Es atleta, ha ganado infinidad de trofeos.
En su carrera de deportista se ha adecuado a todas las disciplinas, cada una tiene un encanto determinado.
Concluidos los estudios serán sus padres quienes le entreguen el diploma de contador público.
Decide alquilar oficinas en el centro de la ciudad, cerca de un gimnasio que le permitirá entrenarse a diario.
A los amigos siempre les dice que el deporte es vida, nada mejor que un entrenamiento para conocer mejor su cuerpo.
Alina fue su última entrenadora, al principio no le inspiraba confianza, hasta que se fueron conociendo.
Dos figuras esbeltas, admiradas, bellos por fuera, pocos conocía que eran personas con valores para copiar.
El amor no tardó en llegar.
Una sencilla ceremonia los unió en la iglesia a cielo abierto ubicada a pocos pasos de la entrada de un bosque salido de un cuento.
Postergaron el viaje que hacen los recién casados para terminar con los arreglos de la casa que habían adquirido cerca de la playa.
Amantes de la naturaleza no hubieran cambiado por nada el sitio elegido, más adelante cumplirían el sueño de viajar.
En ese momento solo querían disfrutar lo obtenido con el esfuerzo de sus respectivos trabajos.
El segundo aniversario lo festejaron en la maternidad con la llegada de Paloma.
La familia decía que era un buen augurio que un hijo naciera en la misma fecha que habían contraído enlace, ellos asentían aún cuando no creían en esos mitos.
Paloma desde la cuna mostraba su belleza innata, una niña preciosa, de los dos tenía algunas facciones, simplemente era hermosa.
La ciudad conmemoraba su fecha, los festejos serían múltiples, no faltaría la clásica maratón, dos años consecutivos el matrimonio había corrido con su pequeña hija.
Alina corría precedida por el cochecito de la nena.
Pasados unos años la niña presenciaba el evento sostenida de la mano de su madre.
Mientras se afeitaba Román sintió una molestia en uno de sus brazos, tan fuerte que su cara estaba más blanca que la espuma de afeitar.
Nada diría, no quería preocupar a su familia.Adujo tener cansancio pero sentirse bien para correr.
A mitad de la carrera sufrió un desmayo.
Rápidamente lo trasladaron al hospital.
Sometido a diferentes exámenes los médicos concluyeron que le quedaban seis meses de vida. Pidió a los facultativos absoluta reserva, no quería que su mujer ni su hija supieran que el tiempo era tan escaso.
De a poco fue dejando los entrenamientos, la excusa era preparar un viaje por el mundo en familia, para ello debería adelantar trabajo.
Visitaron los lugares más bellos del planeta, el sol atenuaba la palidez de su rostro.
Ante las preguntas de su mujer respondía que los días de descanso lo transformarían en el hombre que ella había conocido.
Los viajes debilitaban su cuerpo.
Mañana estarían nuevamente en el hogar que tantos recuerdos atesoraba.
Descansó brevemente.
Por la tarde recibiría a un escribano, quería dejar sus bienes a nombre de las dos mujeres que más había amado en la vida.
Sin fuerzas despidió al funcionario, camino al hospital sintió que la muerte no tardaría en llevarlo.
Alina y Paloma lo encontraron dormido en la cama, sondas y aparatos lo conectaban a un presente que lentamente se extinguía.
Abrazaron fuertemente al hombre que tanto les había dado.
Alina besó sus labios, Paloma apretujaba la mano de su padre entre las suyas.
El atardecer trajo una brisa impregnada con aromas a rosas, las cortinas de la habitación parecían las alas desplegadas de los ángeles que habían venido a buscarlo para acompañarlo en su camino al cielo.
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