Hijo de mi vida mañana se cumplirán diez meses de tu partida,
Episodio doloroso que mientras viva no olvidaré.
Ayer por la tarde la tristeza y la angustia me vencían más que nunca.
Pude soñarte por segunda vez.
Un sueño extrañp.
Nos encontrábamos en algo parecido a un cuarto de herramientas, las paredes del sitio estaban pintadas de color negro, solo tenía una puerta que conectaba con el exterior.
Me pediste que te acompañara a un supermercado.
Ty vestimenta era rara tenías una bermida de color turquesa claro, una remera azul que jamás te había visto.
Pese al frío calzabas ojotas, tu palidez mortal conmovía.
Ingresamos a un negocio que no tenía góndolas como las típicas de esos lugares, solo había cajas cerradas que un empleado vestido con un ambo de color gris como el que usan los médicos.
En tus manos portabas un bidón vacío.
Caminamos entre las cajas hasta llegar al final del salón, allí había ina joven vestida con un uniforme como el de su compañero de color celeste.
A diferencia de aquel ella tenía colocado un barbijo.
A medida que caminábaos bajaban barreras de madera blanca con rayas rojas en diagonal.
Salimos por lo que sería la puerta trasera del lugar, te pedí que caminaras despacio te dihe que se me salían las zapatillas que nunca tuve.
El lugar era un descampado inmenso y silencioso.
La maleza quemada por el sol regalaba un color ocre, un sitio que no era compatible con ninguna especie de vida.
En el medio de la nada se erigía una iglesia, me preguntaste si era la Basílica de Luján, te miré para responderte en ese segundo observé que también tenías colocado un barbijo que nunca utilizaste.
Relataste queen la vereda de esa Basílica dormías todas las noches, quise volver a mirarte y no estabas.
Turbada , angustiada, al borde del llanto desperté.
Exreañçadote como siempre en estos trescientos días de soledad, comencé a desmenuzar el sueño.
Concluí que la iglesia del sueño no era la qye consagra a la Virgen de Luhán cuya construcción son torres semejantes a las de Gaudí, tampoco tiene veresas, se accede a ella a través de escalinatas.
Por fin recordé la construcción del sueño, demasiado urbana para estar en medio de la vacía nmensidad, era la Parroquia de Santa Adela situada en el barrio porteño de Palermo.
No pude reprimir el llanto, el sueño laceró mi alma al pensar que mi hijo adorado dormía a la intemperie en un espacio tan lejano.
Deseo que tu techo lo conformen todas las estrellas del Universo.
Anhelo que tu eterna compañçia sea la voz de los ángeles que seguramente has visto más de una vez.
Siento terror de solo pensar que estás solo en la oscuridad del firmamento.
Puedo sentir tu mano sosteniendo la mía mientras hacíamos esa caminata tan especial.
Qyusuera que por un instante ese sueño fuera parte de la realidad,
Te tuve cerca, sentí el contacto tibio de tu piel.
Imposible olvidar la dulzura de ty mirada, ojitos de caramelo solo para mi.
Hijo mío quiero emerger de las profundidades del bismo poblado de tinieblas en el que me encuentro desde que no está.
Bada me gustaría ,ás que poder volver a sonreir.
Todo lo que motivaba la mueca de una sonrisa ya no lo tengo y me preguntó por qué la vida de manera tan brusca y doliente te arrancó de mi lado.
No se encuentran respuestas ante lo inevitable.
Kas hojas del almanaque vuelan como pájaros sin rumbo, sigo esperando el reencuentro tan soñado.
Necesito volver a abrazarte, darte un beso, escuchar la melodía de tu voz amada.
Cielo mientras ello ocurre vuelvo a pedirte que jamás olvides cuanto te quiere tu mamá,
https://www.youtube.com/watch?v=vrzZYerq4X0
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