La puerta quedó a medio cerrar, nadie debe ver la cocina de sus sueños, alguna vez fueron compartidos, otros las dudas y el temor los deshicieron como si fueran infinitos granos de dorada arena.
Tuvo la suerte de vivir siempre cerca del mar, no importaba el nombre del sitio donde el destino la encontrara, siempre tenía tiempo para dedicarse a aquello que le gustaba tanto, contar historias propias o ajenas.
Acumuló tantos escritos que pensó era el momento de darlos a conocer en forma masiva, sin embargo algo retenía esas sensaciones, el temor al fracaso, no quería ni podía permitirse pasar por esa etapa, debía esperar.
Los rayos de sol,tímidos entraban por la ventana, era hora de comenzar el día, despertar a sus hijos, prepararlos para otra jornada escolar.
En minutos la bocina del transporte escolar anunciaría su presencia, con las manos en alto agradecía la sonrisa de los pequeños .
Dio las últimas órdenes a la empleada de la casa, regresaría antes que los niños.
Tomó su bolso y su compañera, la notebook la acompañaba siempre.
Caminó hasta la playa, el cielo diáfano y límpido, apenas una brisa tenue hacía danzar las olas.
Por fin estaban solos los dos, la inmensidad del océano y ella.
Buscó refugio entre las rocas, en ese sitio el agua las acariciaba, parecían dos amantes conociéndose.
Esta vez escribiría a quien había inspirado muchos de sus textos, el mar majestuoso e inmenso.
Una y otra vez el cursor bailaba sobre las letras, intentando eliminar las palabras repetidas.
Sabía que un agradecimiento no tenía que ser extenso, interrumpió por un momento la escritura, creyó ver dos figuras abrazadas que emergían del agua.
Asombrada miraba a la pareja que se amaba dentro del agua, la ropa pegada al cuerpo dejaba al descubierto las siluetas de los amantes, eran la imágen del amor sincero el que da y recibe sin pedir nada a cambio, solo faltaba un pintor que plasmara en la tela tanta belleza.
Cerró su portátil, tal vez mañana escribiría un cuento.
Ahora solo contemplaba y recordaba.
No sintió la presencia de su amor cuando la pareja acuática desapareció de la superficie.
Lentamente entre besos interminables y tibias caricias, desnudos se internaron en el espejo de agua, otra historia de amor continuaba.
Los delfines se acercaron a la costa, formaron una ronda plateada, ellos y el mar serían testigos de un amor indestructible .
No comments:
Post a Comment