Saturday, July 18, 2009

UN CUARZO NEGRO




Amaban las piedras preciosas o semipreciosas.

Gemas que habían comprado en sus continuos viajes al exterior.

Recordaba cada excursión en forma tan vívida que tenía miedo de no poder olvidarlo nunca.

El sonreía satisfecho cuando le entregaba una esmeralda comprada en Sudáfrica.

En el último viaje a Brasil compraron amatistas y un cuarzo negro.

No dijo nada ante la extraña elección del hombre que durante tantos años había compartido su vida plena de amor.

Lo dejó apoyado sobre la cómoda de la habitación del hotel.

Lo miraba con cierto rencor, no podía negar su belleza, finas facetas parecían haber sido cinceladas por un orfebre.

Recostado en la cama reía, le decía que no podía temerle a una simple piedra, si no le gustaba la cambiarían al día siguiente.

Con fuerza la atrajo hacia donde estaba, sus dedos recorrían la geografía de su mujer, se amaron apasionadamente.

Por la mañana Él había olvidado los cuestionamientos sobre el famoso cuarzo.

Desayunaron en silencio, mientras ella finalizaba con su arreglo personal, la esperaría en el lobby del hotel.

Eligió un solero blanco, destacaba sus curvas y el bronceado, prendió una flor en sus cabellos, dos gotas de perfume y bajó.

La mirada recorrió el salón no aparecía por ninguna parte.

Su cara denotaba preocupación, tanta que un conserje se ofreció a ayudarla.

Las horas pasaban y su hombre no aparecía, formularía la denuncia para que las autoridades comenzaran la búsqueda.

No fue necesario el gerente del hotel le anunció que hacia horas había partido en compañía de una mujer, agregando que desde el auto ella en sus manos agitaba boletos de avión.

Sintió que el corazón le estallaba.

Guardaría las lágrimas, nadie debía verla vencida de amor.

Preparó sus maletas.

Una voz extraña resonaba en la habitación, el cuarzo lentamente tomó forma humana, se transformaría en su sombra.

Ahogó un grito en su garganta, intentó deshacerse de él, no pudo.

Casi sin fuerzas,Selene guardó, en el baúl de sus recuerdos, los tres o cuatro talismanes del que sería su último gran amor.

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