa para llegar
a destino.
Queda poco camino por recorrer, los techos de tejas rojas de
las estancias rurales parecen salidos de un cuento, en poco más de media hora
estaremos en nuestro hogar.
Nuestros amores esperan atentos que comencemos a contarles
anécdotas de un viaje inolvidable.
http://www.youtube.com/watch?v=5CshxHXtNfg
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