Es lo único que el mundo materialista no ha podido ponerle precio.
Recordar que hemos sido pequeños, arrancar el pastito de la calle, no olvidarnos del agua para los camellos sedientos.
Despertar y ver los recipientes con el agua volcada, el pasto desparramado por cualquier sitio.
Apretar los ojos aún cuando el sueño no viniera.
Descubrir la no existencia de la magia.
Taparse con las sábanas hasta la cabeza para no ver quien daba los regalos después de suponer habían sido leídas nuestras prolijas cartitas, algunas con errores imperdonables.
Proteger a los más chiquitos de la familia para que no se rompiera el encanto.
Orgullosos mostrar la primer bicicleta con rueditas en la que hacíamos equilibrio.
Elegir vestiditos para la muñeca desnuda que quedó apoyada en nuestros zapatos.
Confeccionarle vestidos de princesa sin pensar en el esfuerzo que significó comprarla.
Ahora está en nuestros brazos como una reina.
Crecer.
Soñar siempre.
No olvidar esos bellos momentos que no hicieron grandes.
Permitirse soñar sin límites.
No importa la edad que tengas, siempre será tiempo para que recibas una sorpresa.
No te olvides de tenderle la mano al amigo que espera.
Disfruta cada momento como si fuera el último.
Conjugá siempre el verbo compartir es la única forma de sentirse pleno.
Cerrá los ojos por un momento.
Trasladá tus pensamientos en el tiempo.
Observarás la puerta de tu antigua casa entre abierta.
Sentirás el corazón cabalgando como entonces esperando un regalo.
Observarás que se esconden las estrellas, el cielo rosado será el marco perfecto para el sol que amanece colgado del cielo.
Tal vez no recibas algo material, eso no importa.
Tu alma está plena de recuerdos.
Separa los buenos y vive con ellos.
No comments:
Post a Comment