VESTDA DE LÁGRIMAS

Hijo de mi vida han pasado más de trescientos días desde tu partida y no encuentro consuelo,
Constantemente tu recuerdo me acompaña, diría que estás tallado en el interior de mi ser.
Te extraño de una manera demencial.
Ye necesito para las pequeñas cosas cotidianas que a veces por su sencillez me abruman hasta dejarme sin fuerzas `para escribirte.
Desde ese día tan aciago en que ek destino te arrancó de mi lado mi atuendo se repite.
Las lágrimas que no se pueden contener conforman mi atuendo.
Como todas esas mamñas que viven el mismo dolor que significa la pérdida prematura de un hijo daría mi vida por estar a tu lado.
Carece de sentido seguir cuando no se tiene un derrotero.
Quiero por un segundo volver a sentir tu perfume tan particular, escichar tu voz cantando las canciones de tu artista favorita.
Recuerdo que siempre me preguntabas ¿Te gusta ma?.
Mi respuesta era siempre la misma, solo algunas canciones.
Riendo me decías “claro a vos te gusta la música de iglesia” así de esa forma tan tuya denominabas la música clásica.
No puedo dejar de recordar cuando llegabas de cualquier parte y decías, acabo de entrar a la parroquia.
Esas definiciones tan tuyas provocaban risas compartidas.
Hace mucho que no río como antes, apenas esbozo la mueca de una sonrisa.
Cuando ello ocurre viene a mi memoria el sonido del vestido de lágrimas que no puedo cambiar.
Es cristalino. Duele con el contacto del cuerpo pues el dolor de tu ausencia no tiene medida en la tierra.
Me dicen que el tiempo curará las heridas, no lo creo.
Quien ha llevado en sus entrañas ak ser más ansiado es difícil que alguna vez ante la partida inesperada de quien más amó pueda parecerse a quien fuera otrora.
Sé que desde donde estás podés verme.
En ese espacio del Universo omagino que el llanto no existe.
En tu hábitat reina la paz que he perdido.
No creas que no hago esfuerzos para que vos y los ángeles que te rodean me vean como desean.
Desde que no estás de mi vocablo se esfumó la palabra felicidad.
Fui inmensamente feliz mientras te tenía.
Pese a que el sol brillaba en el firmamento cuando suspiraste por última vez, ese cielo antes celeste se tiñó de espesa neblina tanto que su color mutó al negro.
Tengo muchi tiempo para pensar, en ocasiones los pensamientos están dirigidos a la tristeza que te embargará cuando me ves desvalida, desamparada.
Mi familia chiquita me contiene, me acompaña a todas partes tal vez no sepan que no encuentro la manera de agradecerles todo lo que hacen por mi.
Ignoro si el dolor empaña el agradecimiento.
Me gustaría mostrarles mi alma para que pudieran observar que en ese espacio que a veces no se puede cubrir con palabras reina el agradecimiento.
Mi vida recuperaría algo de tranquilidad si pudiera verte, no solo alcanza con sentirte tan cercano.
No tengo ninguna misión terrenal para cumplir.
Sueñi con comenzar a subir los peldaños de la escalera gigante que lleva al cielo.
Imagino un encuentro amoroso entre madre e hijo.
No sé cuanto falta para que ese episodio se produzca. Como siempre mientras espero los designios del destino te pido recuerdes cuanto te quiere tu mamá.

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