Wednesday, September 14, 2016

HISTORIA DE UN RELOJ





Soy un antiguo reloj, tengo la edad del tiempo.
Nací a la vera de una playa de aguas azules.
Los lugareños estaban deseosos de conocer las horas de cada día, fue así que el hombre más anciano de la comarca, marcó sobre la arena blanca un círculo al que rodeo de piedras para preservarlo.
Espero que el sol estuviera en el zenit tomando una varilla marcó el número doce, liego haría lo mismo con el resto de las horas.
A lo largo de mi vida he tenido varias metamorfosis.
Supe estar en los grandes salones como objeto principal.
Allí se ofrecían bailes a los que eran invitados personajes de alcurnia.
Pronto mi dueño comenzó a viajar por e mundo mostrando su descubrimiento.
No tardarían en aparecer con el correr de los años distintas versiones, cada vez más perfectas.
Las damas de la sociedad me utilizaban en sus blancas muñecas, los caballeros en uno de los bolsillos de su vestimenta sostenido por costosas cadenas.
También estuve posado en escritorios de noble madera, el tiempo lo medían los relojes de arena.
Pasarían muchos años para que mi uso fuera cotidiano.
En las mesas de noche era de tamaño mediano, ajustaban mis agujas a la hora que necesitaran despertarse.
He tenido muchas modificaciones hasta llegar a esta época mi corazón sigue siendo el mismo.
Hoy estoy prendido a la solapa del traje de una mujer de mirada triste, tan triste que pareciera querer acelerar mi paso.
Muchas veces suelo confundir mi monótono tic tac con los latidos del corazón de aquella.
Su llanto ha comenzado a oxidar mis manecillas.
Quisiera convertirme en un ser humano para consolarla, abrazarla con la intención de mitigar el dolor que puedo escuchar prendido a su alma.
La angustia que la mantiene prisionera se debe a la pérdida de su hijo amado.
Un muchachito muy joven, poseedor de una mirada tan profunda como conmovedora.
Sus ojos irradiaban uz hasta que un día el destino trajo una enfermedad letal.
Acompañé a esa madre y su hijo desde el principio.
Ella rezaba por la salud de su hijo, sabía de su gravedad pero mantenía la ilusión de verlo recuperado.
Las cartas estaban echadas.
Dios eligió a ese joven para llevarlo al Reino de los Cielos con el propósito de evitarle más sufrimientos a un cuerpo dañado por la enfermedad.
Apareció la primer contradicción, si se llevaba al muchacho elegido su madre sufriría el peor de los tormentos la ausencia del ser que más amba.
Al evaluar los tratamientos a los que era sometido optó por evitarle más padecimientos.
Los profesionales que lo atendían no sabían cual era el mal que afectaba a ese chico, fue así que decidió llevárselo para siempre a la eternidad.
Pocas veces en mis largos años vi a una mujer menuda y valiente, jamás se separó de su hijo.
Desde su intuición maternal supo que sufijo moriría, el muchachito también lo sabía pese a que ambos callaban los eventos que sobrevendrían en el momento que su corazón dejara de latir.
Mientras vivió su mamá reprimió el llanto sabiendo que eso era lo peor que podía hacer, su hijo se conmovía de una manera inexplicable ante las lágrimas de su madre.
Escuché que inventaba mil historias para entretenerlo, hacerlo olvidar así fuera por pequeños instantes del sufrimiento.
Siempre estaban tomados de la mano, las caricias se perpetuaban hasta el infinito.
Estuve presente en todo momento, viví con ellos horas tan ingratas como dolorosas.
En los centros médicos se pierde la noción del espacio y el tiempo.
Esa mujer durante quince días estuvo pendiente de su adorado hijo.
La vi derrumbarse, preguntar a quien la acompañaba que día era.
El último abrazo y beso que le dio al hijo de sus entrañas conmovía hasta las piedras.
En el instante de la muerte el joven volvió a adquirir su belleza natural, parecía un ángel dormido.
Sentí que ella estuvo a punto de fotografiar el momento en un segundo que pareció eterno guardó su celular en un bolsillo de su abrigo.
Decidió lo mejor guardar ese instante tan íntimo como demencial en el fondo de su alma.
La acompaño desde hace más de un año, la ausencia de su hijo ha sido un golpe terrible.
Muchas veces la oí preguntarse para qué Dios la dejó en el mundo terreno.
Veo los esfuerzos que hace para salir del abismo que produjo la desaparición de su hijo.
Es una mujer fuerte a la que la vida ha golpeado de la manera más inesperada y también injusta.
Tenían proyectos para cumplir, sueños que quedaron detenidos en el tiempo.
Cuando la resignación alcance su vida le pediré un deseo, quiero que mis manecillas vuelvan a brillar como antes.
Previamente cumpliré con una misión que me he impuesto de tanto escucharla a ella, le rogaré a ese joven que nunca olvide cuanto lo quiere su mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=lW_vT5h-WK4

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