Tuesday, April 21, 2009

MIS MUSAS, FIN DE LAS PALABRAS




Buscando a mis musas, te encontré eras una sola palabra: Amor.
Ella me permitió volar con la imaginación, enhebrar otras iguales al rosario que traje de mi viaje a España, confeccionado con la pulcritud que tienen las hermanas del convento que visité no hace tanto tiempo.
Cada cuenta en sus pétalos morados contiene una historia, de mares sedientos de aventuras anónimas.
Tal vez de amores concretados o también de aquellos a los que les llegó la soledad, el infortunio.
Mirando cada cuenta pude recorrer todos los paisajes.
Allende la cordillera están mis amores primitivos, amorosos padres que de la mano me llevaron a recorrer el camino de la vida, con presencias y ausencias.
Observando la danza de las olas, reí cuando graciosas y atrevidas salpicaban al sorprendido caminante.
Jugué en la arena con días de sol o cuando el firmamento se tenía de negro anunciando la tormenta.
Fuí feliz en cada acto de esa vida lejana.
Remembranzas trajeron tu figura añorada, atrevida dibujé tu nombre en la arena.
Reí mirándote saltear las olas con los niños.
Intenté que el otoño desdibujara sus colores dorados.
El agua salada en continuo movimiento trajo una rama.
Quise capturar con mi cámara el hallazgo, el viento se llevó las imágenes a la profundidad azul del océano.
El sol se escondió para darle paso a la luna plateada, retrocedí.
Allí estabas esperándome.
Tu sonrisa me devolvió a la realidad, abrazados regresamos a casa.
Ellas las musas, esperan en la ventana, aparecerán después del instante en que dos siluetas se transformen en una.
Juntos celebraremos la llegada del amanecer.
Abrazadas las campanas nos harán escuchar su tañido, será en el preciso instante que mueran las palabras.

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