Esa noche Marcia estaba invitada a una fiesta especial, era su despedida de España.Por la mañana compró la ropa que usaría para el evento.
Dejó las cajas en la habitación del hotel, se dirigió a la playa, quería mantener el bronceado que había adquirido en esas tierras lejanas, el sol había sido bondadoso obsequiando su calor.
Dejó las cajas en la habitación del hotel, se dirigió a la playa, quería mantener el bronceado que había adquirido en esas tierras lejanas, el sol había sido bondadoso obsequiando su calor.
Por la tarde decidió descansar un rato, pidió al conserje la despertara antes del anochecer.
Comenzó a prepararse, el maquillaje destacaría sus ojos, labios rojos idénticos al color del vestido, un profundo escote dejaba descubierta la espalda, el largo de éste casi no dejaba ver las sandalias, finas tiras de cuero sujetaban suavemente las pantorrillas.
Unas gotas de perfume, el arreglo había concluido.
Unas gotas de perfume, el arreglo había concluido.
Ansiosa decidió bajar por las escaleras, los volados que formaban la cola de su vestido jugaban como duendes en los escalones.
Su figura era admirada, la armonía de su cuerpo tenía dueño del otro lado del océano, evocarlo le traía mágicos recuerdos, la mirada adquiría un brillo diferente inequívoca señal del amor que sentía.
La noche estaba cálida, una leve brisa jugaba con sus cabellos.
Pocas cuadras la separaban del lugar, mientras caminaba observaba los frentes de las casas, de los balcones pendían macetas con diversas plantas, el verde de los helechos caía como una cascada, los geranios acompañaban con su aroma y color, la luna regalaba destellos de plata.
Pocas cuadras la separaban del lugar, mientras caminaba observaba los frentes de las casas, de los balcones pendían macetas con diversas plantas, el verde de los helechos caía como una cascada, los geranios acompañaban con su aroma y color, la luna regalaba destellos de plata.
En la esquina un florista ofrecía su mercancía, compró tres rosas, los pétalos conservaban gotas de rocío, sujetó dos en la cintura y la otra quedó prendida de sus cabellos.
Desde la calle se sentían los acordes de un tango flamenco, el sonido era cautivante.
Las mesas cubiertas con finos manteles blancos, sobre ellos un centro con flores frescas y velas.
La música ejecutada por Paco de Lucía hacía estallar las emociones, el bailador mostraba su destreza, sus manos acompañaban el zapateo en armonía, todo era silencio y admiración.
Terminado el espectáculo brindaron por el regreso de Marcia a su patria.
Ya en el hotel, dejó el vestido sobre la cama, eligió una bata, en su alma había guardado la sensualidad de la música magistralmente ejecutada por un grande.
Lentamente sacó el maquillaje de su cara, luego de una ducha relajante abrazada a su almohada eligió que los acordes de las cuerdas acompañaran el próximo encuentro.
http://www.youtube.com/watch?v=4HagtsfaRz8
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