Erik acaba de cumplir cinco años, lo festejará en el jardín con sus compañeros.
Mamá Lía le preparó una torta con forma de submarino, en el periscopio irán las cinco velitas.
La maestra ejecuta en el piano canciones infantiles.
Las luces se apagan, iluminan el salón la llama de las velitas.
Ahora le cantan el feliz cumpleaños.
La fiestita termina con cantos y regalos para el homenajeado.
Recibe juguetes, entre ellos se destacan unos bloques, con él podrá armar naves, veleros y también un submarino igualito a la torta con la que su madre lo ha homenajeado.
Con temperas de colores los plasmará en una hoja.
Dibuja el mar tan celeste como el cielo, deja un lugar para las gaviotas, solo él las ve, cuando le pregunten por ellas dirá que están volando sobre los mares lejanos.
Tiene una imaginación prodigiosa, juega y rie, contagiando a todos.
Les cuenta aventuras por vivir, en el submarino los llevará a todos, compartirán cada uno de sus sueños.
Por la noche su mamá lo arropa, afuera está nevando copiosamente.
El niño duerme.
Es el capitán de la flota, en pocos minutos desaparecerán de la superficie, alborotados miran el paisaje.
Las algas bailan su danza verde, los corales se abren para dejarles paso.
La panza de las ballenas los acompañan en este viaje sin fin.
Las sirenas vestidas de lentejuelas multicolores regalan sus sonrisas, miradas de pestañas arqueadas alucinan al niño.
Quiere seguir comandando el viaje de sus sueños, mira los peces multicolores, se escuchan los silbidos de los delfines.
Se aproxima una tormenta, el agua se agita pierde la visión por un instante.
Una puerta se abre suavemente, es mamá Lía con la bandeja del desayuno, un beso en la frente termina de despertarlo, caricias, sonrisas y una lágrima furtiva.
Erik se esconde debajo de la almohada es la única manera de atrapar sus sueños.
Al mando del submarino atravesará los mares de la inocencia.
Mamá Lía le preparó una torta con forma de submarino, en el periscopio irán las cinco velitas.
La maestra ejecuta en el piano canciones infantiles.
Las luces se apagan, iluminan el salón la llama de las velitas.
Ahora le cantan el feliz cumpleaños.
La fiestita termina con cantos y regalos para el homenajeado.
Recibe juguetes, entre ellos se destacan unos bloques, con él podrá armar naves, veleros y también un submarino igualito a la torta con la que su madre lo ha homenajeado.
Con temperas de colores los plasmará en una hoja.
Dibuja el mar tan celeste como el cielo, deja un lugar para las gaviotas, solo él las ve, cuando le pregunten por ellas dirá que están volando sobre los mares lejanos.
Tiene una imaginación prodigiosa, juega y rie, contagiando a todos.
Les cuenta aventuras por vivir, en el submarino los llevará a todos, compartirán cada uno de sus sueños.
Por la noche su mamá lo arropa, afuera está nevando copiosamente.
El niño duerme.
Es el capitán de la flota, en pocos minutos desaparecerán de la superficie, alborotados miran el paisaje.
Las algas bailan su danza verde, los corales se abren para dejarles paso.
La panza de las ballenas los acompañan en este viaje sin fin.
Las sirenas vestidas de lentejuelas multicolores regalan sus sonrisas, miradas de pestañas arqueadas alucinan al niño.
Quiere seguir comandando el viaje de sus sueños, mira los peces multicolores, se escuchan los silbidos de los delfines.
Se aproxima una tormenta, el agua se agita pierde la visión por un instante.
Una puerta se abre suavemente, es mamá Lía con la bandeja del desayuno, un beso en la frente termina de despertarlo, caricias, sonrisas y una lágrima furtiva.
Erik se esconde debajo de la almohada es la única manera de atrapar sus sueños.
Al mando del submarino atravesará los mares de la inocencia.
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