Trabaja con ahínco, recorre kilómetros para llegar a la escuela ,allí los niños la veneran como si fuera una santa, es la que los abriga con caricias o sacia el hambre con un pedazo de pan y el calorcito humeante del mate cocido.
Es la madre presente que ayuda a los hijos de los otros, la que no tiene horarios la que sabe secar lágrimas de impotencia hasta que aparece una sonrisa.
Es la que deja pedacitos de su vida para que los chicos dibujen sus primeras letras, que aprendan a escribir torcido, te quiero madre, te amo patria.
Es la que día a día infunde en sus alumnos valores, conceptos que los ayuden a mejorar el destino.
Su sueldo magro, olvidado por los que viven en las grandes ciudades es capaz de regalar una sonrisa, un juguete usado cuando se acerca el día del niño, la que pide en los comercios un poco de humanidad para que sus chicos no tengan los pies descalzos dejando su marca en la tierra.
A ellas, de las que no conozco su nombres van dedicadas estas letras, a ellas les pido que no bajen los brazos.
Sepan QUERIDAS MAESTRAS Y MAESTROS que no están solos.
Las distancias se acortan cuando queremos hacer llegar nuestro reconocimiento a todas esas mujeres y hombres que luchan por la igualdad de los inocentes.
Que no le sueltan la mano a los chicos en la mitad del camino.
Sé de sus luchas, la sangre de Ustedes ha quedado marcada en las rutas cuando buscaban concretar sus ideales.
Enciendo una velita blanca, idéntica a sus guardapolvos, pidiendo al ser en que tu creas que las cosas cambien, para que Ustedes sonrientes sosteniendo las manitos de sus alumnos puedan seguir avanzando por el camino correcto.
Es la madre presente que ayuda a los hijos de los otros, la que no tiene horarios la que sabe secar lágrimas de impotencia hasta que aparece una sonrisa.
Es la que deja pedacitos de su vida para que los chicos dibujen sus primeras letras, que aprendan a escribir torcido, te quiero madre, te amo patria.
Es la que día a día infunde en sus alumnos valores, conceptos que los ayuden a mejorar el destino.
Su sueldo magro, olvidado por los que viven en las grandes ciudades es capaz de regalar una sonrisa, un juguete usado cuando se acerca el día del niño, la que pide en los comercios un poco de humanidad para que sus chicos no tengan los pies descalzos dejando su marca en la tierra.
A ellas, de las que no conozco su nombres van dedicadas estas letras, a ellas les pido que no bajen los brazos.
Sepan QUERIDAS MAESTRAS Y MAESTROS que no están solos.
Las distancias se acortan cuando queremos hacer llegar nuestro reconocimiento a todas esas mujeres y hombres que luchan por la igualdad de los inocentes.
Que no le sueltan la mano a los chicos en la mitad del camino.
Sé de sus luchas, la sangre de Ustedes ha quedado marcada en las rutas cuando buscaban concretar sus ideales.
Enciendo una velita blanca, idéntica a sus guardapolvos, pidiendo al ser en que tu creas que las cosas cambien, para que Ustedes sonrientes sosteniendo las manitos de sus alumnos puedan seguir avanzando por el camino correcto.
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