A lo largo de la vida recibimos muchos regalos, algunos son nuestros preferidos, quien los envía sabe de nuestros gustos.
Hoy quiero poner el acento en otros obsequios que no se ven y constituyen cientos de manos que se transforman en abrazos y manos imaginarias que saben acariciar el alma.
El destino me dio la posibilidad de tener otros hermanos, son mis amigos, con ellos supe compartir tristezas y alegrías.
En tres ocasiones esa vida que tenemos al despertar cada día nos mostró otra cara, allí el reinado era el llanto, juntos despedíamos a otros amigos que colmaron muchos instantes de la nuestra.
Conjugamos con los que están y con los que decidieron subir los peldaños de la escalera que lleva al cielo instantes irrepetibles.
Enrejamos el corazón para que no se perdiera ningún recuerdo.
A quienes tenemos la posibilidad de acceder a Internet el destino nos tenía preparada otra sorpresa, amigos virtuales que están siempre, no siempre estamos de acuerdo con las ideas, nos une el cariño y respeto por el individuo.
Así pudimos imaginar sus caras, las voces que llegaban a lo más profundo de nuestras mentes.
Debe ser cierto ese dicho que habla de una de cal y otra de arena.
En tiempos no lejanos sonreímos con la picardía que proporciona el encuentro virtual.
Hoy muchos han levantado un muro infranqueable, están distraídos o apáticos.
Lo triste es que no conocemos el motivo del cambio de actitud, de saberlo podríamos allanar las rispideces que suelen aparecer en las relaciones humanas, que por cierto de fáciles no tienen nada si no intentamos comprender al otro y lo más terrible es que el muro comienza a llamarse silencio.
Mañana se celebra el día internacional del amigo, a mis amigos reales les podré dar un abrazo aún cuando la distancia nos separe, a los amigos virtuales que se han ido, no soy quien para condenarlos, cada uno es esclavo de las palabras que expresa y dueño de sus silencios.
Silencio que acepto con respeto pero a decir verdad no entiendo.
A todos y en especial a aquellos que han optado por callarse los recordaré con cariño, no solo el día del amigo sino todos los días del año.
Cada uno dejó enseñanzas, pude asimilar otros conocimientos.
A mis amigos reales y virtuales les estaré eternamente agradecida por los minutos que me han dedicado al comentar mis garabatos de aspirante a escritora.
A los que por voluntad y convicciones propias se han alejado, deseo que pasen el mejor de sus días con sus amigos, celebren la vida es corta, bella para los que saben compartir, marcando los errores que cometemos por la sencilla razón de ser humano, con el único propósito de mejorar cada día.
Disfruten cada minuto de sus vidas, no piensen en un futuro incierto.
No tenemos el don de la inmortalidad, tampoco la gracia de ser jueces de las acciones de los otros.
Simplemente les deseo el mejor de sus días.
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