Mañana
diáfana para saludar al ser de luz que más amo en la vida.
Quiero
contarte una historia verídica que ocurre muy cerca de aquí.
En una casa
como tantas otras donde la vida pasa, debajo de la escalera encontró su espacio
preferido una planta de azalea de color blanco
No es como
cualquiera del reino vegetal.
Ella eligió
estar a la sombra por ello sus hojas son de un tono verde oscuro al no ser
alcanzadas por la luz del sol.
Durante
mucho tiempo mantuvo en su cúspide una sola flor de color blanco.
Antes de
partir como lo haremos todos alguna vez, una mamá le dijo a su hija “Cuando
añores mi presencia recuerda todos los momentos compartidos.
Estaré
siempre debajo de la escalera, murándote desde los pétalos de la flor de
azalea”.
Este tipo de
plantas no tienen floración perenne, sin embargo esa especie siempre tuvo la
flor de color inmaculado coronando su cabeza.
Si tuviera
que elegir entre los reinos de la naturaleza, sin dudarlo elegiría ser parte de
ese reino.
Ahora
comprendo por qué nunca te gustó a las plantas se les cortaran sus flores.
Te asistía
la razón.
Nadie
hubiera amputado a un terrenal para
tenerlo como trofeo.
Las plantas
no piden nada.
Un poco de
agua para sobrevivir dando las gracias con la belleza de una flor.
Cuesta, aún
uando sé de su existencia y lo siento a diario, encontrar terrenales o humanos
tan agradecidos como las plantas.
La he visto
con su sobrero de blancos pétalos en cualquier época del año.
Ocupando el
mismo lugar.
Pienso que
si la movieran no se vería la esencia de quien optó por estar apoyada en esa
baldosa que siempre es la misma.
He llegado a
la conclusión que la nobleza no está en esos seres que circunstancialmente
ocupan espacios equivocados tratando de trascender sin contenido o sustento que
avalen sus dichos.
Las flores no
hablan, demuestran el agradecimiento a quien las cuida regalándoles belleza en
estado puro.
Se necesitan
con premura en este mundo donde nadie mira al que tiene a su lado flores para
alegrar el alma alimentando el espíritu.
La vida trae
consigo sorpresas esperadas, acompañada
de sentimientos encontrados.
En estos
casos selo mencionar a Cronos.
Con
picardía a la que suma la sabiduría del
tiempo va modelando el destino de cada mortal
Estamos
atravesando épocas de cambios.
Nadie puede
decir cuando los mismos cristalizarán.
Para
apuntalar mis pensamientos, la azalea este año floreció de manera diferente.
Inamovible
la flor de su diadema solitaria.
A los
costados formando un triángulo dos flores más que se me ocurrió trasladar a la
continuación de episodios de la vida cotidiana.
Los días
cálidos trajeron otros pimpollos.
Quiero
quedarme con la imagen de la trilogía floral.
No se trata
de escritura para adivinar el contenido.
Es parte de
la vida real que tengo por costumbre compartir con mi hijo.
Sé que desde
donde está, advirtió los cambios que como tales llevan su proceso de
elaboración.
¿Tesoro
incurro en un error al afirmar con certidumbre aquello que se avizora en el
sendero del destino?
¿Estás tan
contento como yo ante la posibilidad de
concretar sueños?
No es tarea
fácil.
Se
necesitarán grandes dosis de paciencia para llegar al objetivo.
Más que
nunca escuchar al corazón sin dejar de lado
la capacidad de razonar.
Hacer caso
omiso a los obstáculos sin sustento.
Realizar
introspecciones para descartar aquello que contenga toxicidad.
Así como en
ciertas circunstancias el tiempo es dramático, en otras precisa fluir tal cual
las aguas de un río lo hacen por su cauce.
Cauce que se
parece a la vida de los terrenales, con tramos tranquilos y otros vertiginosos
para concluir mansamente en otro espejo de agua abierto donde no hay espacio
para las actitudes mezquinas.
Es otro
sueño.
Espero verlo
cristalizado como la necesidad imperiosa que tengo de darte un beso.
¿Cuándo
aparecerás en mis sueños?
Cada
atardecer cuando Eos, la madre de los cuatro vientos asciende al cielo que es
su hábitat desde la muerte de su malogrado Rocío, le pido te lleve una demostración de mi cariño.
Ese amor
incondicional e inconmensurable que solo acunan las madres cuando nacen sus
hijos.
Siempre te
espero.
En ocasiones
temo la tristeza te retenga y no desees mostrarte.
La
tranquilidad o atisbos de ella llegan cuando quiero creer que no estás solo
sino en compañía de quienes te antecedieron y precedió en el camino.
Deseo
abrazarte como si nunca lo hubiera realizado.
Tengo mucho
para contarte.
Sentimientos
que se descubrieron hace poco.
Otros que
desconozco para preservar el amor que derramaste en todos los que te querían.
Te extraño.
Nadie me
enseñó a vivir con un hijo muerto.
No me
cansaré de repetir “Los hijos no deben morir”.
De tus
axiomas el que más recuerdo es el que decías con frecuencia inusitada
“Nada dura
para siempre”.
Te amo, es
una verdad revelada, por ello te pido en esta conexión que ha pasado por muchos
estadios, por favor nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=HZ11uGDkKHA
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