El estudio jurídico tiene más de cien años de trayectoria.
Sucursales abiertas en todo el país para resolver los temas imaginados y por imaginar.
Al frente del estudio ubicado en el sur del país están Lidia y Leandro.
Matrimonio con más de treinta años de trayectoria.
La vida transcurre entre expedientes apilados en estantes de fina madera.
La mullida alfombra es de color pastel, sillones de cuero rojo con tachuelas de bronce, parecen recién colocados, los brazos están tallados, otorgando un aspecto majestuoso al salón.
Mesas ratonas ornamentadas con flores contenidas en recipientes de cristal, algunos ceniceros para amortiguar el tiempo de los que esperan la resolución de un juicio laboral que casi siempre se resuelven cuando los actores transitan la última parte de sus vidas.
Ganan buen dinero, un ejército de empleados se ocupa de los trámites burocráticos de los Tribunales.
Con sus mejores atuendos concurren a las audiencias de conciliación.
No omiten sobornar a jueces y fiscales para obtener sentencias favorables que incrementarán un nutrido patrimonio.
Lidia está cansada de tantos papeles, le propone a su marido cambiar de rubro y dedicarse exclusivamente a los divorcios.
Leandro reacciona furioso, tienen más de lo que puede desear cualquier mortal, son reconocidos por toda la sociedad, cuentan con el respaldo de años, un apellido ilustre que les permite acceder a lugares vedados para cualquier ciudadano.
Fiestas a las que asisten los nombres más conocidos de la comunidad.
Nada de eso le alcanza a Lidia, quiere un cambio y está dispuesta a todo.
El matrimonio ansía cosas totalmente opuestas.
Deciden tomarse una tregua en la feria judicial de enero.
Ella reserva un hotel exclusivo en Aspen, Leandro opta por el Caribe, está harto de los paisajes nevados.
El diablo que nunca descansa encuentra la oportunidad para hacer de las suyas.
Pondrá en la vida de la mujer un profesor de esquí, atlético, majestuosa imagen dentro de su colorido traje.
Enciende pasiones en todas las mujeres, pronto compartirán la misma cama.
Noches de amor y fuego.
Leandro en el Caribe se desata, baila desenfrenado con una morocha que mueve las caderas al ritmo de los parches.
El almanaque indica que es tiempo de regresar.
Besos y abrazos apasionados encienden los aeropuertos.
Promesas de reencontrarse en un futuro no lejano.
El matrimonio se saluda con un beso gélido.
Ninguno de los dos está dispuesto a perder nada
Un divorcio controversial será expuesto en Tribunales, las acusaciones de infidelidad se cruzan.
En dos meses la justicia fallará a favor de ella, ha presentado pruebas contundentes en contra de su aún esposo.
Con el fallo recién redactado compra pasajes para regresar a Aspen.
Cree que otra vida la espera.
El profesor de esquí la espera en el aeropuerto, no hay demostraciones de amor, está acompañado por una morocha sensual, esbelta como una gacela.
Lidia regresa sola al hotel, consulta su notebook, furiosa confunde las letras.
El conserje llama a la puerta, le acerca un ramo de azucenas, una pequeña esquela dice: “Te agradezco me hayas llevado a perder el juicio laboral, gracias a tus errores conocí a esta joya caribeña, con ella pasaré el resto de mis días”.
http://www.youtube.com/watch?v=iukdP6JKM2k
Sucursales abiertas en todo el país para resolver los temas imaginados y por imaginar.
Al frente del estudio ubicado en el sur del país están Lidia y Leandro.
Matrimonio con más de treinta años de trayectoria.
La vida transcurre entre expedientes apilados en estantes de fina madera.
La mullida alfombra es de color pastel, sillones de cuero rojo con tachuelas de bronce, parecen recién colocados, los brazos están tallados, otorgando un aspecto majestuoso al salón.
Mesas ratonas ornamentadas con flores contenidas en recipientes de cristal, algunos ceniceros para amortiguar el tiempo de los que esperan la resolución de un juicio laboral que casi siempre se resuelven cuando los actores transitan la última parte de sus vidas.
Ganan buen dinero, un ejército de empleados se ocupa de los trámites burocráticos de los Tribunales.
Con sus mejores atuendos concurren a las audiencias de conciliación.
No omiten sobornar a jueces y fiscales para obtener sentencias favorables que incrementarán un nutrido patrimonio.
Lidia está cansada de tantos papeles, le propone a su marido cambiar de rubro y dedicarse exclusivamente a los divorcios.
Leandro reacciona furioso, tienen más de lo que puede desear cualquier mortal, son reconocidos por toda la sociedad, cuentan con el respaldo de años, un apellido ilustre que les permite acceder a lugares vedados para cualquier ciudadano.
Fiestas a las que asisten los nombres más conocidos de la comunidad.
Nada de eso le alcanza a Lidia, quiere un cambio y está dispuesta a todo.
El matrimonio ansía cosas totalmente opuestas.
Deciden tomarse una tregua en la feria judicial de enero.
Ella reserva un hotel exclusivo en Aspen, Leandro opta por el Caribe, está harto de los paisajes nevados.
El diablo que nunca descansa encuentra la oportunidad para hacer de las suyas.
Pondrá en la vida de la mujer un profesor de esquí, atlético, majestuosa imagen dentro de su colorido traje.
Enciende pasiones en todas las mujeres, pronto compartirán la misma cama.
Noches de amor y fuego.
Leandro en el Caribe se desata, baila desenfrenado con una morocha que mueve las caderas al ritmo de los parches.
El almanaque indica que es tiempo de regresar.
Besos y abrazos apasionados encienden los aeropuertos.
Promesas de reencontrarse en un futuro no lejano.
El matrimonio se saluda con un beso gélido.
Ninguno de los dos está dispuesto a perder nada
Un divorcio controversial será expuesto en Tribunales, las acusaciones de infidelidad se cruzan.
En dos meses la justicia fallará a favor de ella, ha presentado pruebas contundentes en contra de su aún esposo.
Con el fallo recién redactado compra pasajes para regresar a Aspen.
Cree que otra vida la espera.
El profesor de esquí la espera en el aeropuerto, no hay demostraciones de amor, está acompañado por una morocha sensual, esbelta como una gacela.
Lidia regresa sola al hotel, consulta su notebook, furiosa confunde las letras.
El conserje llama a la puerta, le acerca un ramo de azucenas, una pequeña esquela dice: “Te agradezco me hayas llevado a perder el juicio laboral, gracias a tus errores conocí a esta joya caribeña, con ella pasaré el resto de mis días”.
http://www.youtube.com/watch?v=iukdP6JKM2k
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