CHOCOLATE AMARGO

Afuera el viento sopla con fuerza, quiere llevarse las últimas hojas de los árboles.

El mar encrespado deja sobre la arena la marca de la cresta de las olas.

Dentro de la casa papeles de colores esperan ser utilizados.

Hace dos semanas que quita horas al descanso, debe cumplir con una misión.

Los moldes están preparados sobre la mesada, esperan ser cubiertos con chocolate.

Al enfriarse colocará en su interior golosinas y pequeños juguetes, unirá las tapas para formar un huevo de pascua.

La manga con cobertura blanca ocultará la unión de las mitades, unos detalles de flores y hojas completarán el diseño.

Comienza a vestirlos con papeles de seda y moños multicolores.

En un rato visitará un barrio cadenciado para distribuirlos.

Cada mirada de un niño solo, lacera su corazón.

Algunos jamás han visto un huevo de pascua, para esos nenes, todos los días son iguales.

Las posibilidades de lograr mejor calidad de vida se alejan irremediablemente.

El viento como un latigazo golpea la cara de los pequeños, arranca más de una lágrima.

Juan pese a las bajas temperaturas está descalzo, los pies apoyados en la gélida tierra.

No espera nada.

El destino no elegido, lo ha acostumbrado a vivir con tan poco que regala una sonrisa angelada.

Hoy el chocolate no será amago, le encontrará el sabor rico de aquello que no conoce.

Me pregunta si tengo otros para sus hermanos, otra vez sonríe con la respuesta.

Entramos a la humilde casa, en una lata, el carbón encendido intenta entibiar el ambiente.

Observo la cara de la desesperanza, no quiero quebrarme delante de un niño que pese a tener pocos años espera que la magia cambie una rato de días sumidos en el letargo que produce la falta de todo.

Sentado en el piso desata el envoltorio con cuidado, le pido que lo rompa, dice una vieja leyenda que así deben abrirse los regalos.

Dentro del huevo de pascua hay un pequeño autito, los ojos de Juan brillan.

Es el primer juguete que tiene a los seis años, para ellos no significan prioridades.

Lo abrazo, con una caricia seco sus lágrimas.

No desesperes Juan, regresaré pronto, hoy vine a desearte Felices Pascuas.

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