Buenos Aires se ha convertido en un caos, hace bastante que no visitaba las calles del centro. Utilizo mi vieja máquina para capturar las imágenes.
Un par de turistas retrata las marquesinas de los teatros, la oferta es interesante, imaginan las calles de noche con cientos de lámparas encendidas imitando a las estrellas.
Llegan a Suipacha, las vidrieras vacías son síntoma de inseguridad, las alhajas están bien guardadas en cajas supuestamente inviolables.
El tiempo permite que bares y cafés saquen sus mesitas a las veredas, ríen, parece una postal parisina.
Asombrados observan los autos, no respetan las señales de tránsito.
Dulce me acompaña.
Tomará varias fotos, la digitalización les dará movimiento.
Debemos corrernos el ulular de las sirenas está pidiendo paso.
Estupefactos observamos que no lleva a ningún paciente, abusa de las señales lumínicas para avanzar.
Ríe el paramédico ante la prueba superada.
Engaña.
Atropella, logra que los transeúntes se sientan mal pensando en la vida del supuesto herido. Motoqueros hacen piruetas entre los autos, algunos llevan casco y gafas, está bien, se protegen. El semáforo guiña los ojos de metal, rojos pasionales detienen la marcha.
Verde para cruzar sin temor.
Precaución, el amarillo intenta detener el paso enloquecido de los automovilistas.
Ella tiene las ventanillas bajas, hace calor.
Atrás en la sillita con lo cinturones de seguridad va su pequeño.
La cartera descansa cual fiel acompañante.
Hábil, el de la moto se adelanta, saca un arma con silenciador.
No se resiste al robo.
Entrega lo poco que tiene, no alcanza, un disparo hará centro en la cabeza de la conductora. Esquirlas de vidrio se desparraman en el pavimento.
La ambulancia no llega.
El patrullero avanza, es tarde.
Aferrada al volante, de su cabeza como un manantial brota sangre inocente, se mancha el rosario del espejo.
Asustado el pequeño llora, sus gritos se pierden en el ruido del tránsito.
La imagen se detiene.
Sin prurito los camarógrafos filman la muerte.
Nadie hace nada.
Ellos huyeron .
El semáforo permitió la loca carrera, el niño llora, no entiende que su mamá ha muerto en manos de delincuentes.
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