Le quedaban pocos días para recorrer la capital de Turquía.
Había soñado con ese viaje, un mundo de maravillas inciertas.
Antes de regresar a su terruño visitaría el mercado de las ilusiones de Ankara.
Rebelde no aceptaba ocultar su rostro con el shador de seda labrada.
Moustak esperaba a sus ocasionales clientes en un puesto de la feria.
El torso desnudo dejaba ver el trabajado cuerpo.
No sabía qué comprar para llevar de recuerdo, el vendedor le ofreció sábanas negras.
Las compró sin dudarlo, se veían hermosas, la seda y las puntillas de la terminación.
Estaba segura de no haber visto otras parecidas.
Conoció a Alí en el aeropuerto, ella regresaba a latitudes remotas, él viajaba por negocios.
El flechazo fue inmediato, las miradas encendidas propiciaron el intercambio de teléfonos y correos electrónicos.
Esperaban con ansias el primer encuentro, ella sabía que no se trataba de un juego.
La red alimentaba sentimientos profundos, fotos que iban y venían en el espacio cibernético.
Conocieron sus gustos, todos los detalles pequeños y grandes que conforman la vida de dos personas que piensan compartir sus vidas para siempre.
Los ojos negros de Alí iluminaban sus noches, pensaban solo en el disfrute que produce que dos almas gemelas se unan hasta formar una sola figura.
Imposible concentrarse en el trabajo, la mirada de su hombre la desnudaba.
Quería que la entrega fuera perfecta, caricias, besos serían el preludio del éxtasis.
Tomaría días de licencia para recibirlo , necesitaba dedicarle cada minuto de la corta estadía.
Faltan horas para que Alí llegue a su tierra, sabe que le encantarán los diversos paisajes que ofrece su lugar en el mundo.
Por la mañana concurrirá a un salón de belleza, no lo necesita.
Fragantes aceites se deslizan por el cuerpo desnudo de la muchacha.
Diosa pagana que espera el momento del reencuentro.
Velas y sahumerios, copas de champagne en el balde de cristal, música suave.
Es hora de estrenar las sábanas negras.
Cuidadosa las extiende sobre la cama que compartirá con su amado.
Un rictus de amargura se dibuja en su rostro, sobre las puntillas de encaje una mancha en forma de rosa comienza a extenderse hasta cubrir la superficie de raso.
Recuerda haberlas revisado junto a Moustak, nada tenían al momento de comprarlas.
No es un juego.
La angustia se apodera de su ser, Vangelis ya no ejecuta su himno, aparecen las noticias jamás esperadas.
El conductor del noticiero habla de un accidente aéreo, en la profundidad del océano encontrarán los restos de los pasajeros.
No acepta los designios de la vida.
Anuda la sábanas, rodea su cuello, vivir no tiene sentido.
Negro como las sábanas será su paso a los caminos eternos.
Tinieblas que reunirán a dos amantes para concretar sueños.
Jamás imaginaron este juego siniestro.
http://www.youtube.com/watch?v=PFx3a7KfN0c
Había soñado con ese viaje, un mundo de maravillas inciertas.
Antes de regresar a su terruño visitaría el mercado de las ilusiones de Ankara.
Rebelde no aceptaba ocultar su rostro con el shador de seda labrada.
Moustak esperaba a sus ocasionales clientes en un puesto de la feria.
El torso desnudo dejaba ver el trabajado cuerpo.
No sabía qué comprar para llevar de recuerdo, el vendedor le ofreció sábanas negras.
Las compró sin dudarlo, se veían hermosas, la seda y las puntillas de la terminación.
Estaba segura de no haber visto otras parecidas.
Conoció a Alí en el aeropuerto, ella regresaba a latitudes remotas, él viajaba por negocios.
El flechazo fue inmediato, las miradas encendidas propiciaron el intercambio de teléfonos y correos electrónicos.
Esperaban con ansias el primer encuentro, ella sabía que no se trataba de un juego.
La red alimentaba sentimientos profundos, fotos que iban y venían en el espacio cibernético.
Conocieron sus gustos, todos los detalles pequeños y grandes que conforman la vida de dos personas que piensan compartir sus vidas para siempre.
Los ojos negros de Alí iluminaban sus noches, pensaban solo en el disfrute que produce que dos almas gemelas se unan hasta formar una sola figura.
Imposible concentrarse en el trabajo, la mirada de su hombre la desnudaba.
Quería que la entrega fuera perfecta, caricias, besos serían el preludio del éxtasis.
Tomaría días de licencia para recibirlo , necesitaba dedicarle cada minuto de la corta estadía.
Faltan horas para que Alí llegue a su tierra, sabe que le encantarán los diversos paisajes que ofrece su lugar en el mundo.
Por la mañana concurrirá a un salón de belleza, no lo necesita.
Fragantes aceites se deslizan por el cuerpo desnudo de la muchacha.
Diosa pagana que espera el momento del reencuentro.
Velas y sahumerios, copas de champagne en el balde de cristal, música suave.
Es hora de estrenar las sábanas negras.
Cuidadosa las extiende sobre la cama que compartirá con su amado.
Un rictus de amargura se dibuja en su rostro, sobre las puntillas de encaje una mancha en forma de rosa comienza a extenderse hasta cubrir la superficie de raso.
Recuerda haberlas revisado junto a Moustak, nada tenían al momento de comprarlas.
No es un juego.
La angustia se apodera de su ser, Vangelis ya no ejecuta su himno, aparecen las noticias jamás esperadas.
El conductor del noticiero habla de un accidente aéreo, en la profundidad del océano encontrarán los restos de los pasajeros.
No acepta los designios de la vida.
Anuda la sábanas, rodea su cuello, vivir no tiene sentido.
Negro como las sábanas será su paso a los caminos eternos.
Tinieblas que reunirán a dos amantes para concretar sueños.
Jamás imaginaron este juego siniestro.
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