Monday, August 09, 2010
BUENOS DÍAS TRISTEZA
Está cansada de despertar saludando con languidez la tristeza que la embarga desde hace tantos días.
Entiende que las relaciones humanas son difíciles, como también comprende que su entorno no tiene que verla en ese estado, pareciera que el lugar que ocupan sus ojos se ha convertido en cuencos secos incapaces de derramar una sola lágrima más.
Sabe que su entorno sufre al mirarla.
Camina sin rumbo, etérea se desplaza por todos los rincones de la casa, no logra reconocer los objetos que antes amara y hoy como extraños se erigen cual fantasmas para juzgar su actitud indolente.
Ellos quieren a la mujer de ayer, ésa que reía cuando la nieve se deslizaba pomposa sobre los árboles con la intención de tapar la desnudez que trae el clima gélido.
Piden que regrese aquella que regalaba miradas ardientes al hombre que amaba, caricias tibias y besos de caramelo a los hijos que la vida les había regalado.
La misma que rompía en llanto emocionado al levantar la tapa del piano y encontrar en el teclado una rosa roja, símbolo de amor y encuentros.
Nadie comprendía la tristeza que se había apoderado de su alma.
Ella no quería contagiarles el estado de agobio que había surgido ante el silencio de los que alguna vez habían proclamado ser sus amigos.
Seres especiales con los que había compartido la magia de las letras.
Mundo de sueños y magia que hoy cargaba en una mochila invisible, no por ello menos pesada.
La familia era el refugio más indicado para contenerla, eran el eje de su vida.
Los había elegido a ellos para que la acompañaran por un sendero plagado de luces y sombras caprichosas que intentaban opacar su tránsito.
Se levantó al amanecer, el sol jugaba en el agua de la bahía.
Pudorosos los cerros mojaban sus faldas hasta perderse en las profundidades del mar que tanto amaba.
No existía sensación más hermosa que caminar por una playa solitaria.
Las gaviotas en bandada comenzaban el trabajo de todos los días, acompañar a la salida de los barcos pesqueros que iniciaban la jornada.
Seguirían la estela espumosa y blanca como las alas desplegadas de las avecillas, hasta haber conseguido alimento para sus crías.
Apuró el paso sin dejar de observar la magnífica danza de las olas que morían en la playa.
Al llegar a la casa, abrió las ventanas, el aroma a pinos entraría dejando una exquisita fragancia.
Los ciclamen que adornaban los canteros le dieron la bienvenida, otra vez quien tanto cuidaba las flores, en el rostro tenía dibujada una sonrisa.
Consultó el reloj, había comenzado el tiempo de festejar cada día.
http://www.youtube.com/watch?v=X9HfmREVY…
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