Hoy leía consternada en los diarios digitales que una mamá fue absuelta después de haber pasado cuatro años en la cárcel por el supuesto homicidio de sus gemelas de cinco meses.
Por suerte otros tribunales de apelación revisaron en forma minuciosa el fallo.
Se comunicaron con especialistas médicos, los resultados de la autopsia concluyeron que las pequeñas no tenían signos de maltrato visibles.
Después de cuatro años la mamá de las niñitas fue dejada en libertad, nada la acusaba.
Las chiquitas murieron por muerte súbita, muy común en los bebés .
Me aterra pensar en lo que sintió esa madre, no la imagino matando al fruto de sus entrañas porque si, salvo que tuviera una patología manifiesta.
Aquí me detengo.
Pienso con lágrimas en los ojos en todos aquellos que se erigen en jueces de los otros, sin importarles que detrás de unas rejas o un monitor hay una persona que vive, que se siente vulnerada porque otros prejuzgan.
Este hecho en particular me ha llevado a pensar que es muy feo, demasiado inhumano tener preconceptos.
Nadie en la tierra puede juzgar la conducta de los otros si tener conciencia plena.
Ejercer presión para imponer sus ideas.
Extorsionar de manera sutil para ganarse la pseudo confianza de supuestos seguidores.
Esas conductas me aterran.
Mi imaginación ve a muchos humanos con una mordaza, impedidos de expresarse por temor a la opinión de terceros.
Pienso en las torturas a las que someten a quienes están privados de su libertad.
Esa mamá hoy podrá llevarle flores a sus hijitas.
Queda la duda que persigue a los seres terrenales.
¿Quién es capaz de juzgar a los otros despojado de conceptos erróneos?
¿Se han perdido los valores y la ética?
Este relato no es un panfleto para captar voluntades, desde mi lugar expreso aquello que siento ante hechos aberrantes.
Necesito transmitirles a mis hijos que la voluntad de no disgregar a la sociedad vale la pena.
Palabras desordenadas que buscan una respuesta válida, desposeídas del motivo de prejuzgar porque sí.
Vuelo en mi mundo de cuentos, aterrizo en el edén de las utopías que alguna vez se harán realidad.
Acompañan mi viaje las plateadas palomas de Venus, unidas a su plumaje allá donde culmina la humanidad, tal vez, encuentre todas las respuestas a mis interrogantes, cuando las halle seguramente estaré dispuesta a compartirlas con todos los seres que quiero.
A sus alas me adoso, juntas abogaremos por la paz infinita, amparadas en la inmensidad del firmanento.
¿Podrás acompañarme a lograr el entendimiento?
Demasiados interrogantes nublaron mi cielo.
Disipemos las nubes que empañan la razón.
La esperanza me dice que entre todos podemos.
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