Tuesday, July 21, 2009

CAMBIO DE HÁBITOS



Otra vez un cambio de escuela por las labores que desarrolla mi papá.

La nueva casa es como las otras, rodeada de inmensos jardines, flores por todos lados, mi mamá hará malabares para dotarla de calor.

Demasiados asistentes para mi gusto se ocupan que nada falte en el hogar.

Intento comprender que cumplen con sus funciones pero nada puede cambiar la sensación que me trae el desarraigo de estar hoy aquí, mañana quien sabe dónde.

Mi hermana se despierta exultante ante la posibilidad de conocer nuevos amigos, se maquilla un poquito para no recibir los retos de mi mamá.

El uniforme me parece horrible, pollera con tablas gris, saco, medias y corbatas azules.

Nada que llame la atención, verlo destruye mis sueños de amar.

El colegio está bien, en realidad no me gusta, no entiendo por qué las monjas se encierran en sus celdas tantas horas al día cuando es tan lindo disfrutar de la libertad.

Los días pasan sin mayores sorpresas, mi hermana cosechó varios amigos, no puedo negar que su simpatía es innata.

En los recreos prefiero encerrarme en mi mundo y escribir cuentos que quizás nadie lea.

La clase de historia cerrará la jornada, la profesora sabe como llegar a sus alumnos.

Con el permiso de mi madre mi hermana irá a almorzar con sus compañeros de clase.

Decido caminar las cuadras que me separan de mi casa.

Piso las hojas que el otoño dejó en las veredas, extraño los últimos copos de nieve de la otra ciudad, se deslizaban por los techos como si estuvieran jugando en un tobogán.

Estaciona un auto, baja un joven de mirada ardiente, me siento ridícula con mi uniforme escolar.

Nuestras miradas se cruzan.

Una baldosa floja hace que tropiece, me mira divertido me ayuda antes que caiga.

No puedo ocultar que me distraigo en la espesura de sus pestañas, sería necia si negara la belleza de ese hombre, joven ,apuesto, cualquier mujer moriría por él.

Le doy las gracias, trato de desaparecer.

Algo me dice que he dejado una marca indeleble en el desconocido que el destino cruzó en mi camino.

Pasa el tiempo, mis padres aplauden la obtención de nuestros títulos.

Otra mudanza nos espera.

Mediodía de enero, el calor en la ciudad es infernal, decido tomar un helado.

Los abrazos del sol marchitaron las flores, la plaza está vacía.

El termómetro produjo un cambio de hábitos.

Otro auto estaciona, la misma figura de antaño.

Tiemblo cuando su mirada recorre mi geografía sin uniforme.

Días después seremos amigos inseparables, en algún momento que no puedo precisar nació el amor.

Viajamos, somos nómades de la vida, extrañamos a nuestras respectivas familias.

El destino ha diseñado nuestro camino.

Cuando estamos tristes, cuando nos sentimos ajenos al suelo que circunstancialmente habitamos, nos sumergimos en la mirada de nuestros hijos.

Mañana, Dios proveerá.

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